Dos formas de entender el entretenimiento
‘Cómo meterse en un jardín’ y ‘La rueda del tiempo’ muestran conceptos de producción antitéticos: de la modesta sencillez de la primera al poderío visual de la segunda
Cómo meterse en un jardín (HBO Max) y La rueda del tiempo (Amazon Prime Video) son dos series con conceptos de la producción antitéticos, lo que equivale también a dos conceptos muy diferentes del entretenimiento: la modesta sencillez de la primera, y el poderío y los efectos especiales de la segunda.
En el caso de la ...
Cómo meterse en un jardín (HBO Max) y La rueda del tiempo (Amazon Prime Video) son dos series con conceptos de la producción antitéticos, lo que equivale también a dos conceptos muy diferentes del entretenimiento: la modesta sencillez de la primera, y el poderío y los efectos especiales de la segunda.
En el caso de la británica de los jardineros encaja perfectamente con lo que Guillermo Cabrera Infante comentó en su día: “En Inglaterra, si se excarba en cualquier jardín de un adosado, aparecerá un cadáver”. En el del matrimonio de Susan y Cristopher Edwards, interpretados excelentemente por Olivia Colman y David Thewlis, son dos los cadáveres que aparecerán 15 años después de ser enterrados. Son los de los padres de Susan, Patricia y William Wycherley, los que le dieron una amarga nfancia a la protagonista y un final de fiesta lamentable: 25 años de prisión a cada uno de los Edwards por un doble homicidio. Un inteligente guion y dirección de Ed Sinclair y Will Sharpe consiguen de Cómo meterse en un jardín una pequeña y sobria joya de la industria televisiva, muy en consonancia con ese humor británico, entre sórdido y siniestro, del que ya Alexander Mackendrick, en 1955, había firmado la excelente El quinteto de la muerte.
La estadounidense La rueda del tiempo suponemos que persigue otros objetivos: la clave es el deslumbramiento de los espectadores y para ello muestra un alarde de efectos especiales, figuración, vestuario y paisajes espectaculares para narrar una historia de magia en una atmósfera en la que no se concibe la épica sin el sufrimiento y la crueldad. Deslumbrante visualmente, bastante elemental en su contenido que, suponemos, contentará a quienes les gusta lo fantástico, esencialmente los jóvenes.
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