Columna

’Kingdom’, una excelente serie de zombis

Las maniobras en la cúpula del Estado incorporan un mayor interés a una trama que trasciende la mera resistencia de los sanos ante los infectados

El pistoletazo de salida lo dio en 1968 George A. Romero con La noche de los muertos vivientes, una película en blanco y negro clasificada como serie B, con un presupuesto ridículo -114.000 dólares- que con el paso del tiempo se convirtió en la referencia obligada para la larga lista de filmes y series de zombis.

Después, en 2010, la televisión consigue uno de sus mayores éxitos populares con The Walking Dead. Su primera temporada se estrenó en la misma semana en 120 países. En la actualidad se exhibe la décima y ya se ha firmado la undécima. Los muertos que caminan contar...

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El pistoletazo de salida lo dio en 1968 George A. Romero con La noche de los muertos vivientes, una película en blanco y negro clasificada como serie B, con un presupuesto ridículo -114.000 dólares- que con el paso del tiempo se convirtió en la referencia obligada para la larga lista de filmes y series de zombis.

Después, en 2010, la televisión consigue uno de sus mayores éxitos populares con The Walking Dead. Su primera temporada se estrenó en la misma semana en 120 países. En la actualidad se exhibe la décima y ya se ha firmado la undécima. Los muertos que caminan contaron con el poderío de AMC (se ven en España a través de Fox). Lejos quedaban los poco más de 100.000 dólares de Romero.

Y ahora llegan las dos primeras temporadas, 12 capítulos en total, de Kingdom (Netflix), una excelente serie surcoreana en la que los zombis se desenvuelven en el reino dinástico de Joseon, fundado en 1392 y que, sorprendentemente, corren como gamos. Una de las diferencias importantes con respecto a la película y serie citadas es que en Kingdom la lucha por la supervivencia ante los devoradores de carne humana comparte protagonismo con las crueles intrigas palaciegas para suceder al Rey, infectado por la misteriosa enfermedad que convierte en zombi a quien la sufre.

Son esas maniobras en la cúpula del Estado las que incorporan un mayor interés a una trama que trasciende la mera resistencia de los sanos ante los infectados, lo que permiten también unas recreaciones históricas de rituales, vestuario y ceremonias que sin llegar a alcanzar la magnificencia de las películas de Zhang Yimou y de la llamada quinta generación del cine chino, no dejan de ser deslumbrantes a los ojos occidentales.

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