‘El fin del amor’: Lali Espósito y Leticia Dolera se unen a Tamara Tenenbaum para revolucionar el romance y el sexo del siglo XXI
La comedia dramática de Amazon Prime Video ficciona el exitoso ensayo de la filósofa argentina, que en la adolescencia huyó de las estrictas normas del judaísmo ortodoxo para encontrarse con otras igual de numerosas en el mundo laico
En el exitoso ensayo El fin del amor. Amar y follar en el siglo XXI (Seix Barral), Tamara Tenenbaum (Buenos Aires, 33 años) recuerda cómo descubrió la diplomacia del cortejo cuando abandonó los estrictos preceptos del judaísmo ortodoxo para entrar en un instituto público. Pasó de la infinidad de tabúes y prohibiciones en torno al sexo opuesto que imponía su antigua religión a la gran cantidad de códigos que existen en torno al amor actual que, para sus nuevos compañeros de clase, ...
En el exitoso ensayo El fin del amor. Amar y follar en el siglo XXI (Seix Barral), Tamara Tenenbaum (Buenos Aires, 33 años) recuerda cómo descubrió la diplomacia del cortejo cuando abandonó los estrictos preceptos del judaísmo ortodoxo para entrar en un instituto público. Pasó de la infinidad de tabúes y prohibiciones en torno al sexo opuesto que imponía su antigua religión a la gran cantidad de códigos que existen en torno al amor actual que, para sus nuevos compañeros de clase, eran palabra de Dios. Vivir entre esas dos aguas le otorgó la distancia y la lucidez necesarias para analizar las formas y modos románticos de toda una generación y defender en su texto que la pareja no debe ser el centro de nuestro universo.
Todo ese relato personal se convierte en una reflexión coral en El fin del amor, comedia dramática argentina que ficciona las reflexiones de Tenenbaum a través de tramas y personajes inspirados en su propia vida. Amazon Prime Video intenta colocarse en la conversación global con esta serie que llega a las pantallas de todo el mundo el próximo 4 de noviembre.
La trama explora el viaje de Tamara, una filósofa de la cultura pop que sirve de trasunto de la propia Tenenbaum. Durante una de sus intervenciones radiofónicas en Buenos Aires, la protagonista se sorprende hablando de la libertad cuando ella misma no se siente libre. Entonces, se rebela contra el amor romántico y la monogamia en una búsqueda por descubrir su verdadero deseo. Tras reencontrarse con su propia educación judía ortodoxa, deja a su novio y busca una alternativa al concepto tradicional de romance, como en su día hizo con su fe.
Cuatro mujeres conforman el póker femenino en la producción ejecutiva de este proyecto, de 10 entregas de media hora cada una. La guionista nominada al Emmy Erika Halvorsen decidió contactar con la escritora al leer su libro, sorprendida al descubrir el pasado religioso de quien denomina “la reina de la rebeldía”, tal y como explicaba a mediados de septiembre en un cine de Madrid, tras una proyección privada de los primeros capítulos de esta comedia. Fue solo el comienzo. Sabiendo que la industria iba a tratar la adaptación de un ensayo filosófico, que es además un relato femenino, como un proyecto de nicho, convenció a una “reina del pop” como Lali Espósito (Sky Rojo), una de las artistas más famosas en el mundo latino actual, para que apareciera como actriz principal, y ayudara así a que la serie se convirtiera en un relato de masas. Terminó por invitar a la española Leticia Dolera, cuya premiada serie Vida perfecta se había convertido para ella en “un absoluto referente de los relatos femeninos en pantalla”, para que se encargara de dirigir los episodios iniciales de esta historia.
Protagonista irritante
Entre las idas y venidas con el pasado y el presente de la Tamara ficticia, el espectador descubre a un personaje contradictorio, muy a menudo irritante. “La primera serie generacional de chicas que vi fue Girls y sigo pensando que es la mejor en ese ámbito. Lo creo por su personaje principal. Es insoportable. Las chicas jóvenes quieren ser como la protagonista de Fleabag. Nadie quiere ser Hannah Horvath [el personaje principal de Girls creado por Lena Dunham]. Y eso me parece una genialidad. Es la magia de la ficción, que sigues a gente que no querrías tener en tu vida, pero que no puedes dejar de mirar”, admite Tenenbaum a este periódico. Pensando en lo detestable de su falsa Tamara, desde el principio le estimuló la idea de ver a un “personaje público tan adorado y adorable como Lali [Espósito]” encarnándolo en pantalla.
Espósito, cantante y actriz con más de 11 millones de seguidores en Instagram, aceptó el reto. “Me entusiasmaba la idea de hacer un personaje políticamente incorrecto, poner a prueba al público invitándoles a divertirse y también contribuir creando algo que no se ha hecho antes en la industria”, comentó durante su visita a España para hablar de El fin del amor.
De tanto deconstruir el ideal romántico, El fin del amor se suma a la tendencia actual de los relatos en los que las relaciones primordiales no son las de pareja o las de familia, sino las de amistad. “Aunque las de amistad sean relaciones elegidas y no amorosas, enfrentan problemas muy similares. Y no por eso hay que descartar amistades, sino trabajarlas como se haría con una pareja o un familiar”, advierte Tenenbaum.
La serie pretende también ofrecer un análisis constructivo sobre la religión, sin evitar la crítica. Lo hace a través de la relación que la protagonista mantiene con una de esas amigas, Sara, compañera de la infancia que decidió seguir los preceptos que marcaba su religión. “No lo mostramos como una persona que quedó atrapada, sino como alguien que eligió un camino distinto. Lo que a una le parece liberador, a la otra le parece opresivo y viceversa”, comenta la escritora, quien no cuenta con una persona así en su vida real, pero que deseaba “plantear esa utopía en el guion”.
Dolera recuerda “lo opresivas que son las religiones”, en especial con la mujer. “Pero no solo con ellas. Hay quien ha matado en nombre de ellas. Todo eso hay que criticarlo y cambiarlo. Por fortuna, en la serie hay mucho del pensamiento filosófico de su autora, que nos invita a entender, desde el respeto, por qué parte de la humanidad necesita de esa estructura de la religión”, explica. Otra de las grandes valías de El fin del amor para la directora española es cómo aborda el concepto de libertad. “Es un término siempre cuestionado. Todo el mundo lo usa, pero suele ser muy tramposo. A menudo, la libertad oprime. No es lo mismo ejercer tu libertad siendo rico, desde el liberalismo, que siendo pobre. En el terreno de las relaciones entre hombres y mujeres, la libertad también puede llegar a oprimir. Y quizá son las narraciones las que liberan, construyendo referentes que muestren formas de vivir y sentir alternativas a las establecidas”.
Hace menos de dos años, en diciembre de 2020, Argentina logró legalizar el aborto tras mucho tiempo de lucha en las calles. Tenenbaum tiene claro cómo se configurarán los siguientes logros del feminismo en su país. “Serán sin duda menos espectaculares, pero muy necesarios. Habrá que trabajar en la pobreza de Argentina, que afecta a hombres y mujeres, pero en especial a ellas. Y en los feminicidios, cuya cifra no ha variado en las últimas dos décadas. Ahí hay algo que falla y que debemos abordar”, defiende.
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