Columna

‘Novéntame otra vez’: batallitas paleodigitales

El programa de La 1 repasa el tránsito del ‘walkman’ al mundo conectado. Unos vivieron el inicio de la revolución tecnológica con excitación y otros con desdén

Punset, a la izquierda, en los comienzos del programa 'Redes'.RTVE

El tránsito de la cultura oral al libro halló resistencias en la antigüedad. “Sócrates era un fabuloso conversador que se negó a poner por escrito sus enseñanzas”, cuenta Irene Vallejo en El infinito en un junco (Siruela). El filósofo “acusaba a los libros de obstaculizar el diálogo de ideas, porque la palabra escrita no sabe contestar a las preguntas y objeciones del lector”. Al final, los libros que no escribió él, pero citan su pensamiento, lo hicieron inmortal.

La generación que llaman boomer...

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El tránsito de la cultura oral al libro halló resistencias en la antigüedad. “Sócrates era un fabuloso conversador que se negó a poner por escrito sus enseñanzas”, cuenta Irene Vallejo en El infinito en un junco (Siruela). El filósofo “acusaba a los libros de obstaculizar el diálogo de ideas, porque la palabra escrita no sabe contestar a las preguntas y objeciones del lector”. Al final, los libros que no escribió él, pero citan su pensamiento, lo hicieron inmortal.

La generación que llaman boomer vivió en los noventa una aceleración de la historia, un salto tecnológico que llega hasta hoy. Lo repasó Novéntame otra vez (en La 1) en su capítulo Cambiando el chip: la irrupción del walkman y luego el discman, las primeras consolas, los teléfonos móviles pesados y nada inteligentes, el fax que ya solo usa el abogado de Messi. La visita al videoclub, un rito que derivó en pedir pizzas por teléfono. Y, como madre de todas las revoluciones, internet, que primero se curioseaba en los cibercafés y que se coló en los ordenadores de las casas cuando Bill Gates lanzó Windows 95.

El programa reúne voces diversas que vivieron ese tiempo de cambio, unas excitadas y otras con desdén. De los primeros, Mario Tascón, un periodista que evangelizaba sobre lo digital mientras sus colegas creían que les hablaba del teletexto. Juan Carlos Ortega, quien afirma que cumplió en su estudio de radio los sueños que no había llegado a tener. O la ejecutiva Isabel Aguilera, que logró algo que siempre quiso y cree que aprecian más las mujeres: estar en dos sitios a la vez. Destaca la figura de uno que ya no está: Eduard Punset, quien fue un visionario en su programa Redes.

Al otro lado, el de los resistentes, Lorenzo Caprile, que se dice un hombre “analógico total” al que la tecnología solo da estrés. Albert Pla, que no quiere vivir rodeado de dispositivos, esos “trastos infectos”. Y el apocalíptico Fernando Sánchez Dragó, que sostiene: “Voy a estar en guerra permanente con la araña. La araña, internet, significa el fin, no el fin del mundo, sino el fin de mi mundo”.

El que da en el clavo es el matemático Eduardo Saénz de Cabezón: “Vamos a ser los viejos más pesados de los últimos dos siglos. Contando: ‘Cuando no había internet...”. Las batallitas de los boomers.

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