Cocina con química y The Marvels “¡Puaj! ¡CHICAS!”
En los años cincuenta una mujer no podía ser científica. Hoy todavía hay trabajos en los que la presencia femenina resulta sospechosa, algunos tan absurdos como salvar el mundo en mallas
A Elizabeth Zott, la protagonista de Comida con química, le daría un parraque leyendo medidas como “pizca” o “lo que pida”, tan comunes en los recetarios españoles. Para ella, que se refiere al vinagre por su fórmula química, la cocina es una ciencia exacta. También es el espacio físico al que la relega el ninguneo de sus colegas químicos por ser mujer. No es un personaje real, pero podría serlo La historia rebosa nombres de científicas cuyos logros han sido invisibilizados, es tan común que ...
A Elizabeth Zott, la protagonista de Comida con química, le daría un parraque leyendo medidas como “pizca” o “lo que pida”, tan comunes en los recetarios españoles. Para ella, que se refiere al vinagre por su fórmula química, la cocina es una ciencia exacta. También es el espacio físico al que la relega el ninguneo de sus colegas químicos por ser mujer. No es un personaje real, pero podría serlo La historia rebosa nombres de científicas cuyos logros han sido invisibilizados, es tan común que tiene nombre: efecto Matilda. Todavía hay trabajos en los que la presencia femenina resulta sospechosa, algunos tan absurdos como salvar el mundo en mallas. Lo sabe bien Brie Larson, ingrediente principal de la exquisita serie de AppleTV, —sin olvidar a Seis-Treinta, inesperado narrador de un capítulo tan original como devastador— víctima en la vida real de la misoginia más cobarde, la que se oculta tras el anonimato, por su papel de Capitana Marvel.
Se preguntaba Stephen King hace días a qué venía tanto regodeo con la escasa taquilla de The Marvels. No tardó en responderse: “Es el odio adolescente de los fanboys. Ya sabéis: “¡Puaj! ¡CHICAS!”. La nueva aventura de Larson recibió andanadas de desprecio incluso antes de rodarse. Igual que She Hulk, Ms. Marvel, la Cazafantasmas de 2016, las últimas entregas de Star Wars y cualquier producto de géneros tradicionalmente masculinos en los que se incluyan protagonistas femeninas. No es casualidad que Siete mujeres sea el western más infravalorado de John Ford y Caravana de mujeres se considere un Wellman menor. La explicación es sencilla: ¡Puaj! ¡CHICAS!
The Marvels no merece tamaño escarnio. Es ligera, divertida, entretenida y, sorpresa agradable, breve. Todo lo que se le pide a una película de superhéroes, al menos para los masculinos, siempre ha sido suficiente.
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