¿Ventrílocuo?

¿Es racional sentir grima? Es lo que provocaba en mí la gestualidad, la voz, el careto y también los estúpidos muñecos del ventrílocuo y no sé cuantas cosas más Jose Luis Moreno

José Luis Moreno, en una imagen de noviembre de 2016.JuanJo Martín (EFE)

¿Es racional sentir grima? Imagino que está más relacionada con la visceralidad, argumento muy humano. Es lo que provocaba en mí la gestualidad, la voz, el careto y también los estúpidos muñecos del ventrílocuo y no sé cuántas cosas más José Luis Moreno. Hace treinta años me puso una querella porque en la columnita que escribía en un semanario titulada El zoo, en la que trataba de encontrar afinidades y parentescos entre el mundo animal y personajes de la vida pública, comparaba a Moreno con la culebra de agua. ...

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¿Es racional sentir grima? Imagino que está más relacionada con la visceralidad, argumento muy humano. Es lo que provocaba en mí la gestualidad, la voz, el careto y también los estúpidos muñecos del ventrílocuo y no sé cuántas cosas más José Luis Moreno. Hace treinta años me puso una querella porque en la columnita que escribía en un semanario titulada El zoo, en la que trataba de encontrar afinidades y parentescos entre el mundo animal y personajes de la vida pública, comparaba a Moreno con la culebra de agua. Llegaron a un entendimiento el ventrílocuo y el miserable director de la revista, fortalecido por la comprensible amistad entre ambos, y no llegamos a juicio. Celebro mucho y encuentro coherente que la gente poderosa y abominable que me ha requerido en los juzgados jamás haya logrado mi condena.

En aquel artículo inútil y presuntamente ofensivo, aseguraba que la culebra de agua es asquerosa pero inofensiva. Al parecer me equivocaba en lo segundo. Según las acusaciones o las pruebas de la Policía y la Guardia Civil, que imagino están muy bien informadas, el ventrílocuo y productor actuaba como un mangui de altura. El curriculum de sus delitos es amplio y sabroso.

Nunca he podido seguir el cristiano y repetido consejo que me daba mi santa madre: “No desprecies a nadie ni desees su mal”. No comprendo los beneficios ni la magnanimidad de ofrecer la otra mejilla después de haberte hostiado en la primera. A pesar de mi carencia de piedad hacia gente con biografía y conducta deleznables y espíritu retorcido no ha logrado por ello ahuyentarme el sueño ni una sola noche. Creo en la existencia del mal y en sus ancestrales victorias. En el dolor de sus víctimas. No encuentro razones para que deba ser perdonado. Soy así de simplista, maniqueo, bruto y ciego.

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