Cómo sobrevivir a ser la madre del asesino de Columbine
El documental ‘Criando a un asesino en masa’, que estrena este miércoles Movistar+, da voz al estigma de quienes están en el lado oculto de las matanzas escolares en Estados Unidos
Han pasado más de 20 años, pero Sue Klebold no puede evitar seguir preguntándose si algo de lo que hizo en el pasado provocó el terrible desenlace al que lleva sobreviviendo todo este tiempo. Su hijo, Dylan, fue uno de los dos estudiantes que perpetraron la matanza de Columbine en 1999, una de las más fatídicas masacres en escuelas estadounidenses. Él y su compañero, Eric Harris, mataron a 13 ...
Han pasado más de 20 años, pero Sue Klebold no puede evitar seguir preguntándose si algo de lo que hizo en el pasado provocó el terrible desenlace al que lleva sobreviviendo todo este tiempo. Su hijo, Dylan, fue uno de los dos estudiantes que perpetraron la matanza de Columbine en 1999, una de las más fatídicas masacres en escuelas estadounidenses. Él y su compañero, Eric Harris, mataron a 13 personas e hirieron a otras 24 antes de suicidarse en su instituto de Littleton, en Denver. El documental Criando a un asesino en masa, que incorpora a su catálogo Movistar+ este miércoles, explora el duelo al que se enfrentan los padres de este tipo de criminales adolescentes. En el caso de Sue, el proceso es doble. Además de perder un hijo, tiene que procesar el grado de violencia al que llegó el joven mientras vivía bajo sus cuidados.
“Sue es una mujer que ha escrito libros y da charlas sobre su experiencia. Tiene como objetivo el digerir lo que le ha pasado y ha construido un discurso muy claro y coherente en torno a ello. Sus incertidumbres alimentan las preguntas que el espectador se hace sobre sí mismo. Habiendo vivido una experiencia tan poco común, ella es capaz de conectar con casi todos los que la ven en pantalla”, cuenta el matrimonio suecodanés, formado por Frida y Lasse Barkfors, que dirige este largometraje. Charlan sobre él en una conversación telemática desde el sur de Suecia durante una tarde de abril, mientras el documental se estrena mundialmente en el festival de cine de Copenhague, CPH:DOX.
“Lo fácil de pensar es que, aun siendo maravillosas personas, algo tuvieron que hacer mal para que algo así ocurriera”.Frida Barkfors, directora del documental
Además de este testimonio, Criando a un asesino en masa fija su mirada en Clarence Elliott. Su hijo Nicholas tenía 16 años en 1988, cuando disparó y mató a su profesora, Karen Farley, en una escuela cristiana de Virgina. Y, en 2001, Jeff Williams, el tercer protagonista de este relato, se dirigió de inmediato a la escuela secundaria de su hijo cuando se enteró de que allí había ocurrido un tiroteo. Al llegar, descubrió que Andy no era una de las víctimas, sino el homicida. Con 15 años, asesinó a dos compañeros de edades parecidas a la suya y dejó malherido a otro más. Ambos agresores cumplen condena en estos momentos. Y son solo una muestra de los más de 1.300 ataques masivos que ha registrado Estados Unidos en el último medio siglo. Los prejuicios en torno a lo que significa ser un buen padre, el dolor hacia las víctimas y los tabúes y traumas a los que se enfrentan sus protagonistas son algunos de los temas que alimentan este documental.
“Lo fácil de pensar para el espectador, incluso para nosotros antes de empezar a rodar con ellos y pasar tiempo juntos, es que, aun siendo maravillosas personas, algo tuvieron que hacer mal, aunque fuera una sola equivocación, para que esto ocurriera. Simplemente porque son los padres de los asesinos. Conocimos a cinco de ellos, aunque en la película solo aparezcan tres casos. Y en todos los casos nos dimos cuenta de que no habían cometido errores fuera de lo normal, nada que no le haya ocurrido a cualquier otro padre del mundo. Esta es una película sobre personas normales ante una tragedia muy poco convencional”, comenta Frida Barkfors, quien recuerda que la figura de los asesinos apenas aparece en este relato.
