La serie de Carlos Saura sobre Lorca, a la que dedicó sus dos últimos años de vida, se rodará en otoño
El cineasta fallecido ha dejado escritos los seis episodios, que iba a dirigir él, y bastante avanzada la preproducción de su aproximación a la figura del poeta y dramaturgo granadino desde la perspectiva de la España actual
Durante sus dos últimos años de vida, Carlos Saura pensó y se apasionó con Federico García Lorca. Ese amor lo compaginó con su documental Las paredes hablan y con otros trabajos, pero de fondo tenía presente una serie, su serie, sobre el artista granadino. El proyecto se titulaba, y se titula, Las voces perdidas (Saura busca Lorca) porque, aunque haya fallecido su creador, el impulso se mantiene. Habrá rodaje este otoño. Podía haber...
Durante sus dos últimos años de vida, Carlos Saura pensó y se apasionó con Federico García Lorca. Ese amor lo compaginó con su documental Las paredes hablan y con otros trabajos, pero de fondo tenía presente una serie, su serie, sobre el artista granadino. El proyecto se titulaba, y se titula, Las voces perdidas (Saura busca Lorca) porque, aunque haya fallecido su creador, el impulso se mantiene. Habrá rodaje este otoño. Podía haber sido su último gran trabajo; ahora su primogénito, Carlos Saura Medrano, se ha convertido en el guardián de este legado, seis episodios de 50 minutos —cada uno titulado con un verso lorquiano— cuyos guiones están listos para rodar, y con la mayor parte de la preproducción acabada. Habrá Saura después de Saura.
La serie pudo existir en vida del cineasta, fallecido hace 10 días. Pero RTVE no entró en el proyecto, y Saura Medrano, en ese momento el productor principal, decidió recurrir a Antonio Pérez, de Maestranza Films (Solas, La voz dormida), que volvió a ponerla en marcha. “Mi padre iba a dirigir los seis episodios”, cuenta su hijo, que ahora apuesta por buscar cinco directores entre veteranos y realizadores de las nuevas generaciones, donde hay muchos creadores que se han autodefinido como nietos fílmicos de Saura. El sexto podría ser el mismo Saura Medrano. “Se convertiría así en una especie de homenaje a Lorca y a mi padre”. Todo el desarrollo fue rematado por el director de Cría cuervos y Deprisa, deprisa, tras dos años de trabajo tanto en preproducción como de escritura de guiones, realizado junto a Borja Echevarría y con el asesoramiento histórico de Agustín Sánchez Vidal. El impulso financiero, la red de seguridad que hace que se vaya a producir la serie sin una plataforma o televisión nacional aún detrás, lo pone el poeta y empresario Alejandro Roemmers.
En el dosier, Saura explicaba: “A medida que se indaga sobre el personaje, cuanto más material se consulta, emerge, sin embargo, un sorprendente Federico García Lorca menos conocido; un tipo simpático, encantador, buena persona y amigo de sus amigos [...]. Un hombre alegre y lleno de vida, que de vez en cuando sufría agudos ataques de melancolía y temor a la muerte”. Y sobre la serie y su homenaje, apuntaba: “El Federico García Lorca creador vital, curioso e imaginativo es un personaje desconocido para los jóvenes de hoy en día, y que estarían encantados de poder acercarse a él si se le presenta con vitalidad y un tempo moderno. Por eso, he estructurado los episodios de esta serie en diferentes planos, tanto de actualidad como de época, que me permitan mantener la atención de los espectadores viajando de un mundo a otro, de una ensoñación a una recreación”.
Con los diferentes planos se refiere a las cuatro narraciones que se entrecruzan: la de Ana, su protagonista, a la que le encargan crear un espectáculo audiovisual que combine teatro, música y elementos biográficos sobre Lorca; la segunda ilustra su relación con sus colaboradores y con una sobrina adolescente y rebelde de la que tiene que hacerse cargo en la España actual; el tercer plano lo componen las recreaciones surgidas del trabajo de Ana, y finalmente están los auténticos episodios de la vida del artista granadino.
Antonio Pérez insiste en que los guiones “son preciosos, con unos estupendos personajes femeninos como guías del público”, que ahora están en la elección de reparto —aunque ya había nombres mencionados en vida de Saura— y rematando localizaciones. “Además, estamos con el listado de realizadores y realizadoras a quienes les pueda gustar aportar su talento a este homenaje a dos figuras reconocidas en todo el mundo”, explica el productor.
Amor por los ensayos
Saura Medrano, que trabajó mucho con su padre, recuerda que el cineasta disfrutaba sobre todo de los ensayos. “Le encantaba ese proceso de parar, cambiar, moldear y ajustar. E improvisar. Y por eso la serie ilustra esa labor a través del trabajo que realiza Ana, y que, por tanto, huye del biopic. Para eso ya está la serie de Bardem [Lorca, muerte de un poeta], que estaba muy bien hecha”. Así que decidió dar una vuelta de tuerca a su aproximación. “Hoy, ya hay mucha información a alcance del público, de ahí que mi padre se centrara en los momentos dramáticos lorquianos que más le interesaban y decidió entrar en ellos a través del montaje de la obra. Y con una guía joven, Lux, la sobrina de Ana, porque quería hablar del misterio y la fascinación que puede tener el granadino para las nuevas generaciones”, recuerda su primogénito. “Estaba muy ilusionado. A medida que investigábamos, descubrimos su encanto, que era un tipo majísimo. Cuando Lorca entraba en un sitio, el lugar se volvía lorquiano. Empezó como músico, amigo de Falla, y tuvo que elegir entre las melodías o la poesía. Y le costó. También sufrió por las traiciones de amigos y de amantes”.
Por eso, Saura Medrano recalca lo doloroso del asesinato del poeta y dramaturgo: “Más allá de la barbaridad del golpe militar, y de lo injusto de cada muerte, es que además Lorca nunca había matado una mosca. No pertenecía a ningún partido, aunque es cierto que siempre estuvo a favor de la gente del campo”. Y de la relación de su padre con el granadino, que ya se vio en 2001 en la película Buñuel y la mesa del rey Salomón, explica sobre la serie y la obra de teatro Lorca de Saura, actualmente de gira: “Tanto le apetecía el mundo lorquiano y tanto le empapó, que al cruzarse el proyecto de la obra, lo aceptó. Es algo casi infantil de nuestra profesión: te enganchas, te enganchas y te lo crees. Lo vives, quieres contarlo bien, y ese entusiasmo impulsó a mi padre a llevar la serie adelante”.
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