Dolor y gloria de Carmen Martín Gaite
El documental de La 2 recorre cronológicamente su vida y obra con buen material de archivo y la colaboración de estudiosos y amigos
Quiso el azar que dos cadenas, La 2 y La Sexta, emitieran el mismo día y a la misma hora, el pasado domingo y en prime time, dos programas en torno a dos personalidades opuestas: Carmen Martín Gaite, en La 2, y José María Aznar, con Évole, en La Sexta. Dos formas de ser y estar en el mundo: la una, con una enorme sensibilidad y sencillez y una muy notable obra a sus espaldas, y el otro ...
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Quiso el azar que dos cadenas, La 2 y La Sexta, emitieran el mismo día y a la misma hora, el pasado domingo y en prime time, dos programas en torno a dos personalidades opuestas: Carmen Martín Gaite, en La 2, y José María Aznar, con Évole, en La Sexta. Dos formas de ser y estar en el mundo: la una, con una enorme sensibilidad y sencillez y una muy notable obra a sus espaldas, y el otro con una enorme prepotencia y arrogancia.
El documental dedicado a la escritora salmantina por Mariela Atriles recorre cronológicamente su vida y obra. Un buen material de archivo, la colaboración de estudiosos y amigos, dos añoradas ausencias de las que se deja cumplida constancia: Rafael Sánchez Ferlosio, su marido durante 17 años, y Juan Carlos Eguillor, dibujante e inspirador del mayor éxito popular de Martín Gaite, Caperucita en Manhattan y, sobre todo, el dolor por la muerte de sus dos hijos, Miguel, con siete meses, y Marta a los 29 años de edad y de la que Amancio Prada, gran amigo, señala que “no he conocido una relación tan confidente y sincera entre una madre y una hija” y a la que la escritora, Calila para su hija, dedicó su novela, Nubosidad variable: “Para el alma que ella dejó de guardia permanente, como una lucecita encendida, en mi casa, en mi cuerpo y en el nombre por el que me llamaba”.
Una mujer alegre y culta que, como explica el escritor Marcos Giralt Torrente, “demostró tener una fortaleza increíble y afrontó cosas durísimas, pero detrás de esa fortaleza había cierta fragilidad y había parte de sí misma que no enseñaba todo el rato o a todo el mundo”.