Oscar Isaac se multiplica en ‘Caballero Luna’
El actor guatemalteco es el protagonista de la nueva serie de Marvel, con un superhéroe con personalidad múltiple
Steven Grant es un amable trabajador de la tienda del Museo Británico de Londres. Su vida podría parecer normal y corriente, salvo por ciertas lagunas mentales, por esas personas que le saludan y él no conoce, o porque ha optado por dormir atado con cadenas a su cama para asegurarse de no despertar en un lugar donde no recuerda cómo ha llegado. Podría ser un tipo normal y corriente si no fuera porque es solo una de las varias identidades que comparten un mismo cuerpo. Steven Grant, que se dará de bruces con el trastorno de identidad disociativo que padece, sirve de puerta de entrada del espect...
Steven Grant es un amable trabajador de la tienda del Museo Británico de Londres. Su vida podría parecer normal y corriente, salvo por ciertas lagunas mentales, por esas personas que le saludan y él no conoce, o porque ha optado por dormir atado con cadenas a su cama para asegurarse de no despertar en un lugar donde no recuerda cómo ha llegado. Podría ser un tipo normal y corriente si no fuera porque es solo una de las varias identidades que comparten un mismo cuerpo. Steven Grant, que se dará de bruces con el trastorno de identidad disociativo que padece, sirve de puerta de entrada del espectador al universo de Caballero Luna, la serie de seis capítulos que Disney+ estrena el miércoles 30 de marzo.
Sin relación con el resto del universo cinematográfico y televisivo de Marvel, Caballero Luna es la historia de un superhéroe atípico: a cambio de una segunda oportunidad en la vida, el mercenario Marc Spector (la identidad original del protagonista) aceptó convertirse en una especie de representante en la Tierra del dios egipcio de la Luna, Khonshu, con lo que de paso adquirió unos poderes sobrehumanos. La adaptación televisiva apuesta por combinar la oscuridad del cómic original y su reflexión sobre la salud mental con las historias de aventuras al estilo Indiana Jones y la mitología, todo regado con toques de terror y de humor. Pero, sobre todo, tiene su mayor activo en un Oscar Isaac casi omnipresente en pantalla, y en ocasiones por partida doble.
El actor guatemalteco, de 43 años, no solo interpreta varios personajes, con sus diferentes acentos, diferentes formas de moverse y, en general, diferentes actitudes. Su implicación en la serie fue tal que, aunque firmó inicialmente solo como actor (“por si quedaba horrible, poder decir: ‘No es mi culpa, yo solo vine como actor”, bromea), terminó convirtiéndose en productor ejecutivo y tomando decisiones sobre diferentes aspectos de esta ficción. “Vi que había oportunidad de colaborar, dar mis ideas, hablar del traje, los acentos, el personaje, escribir diálogos, escoger la música, el casting…”, detalla. “Había mucha confianza mutua, y por eso se convirtió en una cosa tan creativa”, continúa, orgulloso del resultado de una serie en la que, asegura, sus responsables han podido experimentar e ir más allá de lo que esperaban.
La gira promocional del actor paró en Madrid en los días en los que los suelos de la capital estaban cubiertos de polvo del desierto, como si de una gran campaña orquestada por Disney se tratara. Porque las andanzas de Steven Grant, Marc Spector y compañía les llevarán, por supuesto, a las pirámides de Egipto. “Empecé con Steven Grant”, explica Isaac sobre el proceso de construcción de las diferentes identidades de su personaje. “Antes de decir que sí al proyecto, tenía que encontrar ese personaje para estar seguro de que lo quería hacer. Y vi una oportunidad de hacer un personaje que no estaba en el guion, algo cómico, un poco raro, también muy amable, muy sincero, con un acento inglés muy específico… Cuando encontré el acento, cómo se mueve físicamente, empecé a entender la historia. Y tras crear ese personaje, pasé a cómo podría ser el contrapunto y cómo crear tensión entre los dos”, explica.
