‘El instante decisivo’: Una fulminante respuesta
El nuevo documental sobre ETA reconstruye los 12 días de 1997 entre el final de secuestro de Ortega Lara y el asesinato de Miguel Ángel Blanco
Doce días dan para hacerse cargo de lo que ocurrió en el País Vasco durante los años del terror. Es lo que cuenta el documental El instante decisivo, que han producido Luz Aldama y Teresa Latorre para Atresmedia que se estrena hoy en Atresplayer Premium. Reconstruye lo que sucedió entre el final del secuestro del funcionario de prisiones ...
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Doce días dan para hacerse cargo de lo que ocurrió en el País Vasco durante los años del terror. Es lo que cuenta el documental El instante decisivo, que han producido Luz Aldama y Teresa Latorre para Atresmedia que se estrena hoy en Atresplayer Premium. Reconstruye lo que sucedió entre el final del secuestro del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara y el asesinato de Miguel Ángel Blanco, el concejal de Ermua del Partido Popular. Del 1 al 13 de julio de 1997, nada más que unas cuantas jornadas para acercarse a las íntimas contradicciones de una sociedad desgarrada y para percibir el tamaño del miedo y la consistencia de la infamia. Pero lo que en esta historia destaca de manera especial es la fulminante reacción de miles de personas que —en un instante— salen a la calle para decir que se acabó y deciden plantarle cara a la violencia de ETA. Esta vibrante sacudida se produce de manera espontánea cuando se sabe que la organización terrorista ha atrapado a un joven del pueblo y va a liquidarlo si en 48 horas el Estado español no acerca a los presos a las cárceles de Euskadi. “Miguel te esperamos”, dice una cartela, pero lo relevante es que lo dice cada uno de los habitantes de ese municipio obrero en la frontera entre Vizcaya y Guipúzcoa que, en una pequeña porción de tiempo, se lanza a recorrer el difícil camino de quitarse un terrible losa de encima y dar la cara.
Hacia 1995 ETA había decidido coger de nuevo impulso tras la crisis que supuso la detención en Bidart, en marzo de 1992, de la cúpula de la organización terrorista. Así que puso en marcha una “estrategia de desestabilización”, que pasaba por volver a generalizar el miedo con el objetivo, lo ha explicado Florencio Domínguez, de “neutralizar el rechazo social y chantajear a los responsables políticos”. Con el afán de intimidar a la gente, ETA generalizó la violencia callejera e impuso el acoso a cualquiera que manifestara la más mínima discrepancia —el lazo azul—, procuró atemorizar al PNV e inició su campaña de asesinar a políticos (Gregorio Ordoñez, Fernando Múgica, Francisco Tomás y Valiente). Ermua dijo que no cuando se llevaron a Miguel Ángel Blanco, la gente se plantó ante los matones.
Lo que El instante decisivo permite ver de manera diáfana es el doble soporte que le permitía a ETA estructurar la proyección del terror. Cuando la policía entra en una nave de Mondragón con el convencimiento de que Ortega Lara sólo puede estar ahí y no encuentra nada, se desvela poco a poco una de sus caras. Y es que la policía persevera y al fin da con el escondite: el minúsculo zulo estaba estaba construido bajo tierra, oculto con finura y con un complejo mecanismo para acceder a él. ETA supo desarrollar una sofisticada perfección técnica para programar y desarrollar sus operaciones, y de ese modo podía esconder a un hombre en mitad de un pueblo durante año y medio sin que nadie se enterara. Junto a la pericia de sus ingenieros, la otra cara, la de la bárbara eficacia de sus ejecutores. A Blanco lo atraparon en una calle, lo retuvieron unas cuantas horas y le pegaron un par de tiros.
ETA, con el tiempo, llegó a considerar aquel asesinato como uno de sus éxitos. El instante decisivo permite ver las cosas desde otro ángulo. Cuando se sabe que los terroristas han consumado su amenaza, y han procedido contra el concejal, basta recorrer el dolor y la perplejidad de los rostros de cuantos esperaban su liberación. Ninguno de ellos iba ya a doblegarse más ante el terror.