Qué lejos está la España vacía
Los proyectos artísticos y televisivos en zonas alejadas del centro se enfrentan, entre otras cosas, a la pereza de algunos y las ganas de bronca de otros
Cuenta la galerista Juana de Aizpuru, en una entrevista concedida a ABC con motivo de los cuarenta años de Arco, que le gustaría montar un pueblo de artistas en la España vacía, pero que todos están lejísimos, en sitios como Soria o así, algo inviable y latoso, al parecer. Ojalá quedase más a mano esa maldita España vacía, al ladito de Madrid o en Madrid mismo. Qué ingrata es la geografía, siempre frustrando los sueños más hermosos. Que se lo digan a Carlos Areces y su troupe, que para rodar la ...
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Cuenta la galerista Juana de Aizpuru, en una entrevista concedida a ABC con motivo de los cuarenta años de Arco, que le gustaría montar un pueblo de artistas en la España vacía, pero que todos están lejísimos, en sitios como Soria o así, algo inviable y latoso, al parecer. Ojalá quedase más a mano esa maldita España vacía, al ladito de Madrid o en Madrid mismo. Qué ingrata es la geografía, siempre frustrando los sueños más hermosos. Que se lo digan a Carlos Areces y su troupe, que para rodar la serie El pueblo se trasladan a un pueblo de la remotísima Soria. O a Carlos Franganillo, que hace unas semanas ofreció un Telediario temático en un pueblo de la España vacía. Como fui uno de los invitados, me consta lo complejísimo que fue producirlo, dificultades que se habría ahorrado si se hubiese quedado en Torrespaña. Se entiende que De Aizpuru no quiera líos.
Al margen de la distancia, lo importante en estos proyectos artísticos es que el pueblo en cuestión esté vacío de veras, y no solo metafóricamente. Así se evitan malentendidos. Ignatius actuó hace unos días en Alcañiz, contratado por el ayuntamiento, y ha provocado una tormenta política. La oposición de derechas reprocha al alcalde socialista haber ofendido a los alcañizanos que, cándidamente, creían asistir a una comedia familiar y se encontraron con un barbudo desnudo que les instaba a chuparle el pezón. Alcañiz, decían, no está preparada para tales excesos urbanitas. La distancia en este caso no se mide en kilómetros, sino en dureza de mollera, porque hay que tenerla de diamante para proferir gritos de monja ante uno de los genios de la comedia, en vez de agradecer que actúe en tu casa. Las únicas barreras que separan la España vacía de la llena son la pereza de algunos y las ganas de bronca de otros.
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