¿Frase de Supergarcía o de Aída Nizar?

Que tantos colegas de García admiren sus maneras explica muy bien un tipo de periodismo que confunde opinión con información y utiliza sus púlpitos mediáticos para fiscalizar a quienes no se rinden a su poder

El periodista deportivo José María García, uno de los locutores de radio más emblemáticos, posa durante la presentación de 'Supergarcía', la serie documental de Movistar+ sobre la figura del comunicador, la semana pasada en Madrid.Foto: JUAN CARLOS HIDALGO (EFE) | Vídeo: EPV

“Que tiene virtud para fortalecer el corazón”, dice la RAE de la palabra “cordial”, pero tras el “buenas noches, saludos cordiales” con el que José María García iniciaba su sermón de las ondas, el corazón más que fortalecerse se encogía. García pertenecía, al igual que Encarna Sánchez, a la escuela radiofónica de la ira veterotestamentaria. A él lo recupera un documental, a ella la resu...

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“Que tiene virtud para fortalecer el corazón”, dice la RAE de la palabra “cordial”, pero tras el “buenas noches, saludos cordiales” con el que José María García iniciaba su sermón de las ondas, el corazón más que fortalecerse se encogía. García pertenecía, al igual que Encarna Sánchez, a la escuela radiofónica de la ira veterotestamentaria. A él lo recupera un documental, a ella la resucitará una ficción —él se cargó la suya, la extraordinaria Reyes de la noche, por no ser la hagiografía que cree merecer—. Un movimiento peligroso, hay personajes que, como al tablero de Jumanji, es mejor dejarlos bajo tierra, ya hay bastante espanto en el mundo.

Sorprende que tantos de sus colegas se declaren rendidos admiradores de sus maneras, pero explica que prospere un tipo de periodismo que confunde opinión con información y utiliza sus púlpitos mediáticos para dirimir asuntos personales. Igual de incomprensible resulta que personas con la cartera llena —12 millones de euros cobraba anualmente, según confesó a Milá— y un trabajo que supuestamente les apasiona, rebosen tanta amargura. En aquel programa que atronaba la casa desde el transistor de mi padre nunca percibí periodismo, y mucho menos deporte, sólo polémicas en las que era fácil sospechar intereses personales y una retahíla de insultos, todos eran chupópteros y abrazafarolas, curiosamente recibían parabienes dos de las figuras más siniestras del deporte español: Gil y Villar. Tal vez la prioridad no era fiscalizar a los poderosos, sino a quienes no se rendían a su poder.

Supergarcía permite comprobar que su ego sigue intacto, cada frase podría salir de la boca de la simpar Aída Nizar, el patrón oro del narcisismo. No me sorprendería si despide el capítulo final con un “dios mío, así me hiciste, tan diferente”, aunque seguro que la granhermana le cobraría derechos de autor.

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