En pantalla, el peso de la historia recae en Isaac y en su capacidad para dotar de identidad propia a cada una de las personalidades que interpreta, incluido el héroe enmascarado. “Lo más complicado fue todo lo técnico, las escenas en las que tengo que estar conmigo mismo”, dice sobre secuencias en las que uno de las identidades habla con la otra reflejada en un espejo. “Como actor, me gusta estar en el momento, reaccionar a lo que me dan, y todas las tomas son un poco diferentes. Pero en esas escenas tuve que decidir antes de hacerlo, planificar lo que iba a hacer con cada personaje, dónde me iba a mover, dónde iba a ir, y luego recordarlo y hacer el otro personaje”. A Isaac le acompañan en pantalla Ethan Hawke, como el villano de la historia, y May Calamawy, como su compañera de aventuras. Responsabilidad del actor fue también parte del humor trufado en el relato. “Para poder entrar en ese mundo y desarmarlo, es mejor hacerlo con humor, suavecito, con ese hombre que parece medio bobo. Así se puede desarrollar la historia y adentrarse más y más en la oscuridad”.
Que Caballero Luna sea una serie y no una película parece dar tranquilidad al actor. “No tenemos la presión de que, cuando se estrene, tenga que hacer 200 millones de dólares porque si no es un fracaso. Al ser una serie, no tienes esa presión y puedes experimentar más y hacer una cosa más extraña”.
En 2015, Oscar Isaac accedió al mundo de los taquillazos cinematográficos por la puerta grande al entrar en el universo de Star Wars. Después vinieron X-Men o Dune, títulos que el actor ha combinado con proyectos más pequeños y de autor. En televisión, por ejemplo, en pocos meses ha estrenado la intimista Secretos de un matrimonio (HBO Max) y la superproducción de Marvel Caballero Luna. “El trabajo de actor es igual en unos y otros, tengo que usar mi imaginación y crear un momento que se sienta real, honesto. Puede ser en una nave en el espacio o en un cuarto con otra persona frente a ti”. ¿Y él dónde se siente más cómodo, en las grandes producciones o en las más pequeñas? “Eso no entra tanto en la ecuación. Para mí lo importante es si hay espacio para hacer algo interesante y creativo. En este ejemplo sí pude hacer algo que siento muy personal, muy intenso, creativo a un nivel enorme”, responde.
Huir de etiquetas
De padre cubano, madre guatemalteca y criado desde los cinco años en Miami, contesta a las preguntas en español, aunque de tanto en cuanto se cuela alguna palabra en inglés. Desde sus primeros pasos en la interpretación tuvo como objetivo no encasillarse como latino o, puntualiza, en “cómo Hollywood ve a los latinos, que es más estereotípico”. “Estoy contento de haber podido hacer diferentes proyectos y personajes, pero sí era algo en lo que estaba enfocado. Al empezar, cuando no te dan muchas oportunidades y por fin te llega algo pero ves que es lo estereotípico, o puedes intentar convencerlos de que lo cambien o tienes que decir que no, y eso pasó algunas veces. Pero eso está cambiando. Yo crecí en un tiempo en el que no querías etiquetas, era lo último que quería, encasillarme. Ahora vivimos en un tiempo en el que todos tienen que tener su etiqueta exacta. Me da miedo que regresemos a un tiempo en el que había mucha menos libertad en el arte”.
El endiablado ritmo de trabajo en el que ha estado inmerso Oscar Isaac estos últimos años ha frenado, según reconoce el actor. “Este es mi único proyecto este año, al menos no estaré en un set”, dice. No debe ser sencillo parar cuando se está en la cresta de la ola. “Es como ser adicto al trabajo, es una rutina, siempre estás buscando la siguiente cosa. Y sí, es difícil parar, pero es parte de crecer y madurar, no tengo que ir agarrando todo. Está bien descansar un poco, estar en el momento, estar más presente”.
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