Columna

Volcánico

Los guiones de ‘Recursos inhumanos’ llevan la firma de Pierre Lemaitre, autor de novelas inquietantes, desiguales, de intrigas retorcidas, pero sobre todo de un libro que adoro: ‘Nos vemos allá arriba’

Éric Cantona, en 'Recursos inhumanos'.

Nunca vi en vivo al futbolista Éric Cantona. Qué lástima. Ni a Di Stéfano, Pelé y Romario. Sí al resto de los grandes artistas, esos que justifican por sí solos el precio de la entrada. Cantona era un toro inteligente. Además de ser algo tan insólito como un futbolista leído, alguien que podía citar a Montaigne sin la necesidad de tirarse el rollo. Y debido a su personalidad volcánica también podía soltarle un patadón al hooligan que le citaba demasiado a su madre en términos obscenos. Fue un futbolista extraordinario y alguien con voz propia. Él es el muy creíble, iracundo, turbio protagonist...

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Nunca vi en vivo al futbolista Éric Cantona. Qué lástima. Ni a Di Stéfano, Pelé y Romario. Sí al resto de los grandes artistas, esos que justifican por sí solos el precio de la entrada. Cantona era un toro inteligente. Además de ser algo tan insólito como un futbolista leído, alguien que podía citar a Montaigne sin la necesidad de tirarse el rollo. Y debido a su personalidad volcánica también podía soltarle un patadón al hooligan que le citaba demasiado a su madre en términos obscenos. Fue un futbolista extraordinario y alguien con voz propia. Él es el muy creíble, iracundo, turbio protagonista de la serie Recursos inhumanos.

Los guiones y los diálogos llevan la firma de Pierre Lemaitre, autor de novelas inquietantes, desiguales, de intrigas retorcidas y misteriosas, pero sobre todo de un libro que adoro: Nos vemos allá arriba. La historia que aquí narra en seis capítulos notables, aunque en algún momento tengas la sensación de que está a punto de desbarrar, posee complejidad y suspense, cuando crees que todo es lo que parece hay giros que te sorprenden. Junto a la tan divertida como triste After Life y el perturbador retrato de Michael Jordan, es lo más memorable que me ha ofrecido Netflix durante el confinamiento.

El personaje central de esta serie es un parado de larga duración, un tipo de 57 años que conoció épocas mejores, que se creyó esa falacia de que el bienestar de la clase media iba a ser a perpetuidad. Sobrevive con empleos precarios o infames desde hace siete años. Nadie quiere a currantes cincuentones. Su depresión tiene causa y va a perder a su familia, su único refugio. Está rabioso. Se presta al maquiavélico juego de rol que monta el siniestro director de una multinacional. Y empiezan a ocurrir muchas, sorprendentes y alarmantes cosas. El antihéroe está convencido de que el paro es una forma tenebrosa de violencia social. ¿Tiene razón? El feroz Cantona da el tipo. Es una serie atractiva que te hace pensar y dudar.

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