De héroe de los derechos civiles a violador en serie: el documental sobre las banderas rojas en torno a Bill Cosby
La serie, deliberadamente ‘woke’ y que puede verse en Movistar Plus+, no solo hace recuento de víctimas del cómico estadounidense, también analiza cómo y por qué supo manipular a toda una nación durante más de medio siglo
La cada vez más común pregunta sobre si debemos separar la vida y la obra de un artista no da a lugar en el caso de Bill Cosby. En los últimos tiempos nos planteamos cómo conmemorar el 50 aniversario de la muerte del misógino Pablo Picasso bajo el prisma del Me Too y comentamos sin muchos miramientos que Caravaggio, ...
La cada vez más común pregunta sobre si debemos separar la vida y la obra de un artista no da a lugar en el caso de Bill Cosby. En los últimos tiempos nos planteamos cómo conmemorar el 50 aniversario de la muerte del misógino Pablo Picasso bajo el prisma del Me Too y comentamos sin muchos miramientos que Caravaggio, además de pintor, era un asesino. Pero Cosby se convirtió a través de la televisión, en especial con su serie homónima, la primera que mostraba en horario de máxima audiencia a un hombre negro vivir como un hombre blanco, en un líder de los derechos civiles para la comunidad afroamericana. ¿Cómo conciliar su relevancia social con la de alguien que aprovechó su posición privilegiada para drogar a decenas de mujeres y agredirlas sexualmente?
Tenemos que hablar de Cosby, la serie documental de cuatro capítulos estrenada en el festival de Sundance 2022 y que puede verse en Movistar Plus+, no se limita a recopilar testimonios de sus víctimas. En especial, reflexiona en torno a esa compleja yuxtaposición, a cómo el cómico pudo manipular durante tanto tiempo a toda una nación inmóvil ante sus abusos. Dirige W. Kamau Bell, humorista y presentador negro nacido en la década de los setenta que es, por tanto, un hombre criado en los brazos del protagonista de un relato que se convierte en personal y generacional.
Para construir la narrativa del héroe convertido en villano, Bell analiza de forma minuciosa cómo Cosby diseñó al milímetro su carrera y su imagen pública. Como monologuista, se abrió paso en la televisión de los años sesenta al fingirse inofensivo, eliminando toda referencia al conflicto racial que vivía Estados Unidos en esos momentos. Logró un hito al interpretar a una especie de James Bond negro en la serie Yo espía, se casó, tuvo hijos y compartió con los medios su idílica vida familiar.
Antes de finalizar la década, completamente consolidado, conquistó al público infantil y, ya sí, lo educó en materia de igualdad racial a través de la cadena pública PBS. Era, como dice uno de los invitados de la serie, el primer profesor negro para muchos espectadores en un momento en el que apenas podían verse en las aulas docentes que no fueran blancos. A partir de ese momento decidió dejar de ser una joven estrella del entretenimiento para convertirse en el padre de toda una nación.
En paralelo, Tenemos que hablar de Cosby traza el perfil criminal del actor. Varios testimonios de mujeres explican cómo les ofrecía pastillas con las que quedaban noqueadas, mientras él lanzaba un mensaje a su joven audiencia en distintas campañas de concienciación: di no a las drogas.
El documental emplea a propósito, casi con orgullo, un término propio de la tan denostada comunidad woke, aquella que, a riesgo de resultar pesada, decide mantener una actitud vigilante ante la desigualdad social. Es el de la bandera roja. Bill Cosby siempre estuvo rodeado de ellas. Uno de sus chistes y comentarios recurrentes durante décadas era el de la mosca española, una sustancia supuestamente afrodisiaca que él recomendaba colar de forma disimulada en las bebidas de las mujeres. Lo hizo incluso en los años noventa, durante una entrevista televisiva con Larry King que no levantó ni una sola ceja entre los espectadores.
Puedes seguir EL PAÍS TELEVISIÓN en Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.