Pichivisión

Las programaciones especiales de Telemadrid con motivo del 2 y el 15 de mayo son un subidón para cualquier amante de este procés castizo al que asistimos

La diputada de VOX en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, junto al alcalde José Luis Martínez Almeida paseando por la pradera de la feria de San Isidro.DAVID EXPÓSITO

Sabe una que Madrid es España dentro de España, e intuye que significa lo que nos han dicho desde pequeños: que aquí se acoge a todo el mundo, nadie se siente de fuera, ni onubense ni manchego ni extranjero. Porque es aterrizar en Barajas, llegar a Atocha o la estación de autobuses de Méndez Álvaro y todo son abrazos y oportunidades que te hacen olvidar cualquier recuerdo y trauma de tu lugar de procedencia. Pero llega mayo y con el calor los chicos se enamoran y ...

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Sabe una que Madrid es España dentro de España, e intuye que significa lo que nos han dicho desde pequeños: que aquí se acoge a todo el mundo, nadie se siente de fuera, ni onubense ni manchego ni extranjero. Porque es aterrizar en Barajas, llegar a Atocha o la estación de autobuses de Méndez Álvaro y todo son abrazos y oportunidades que te hacen olvidar cualquier recuerdo y trauma de tu lugar de procedencia. Pero llega mayo y con el calor los chicos se enamoran y Telemadrid se viene arriba, y es más que nunca Pichivisión.

Las programaciones especiales de la televisión regional con motivo del 2 y el 15 de mayo son un subidón para cualquier amante de este procés castizo al que asistimos. Presentadores que hablan de heroicidad, de valentía y de arrojo. Colaboradores que recuerdan que el pueblo, una vez, se levantó para defender la libertad y ahí sigue dos siglos después. Periodistas a pie de calle que hablan de vistosidad, de emoción a raudales, de esta España que se reúne en Cibeles y en la Puerta de Sol que es la buena. Lástima que no podamos decir lo mismo de otros territorios que tienen tanto que aprender de una ciudad donde una vez al año se habla de gallinejas y entresijos, aunque lo que se ve en la pradera de San Isidro son tortillas, pimientos fritos y filetes empanados, el menú de todos los pícnics de España.

Como nunca es tarde para aprender, confieso haber tardado 48 años en saber lo que es ser madrileña hoy, desde que nací en la madrileña calle de Príncipe de Vergara y no habiendo vivido jamás en otro sitio que no sea esta comunidad. Ahora sé que los desfiles de moda chulapa forman parte de la agenda pública, que puedes ir vestida de chandalapa porque las tradiciones hay que modernizarlas, que un par de días al año tienes que sacar a la chula que llevas dentro, dar las gracias al patrón por haber nacido en un lugar donde, dice su alcalde, “entre todos somos capaces de conseguir lo que nos propongamos”. Cosa que no puede asegurarse que ocurra, por ejemplo, en Guadalajara.

Que en esta dieta de casquería y rosquillas podemos incluir lo que nos dé la gana, por ejemplo, un tartar de alcachofas y espárragos, que es un plato “muy de Madrid” según una de las premiadas por el Ayuntamiento en este magnífico día que debería durar una eternidad, si me preguntan. Donde escogidísimas parejas hacen lo que pueden por resolver un chotis sin salirse de la baldosa y un niño recuerda a los presentes que el santo lo es por hacer milagros y traer agua a la ciudad. Son días inolvidables de misas, premios, verbena y corridas de toros. Son días que solo se viven en Madrid. Que no se les olvide. Lo dice Pichivisión.

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