‘Cuéntame’ está por encima de lo que nadie pueda pensar sobre ella

Como lo clásico, la serie existe por derecho propio, se ha enclavado en el espíritu de España y explica el país

María Galiana y Ricardo Gómez, Herminia y Carlos en 'Cuéntame'.

Murió Herminia bajo uno de los pocos árboles que alivian el sol manchego de Sagrillas, el mismo árbol que aparece en la cabecera. Murió tras un parlamento oracular, en una silla monoblock de plástico blanco y aplicándose una especie de eutanasia retórica, a modo de punto final. Le pasó los trastos a Carlos, a quien confió la misión de restaurar la concordia de la familia, como si fuese un relator en Suiza, y finó en un plano con alardes de pintura al óleo. Y ya está. El resto de...

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Murió Herminia bajo uno de los pocos árboles que alivian el sol manchego de Sagrillas, el mismo árbol que aparece en la cabecera. Murió tras un parlamento oracular, en una silla monoblock de plástico blanco y aplicándose una especie de eutanasia retórica, a modo de punto final. Le pasó los trastos a Carlos, a quien confió la misión de restaurar la concordia de la familia, como si fuese un relator en Suiza, y finó en un plano con alardes de pintura al óleo. Y ya está. El resto del episodio fue una coda larguísima con la que simpatizamos quienes nunca sabemos decir adiós y nos quedamos de palique en la puerta del bar hasta que nos dan las claras.

El arte de la despedida es el menos comprendido y cultivado de los recursos del contador de historias, pero fenómenos como Cuéntame pueden excederse lo que quieran. El final era un acontecimiento y como tal se narró. Chimpún. Hasta aquí hemos llegado. Cayó la última expresión de la cultura pop que nació cuando la televisión era otra cosa, y ha llegado hasta hoy, cuando ninguna serie puede aspirar a significar tanto.

Cuéntame trascendió hace mucho los juicios que se puedan hacer sobre ella. No importa que se la venere o se la desprecie; no importa que se la tome como un aparato de propaganda nostálgica y reaccionaria o como un cuadro historicista; no importa que los intelectuales de la ceja alta se burlen de ella ni que los intelectuales de ceja baja reivindiquen su poderío kitsch; no importa que se la tome por popular o por populista, ni por culebrón retrógrado o vanguardia narrativa. Cuéntame está más allá de toda esa cháchara. Como lo clásico, existe por derecho propio, se ha enclavado en el espíritu de España y explica el país. Y esto podrá lamentarse, pero no negarse.

María Galiana y Ricardo Gómez, durante el rodaje del final de 'Cuéntame', en una imagen cedida por la productora.

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