El verdadero poder
Sobornaría a alguien para leer el guion y enterarme de qué diablos ha pasado para que el proyecto de serie sobre Amancio Ortega no haya cuajado
Si un algoritmo me recomendase una serie sobre Amancio Ortega, respondería, como aquel Felipe González: de entrada, no. Haría falta una amenaza o un incentivo fuertes para que me decidiese a verla (tal vez, escribir una columna sobre ella). Sin embargo, desde que este diario contó que se había malogrado el biopic sobre el mago de Zara que Amazon Prime llevaba seis meses preproduciendo, no quiero ver otra cosa. Sobornaría a alguien para leer el guion y...
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Si un algoritmo me recomendase una serie sobre Amancio Ortega, respondería, como aquel Felipe González: de entrada, no. Haría falta una amenaza o un incentivo fuertes para que me decidiese a verla (tal vez, escribir una columna sobre ella). Sin embargo, desde que este diario contó que se había malogrado el biopic sobre el mago de Zara que Amazon Prime llevaba seis meses preproduciendo, no quiero ver otra cosa. Sobornaría a alguien para leer el guion y enterarme de qué diablos ha pasado para que el proyecto no cuaje, porque nadie ha dado explicaciones, y los que saben la razón están atados por esas cláusulas de confidencialidad que muchos firmamos sin imaginar lo que duele la lengua cuando nos la tenemos que morder.
¿Ha sido Amancio quien ha tumbado la serie? A falta de información, no podemos más que especular. Si así fuera, el fundador de Inditex habría demostrado tener más poder que William Randolph Hearst, tycoon entre los tycoons, que no pudo detener Ciudadano Kane, y bien que lo intentó. Qué satisfacción le darían a Pablo Iglesias si se filtrase alguna prueba de esto. La tele, una vez más, le daría la razón en sus teorías sobre el poder, lo cual es un consuelo, ya que ni los votantes ni sus socios de gobierno se la dan casi nunca, y hasta sus antiguos compañeros de viaje se chotean a cuenta de sus pasiones seriéfilas.
Solo el poderoso de verdad controla lo que dicen de él. Los demás, incluyendo a vicepresidentes, presidentes y hasta reyes eméritos, se resignan a apostillar, asentir o negar lo que otros maldicen de ellos. Vivimos sometidos a las habladurías ajenas. Apenas un puñado de personas en el mundo controlan cada palabra que se dice de ellas. Qué envidia, ser el novelista de tu vida y escoger tú mismo los silencios.
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