Bárbara Rey, víctima de violencia machista y televisiva
Algunos siguen sin entender que se puede ser víctima y también una mala persona, como se puede ser un mujerón de piernas infinitas y enseñarlas, y que te maltraten
María García García, más conocida como Bárbara Rey, fue y es víctima de violencia machista. Y ahora también es víctima de violencia televisiva, una vez que su hijo, Ángel Cristo Rey, ha decidido dar una entrevista en Telecinco para matizar la historia que conocemos gracias a sus protagonistas. Que su madre es víctima, sí, pero que para el padre no fue fácil digerir que su mujer fuera una rubia despampanante, de piernas largas, ...
María García García, más conocida como Bárbara Rey, fue y es víctima de violencia machista. Y ahora también es víctima de violencia televisiva, una vez que su hijo, Ángel Cristo Rey, ha decidido dar una entrevista en Telecinco para matizar la historia que conocemos gracias a sus protagonistas. Que su madre es víctima, sí, pero que para el padre no fue fácil digerir que su mujer fuera una rubia despampanante, de piernas largas, que domaba a los hombres como a los elefantes, que se había besado con Rocío Dúrcal en la película Me siento extraña. “Eso le volvió loco”, dijo en el plató de De viernes. Solo la periodista Patricia Izquierdo fue quien respondió a semejante afirmación. No hay justificación alguna para el maltrato, le dijo. Bien por ella, no tanto por el resto.
Algunos siguen sin entender que se puede ser víctima y también una mala persona. Se puede ser manipuladora, un cero a la izquierda, como se puede ser un mujerón de piernas infinitas y enseñarlas, y que te maltraten. Tener a Dios en la garganta y en el escote como la Jurado y que te maltraten.
Pero cuando pensábamos que el periodismo había cambiado, cuando el documental de Rocío Carrasco nos enseñó lo que era la violencia vicaria y la luz de gas, que nadie está libre de ser víctima e incluso verdugo a la vez, hemos optado por las sombras de Bárbara. Hemos preferido que en la balanza pese más el supuesto chantaje a Juan Carlos I, sus grabaciones, su adicción al juego, su manera de ejercer la maternidad y su propia vida. Como si una cosa minimizara la otra, el infierno que vivió con el padre de sus dos hijos y las secuelas de aquello. Como si no hubiera heridas en todos. Para que luego digan que está todo hecho.
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