Más ‘maderas’: las polis más chungas de la tele
Jodie Foster reina en ‘True Detective’, la serie está recién empezada y aún puede embarrancar, así que todo juicio es provisional
A juzgar por la campaña de caspa y palillos tuiteros en la boca que le han hecho a True Detective, se diría que abundan los varones escocidos ante las hornadas de maderas, de tías maderas, esto es, de policías mujeres briosas, chungas, más duras que un kapo de campo de concentración y desvestidas de cualquier atributo de feminidad complaciente y coquetuela. Quiero creer que el escozor solo afecta a una minoría —gritona, per...
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A juzgar por la campaña de caspa y palillos tuiteros en la boca que le han hecho a True Detective, se diría que abundan los varones escocidos ante las hornadas de maderas, de tías maderas, esto es, de policías mujeres briosas, chungas, más duras que un kapo de campo de concentración y desvestidas de cualquier atributo de feminidad complaciente y coquetuela. Quiero creer que el escozor solo afecta a una minoría —gritona, pero irrelevante—, y que estas nuevas detectives despiertan más aplausos que abucheos. Y no me extraña.
Jodie Foster reina en True Detective. La serie está recién empezada y aún puede embarrancar, así que todo juicio es provisional, pero a mí me chifla esta historia de terror polar y nocturno con regustos de Stephen King en la que Foster reparte collejas y pone firmes a todos.
Aunque mi favorita es británica y se llama Cush Jumbo. No solo es mujer: además es negra y lleva el pelo muy cortico, reuniendo todos los atributos para ser odiada por quienes quieren hacer América —y las series de policías— grande de nuevo. La vimos en The Good Fight, donde interpretó a la maravillosa abogada Lucca Quinn, y ahora es la protagonista de Historial delictivo, uno de esos dramas soberbios que solo saben hacer en la cuna del género, el Reino Unido. Aquí hay neonazis, inocentes encarcelados y polis muy corruptos. El personaje de Jumbo no tiene tiempo para ir a la peluquería ni para dar conversación a nadie. Ni siquiera para lidiar con la preadolescencia de su hijo.
Las policías duras, con la empatía echada a perder y el ímpetu de un toro bravo apenas contenido son ya parte del paisaje habitual del drama policiaco. Gracias a ellas, el género no se ahoga en sus propios clichés y podemos ver las historias que ya nos sabemos como si fuesen nuevas.
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