La soledad según Billie Eilish
Disney+ estrena ‘Happier Than Ever: A Love Letter to Los Angeles’, una película en la que la estrella del pop se acompaña de Gustavo Dudamel y la Filarmónica de Los Ángeles para embellecer el lado oscuro de la fama
Un inmenso escenario circular donde una cantante, tímida, casi fantasmal, canta para unas enormes gradas vacías. Es de noche y una luz azul baña el coso. Hay algo irreal en el ambiente. Más aún cuando esa chica antes era un dibujo animado que abandonaba un estudio de grabación para huir a alguna parte. Ese lugar solo parece ser el inmenso escenario, en este caso el del emblemático Hollywood Bowl de Los Ángeles. El dibujo animado es Billie Eilish, cuyas tribulaciones por la ciudad californiana de los sueños quedan asociada...
Un inmenso escenario circular donde una cantante, tímida, casi fantasmal, canta para unas enormes gradas vacías. Es de noche y una luz azul baña el coso. Hay algo irreal en el ambiente. Más aún cuando esa chica antes era un dibujo animado que abandonaba un estudio de grabación para huir a alguna parte. Ese lugar solo parece ser el inmenso escenario, en este caso el del emblemático Hollywood Bowl de Los Ángeles. El dibujo animado es Billie Eilish, cuyas tribulaciones por la ciudad californiana de los sueños quedan asociadas a las canciones de la misma Eilish de carne y hueso que está en el escenario. Una simbiosis que marca Happier Than Ever: A Love Letter to Los Angeles, la película de una hora de duración recientemente estrenada por Disney+.
Happier Than Ever: A Love Letter to Los Angeles no es un documental. Tampoco es un concierto al uso. Es un experimento audiovisual, dirigido por Patrick Osborne y Robert Rodriguez —Abierto hasta el amanecer (1996), Sin City (2005)—. Como en esa última película, Rodriguez recurre a una sugerente animación para mostrar a Billie Eilish como una simple joven de Los Ángeles, que le gusta conducir, pasear de noche y estar lejos de los focos de la fama mientras contempla la ciudad que ama. Sin embargo, la animación es un recurso maquillador más que definitivo. Es la verdadera Eilish, la de carne y hueso, la que con su música, con esa voz susurrante y las letras de sus canciones dolientes, hace de auténtico motor de la película y, a la vez, es la única que habla y afirma: “Agradezco a Los Ángeles mi infancia y mi crecimiento en ella. Cada año me gusta más”.
De alguna forma, esta carta audiovisual de amor a Los Ángeles es otra manera de promocionar su último disco, Happier Than Ever, publicado el pasado julio. Es algo cada vez más recurrente entre las estrellas del pop y el rock. El consumo musical ha cambiado tanto que hoy también se tienen en cuenta las plataformas digitales de vídeo para llegar a más oyentes. Dentro de la imperante cultura audiovisual actual, donde YouTube es el canal más demandado para el consumo musical por encima de Spotify o Apple Music, la música también necesita verse. No hay sencillos que no se presenten sin sus videoclips, cada día más trabajados, pero ahora también se crean películas que acompañen a discos. Antes que Billie Eilish, han explorado esta vía Taylor Swift o Bruce Springsteen, entre otros. De hecho, la propia Eilish había protagonizado The World’s a Little Blurry, un documental que exploraba la intimidad del fenómeno pop más grande de los últimos tiempos.
Con esta película, el icono más internacional de la conocida generación Z se muestra más adulta, perdiendo frescura y ese rollo sombrío y rompedor con el que revolucionó el pop en 2019 gracias a su primer disco, When We All Fall Asleep, Where Do We Go?. Se la ve con su pelo rubio platino y una mirada tierna, muy distinta a la chica con mechones verdes y ojos inquietos del pasado. Es algo que también mostró en su sobresaliente último disco, en el que habla del lado oscuro de la fama y la presión social, una obra de profundo calado emocional donde palpita la soledad de una reina en una jaula de oro que no quiere ser reina y haría añicos la jaula.
No hay sencillos que no se presenten sin sus videoclips, cada día más trabajados, pero ahora también se crean películas que acompañen a discos
En el filme de Disney+, Eilish canta todas las composiciones en el mismo orden discográfico mientras una puesta en escena visual deslumbra. Hay mucha elegancia en las interpretaciones en las que le acompaña su inseparable hermano Finneas. No es el único. En la tercera intervención, Eilish toca Billie Bossa Nova y tiene con ella a Gustavo Dudamel al frente de la Filarmónica de Los Ángeles y al guitarrista brasileño Romero Lumbabo. El director venezolano y su impresionante séquito aparecen en más canciones para embellecer el ambiente y dotar de una dimensión más sensual y extraordinaria las baladas de romántica soledad de Eilish, una antidiva desde sus comienzos que se presenta con ropajes anchos y hace en esta película un alegato contra la tiranía de la imagen: “Si me pongo algo más cómodo, no soy una mujer. Si me quito las ropas, soy una guarra… ¿Mi valor depende de vuestra apreciación sobre mí? No es mi responsabilidad”.
Con una ciudad de Los Ángeles presentada como un rumor, un decorado propio de una ensoñación, el dibujo animado de Eilish parece menos frágil que la persona real, la misma que canta con delicadeza y clama por su vida en un concierto sin público, en un escenario perfecto para alguien que trata de entender su realidad.
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