Un recuerdo a las mujeres que rompieron el silencio con música electrónica
Filmin recupera el documental ‘Sisters With Transistors’, que no sacrifica lo experimental de su temática para contentar a un público masivo
Las mujeres bien saben que la historia está acostumbrada a olvidarse de su existencia y sus logros. Pero la música electrónica permitió a un grupo de ellas romper el silencio al que estaban condenadas creando sonidos que 50, 70 e incluso 100 años después siguen resultando modernos. Una selección de estas pioneras, de distintos lugares, de distintas épocas, se congregan en Sisters With Transistors (Hermanas con transistores), el documental de Lisa Rovner de 2020 que ...
Las mujeres bien saben que la historia está acostumbrada a olvidarse de su existencia y sus logros. Pero la música electrónica permitió a un grupo de ellas romper el silencio al que estaban condenadas creando sonidos que 50, 70 e incluso 100 años después siguen resultando modernos. Una selección de estas pioneras, de distintos lugares, de distintas épocas, se congregan en Sisters With Transistors (Hermanas con transistores), el documental de Lisa Rovner de 2020 que Filmin ha sumado recientemente a su catálogo.
Con gran acierto, es la artista Laurie Anderson la encargada de prestar su voz a sus antecesoras y de narrar un relato que se atreve a no sacrificar lo experimental de su temática para contentar a un público masivo. Sisters With Transistors no rebaja su contenido, no es condescendiente ni con el espectador ni con sus protagonistas. Defiende que lo que ellas hicieron sigue siendo vanguardista, extraño, radical, ruidoso e incluso incómodo.
Si en algo falla el largometraje es en mantener una estructura narrativa demasiado convencional para analizar un fenómeno que lo es bastante poco. La biografías de cada una de estas mujeres se suceden en orden casi cronológico y por separado, sin apenas intersección entre ellas ni contraposición con la actualidad, lo que hace que el sólido contexto histórico en el que las sitúa pierda buena parte de su fuerza.
La lituana Clara Rockmore fue en su infancia un prodigio del violín que amplió los sonidos de su instrumento de cuerda con el theremín, hace exactamente un siglo. Con su efervescente peinado, solo controlado por pañuelos y turbantes, parecía una pitonisa capaz de acercar el futuro a su público. Daphne Oram reivindicó con naturalidad que el terreno de los empollones también podía ser femenino: desde la BBC creó la máquina Oramics, que dibujaba sonidos al convertir imágenes gráficas en música. Suzanne Ciani colaba, ya en la década de los ochenta, sus innovadoras melodías en los hogares estadounidenses a través de los late nights de la época. Y Delia Derbyshire trascendió a la cultura popular cuando compuso la sintonía de la serie británica Doctor Who. Hasta que ellas llegaron, reivindica el documental de Rovner, el término compositor era sinónimo de hombre muerto. Y ahí estaban las Mozart y Beethoven modernas para defender con su mera presencia que la mujer es el recurso natural más desaprovechado del planeta, como reza un cartel aparecido en una imagen de archivo del documental.
La película es también un recuerdo a todas esas posibilidades que trajo consigo la llegada de la tecnología. Entre ellas, destaca Sisters With Transistors, la de ver a algunas mujeres tomar el mando de la situación ante gigantescos sintetizadores, registrando los sonidos de un nuevo mundo industrial y eléctrico. Frente a la aparatosa herramienta con la que creaban melodías inéditas, algunas de las protagonistas del relato de Rovner parecen chicas del cable, aquellas mujeres a medio camino entre la tradición y la liberación que otorgaba la independencia laboral. Solo que, esta vez, podían expresar de un modo novedoso y abstracto lo que pasaba por sus cabezas.
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