Durante casi tres años, la pareja de directores convivió y entrevistó a tres personas que no están acostumbradas a que se les pregunte cómo están, por la incomodidad de las circunstancias que rodean sus vidas. “En vez de hacerlo más complicado, el que hayan estado tanto tiempo incomunicados nos ayudó a conectar con ellos. Una vez que percibieron que nuestra intención no era juzgarlos, se atrevieron a mostrar su necesidad de ser escuchados”, destacan los cineastas.
En conjunto, la película muestra relatos por completo diferentes, cada uno con sus propias circunstancias que no establecen un patrón común. No todos los asesinos estaban sufriendo aislamiento o acoso escolar ni vivían una difícil situación familiar. Tampoco comparten un diagnóstico mental. “Muchos de estos casos surgen por la desesperación que sienten los asesinos. Pero el origen de ese sentimiento no es uno solo”, explican los Barkfors. Donde sí hay unanimidad es en el fácil acceso que tuvieron todos estos adolescentes a las armas de fuego, lo que siempre ha mantenido vivo el debate en torno a la ley que controla su posesión en Estados Unidos.
Fin de trilogía
Criando a un asesino en masa es el fin de una trilogía centrada en sendos estigmas sociales. Se concibió al finalizar el primero de los largometrajes que la componen, Pervert Park (2014), en el que los directores exploran un parque de Florida que ocupan más de 100 delincuentes sexuales convictos. Desde ese momento, decidieron profundizar en sentimientos universales como la vergüenza y la culpabilidad a partir de relatos poco tratados en el cine. “Esa primera película fue una experiencia que nos abrió los ojos sobre muchos aspectos relacionados con cómo rodar un documental. Quisimos registrar en ese parque algo muy poco común: el día a día y la cotidianidad de aquellos a los que la mayor parte de la sociedad no considera personas. Nos dimos cuenta de que jugar con ciertos límites nos daba una vía de creación que todavía se podía explorar más”, cuentan los Barkfors sobre cómo planearon varios documentales bajo un mismo paraguas temático.
La segunda de las películas que forman parte de este tríptico audiovisual, La muerte de un hijo (2017), puede verse a través de Amazon Prime Video. Aborda un tema igualmente incómodo: el trauma que experimentan padres que han causado la muerte de sus propios hijos de forma involuntaria, tras dejarlos olvidados dentro de un coche. “Al igual que en Criando a un asesino en masa, estos padres deciden hablar ante una cámara a pesar del rechazo social que sufren porque sienten que sus palabras pueden quizá ayudar a otros y que la experiencia puede servir de catarsis”, concluye Lasse Barkfors.
Conocer lo desconocido
“La última vez que oí la voz de mi hijo fue cuando salió por la puerta principal de camino a la escuela. Dijo una palabra en la oscuridad: ‘Adiós”, comienza diciendo Sue Klebold, la madre de uno de los autores de la matanza de Columbine, en la charla Ted Talk con la que lleva años compartiendo su experiencia. Durante 15 minutos, intenta hablar de asuntos que no suelen ser comentados en torno a estos casos: “Sé que voy a vivir con esta tragedia, con estas múltiples tragedias, el resto de mi vida. Sé que muchos pensarán que mi pérdida no puede compararse con la pérdida de otras familias. Sé que mi lucha no hace la suya más fácil. Sé que hay incluso quienes piensan que no tengo derecho a sentir ningún dolor, sino solo a llevar una vida de penitencia permanente. Al final, todo se reduce a esto: el hecho trágico es que incluso el más vigilante y responsable quizá no pueda ayudar. Pero por el bien del amor, nunca debemos dejar de intentar conocer lo desconocido”.
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