Un ‘prime time’ en pantuflas
Los grandes programas de entretenimiento mantienen sus emisiones diarias haciéndolas desde casa
Cada día, El Gran Wyoming se despedía de El intermedio con un “mañana más, pero no mejor porque es imposible”. Sin embargo, desde esta semana esa despedida ha cambiado a algo más esperanzador: “mañana más y, a lo mejor, mejor”. Lo dice desde su casa mientras habla a un ordenador que está apoyado encima de una pila de libros. La vida ha cambiado de repente, y la televisión con ella. Programas que llevaban años haciéndose de la...
Cada día, El Gran Wyoming se despedía de El intermedio con un “mañana más, pero no mejor porque es imposible”. Sin embargo, desde esta semana esa despedida ha cambiado a algo más esperanzador: “mañana más y, a lo mejor, mejor”. Lo dice desde su casa mientras habla a un ordenador que está apoyado encima de una pila de libros. La vida ha cambiado de repente, y la televisión con ella. Programas que llevaban años haciéndose de la misma forma han tenido que reinventarse contra reloj en un reto creativo y tecnológico. Los presentadores de Zapeando, El chiringuito de jugones o Todo es mentira se asoman a la pantalla desde las casas de sus participantes. De igual manera, tres referentes del prime time se han reformado de arriba abajo para que el espectáculo pueda continuar.
“El teletrabajo en el audiovisual es complicado: mover vídeos en remoto, editar en remoto...”, cuenta Carmen Aguilera, directora de El intermedio. El informativo satírico de La Sexta que presentan Wyoming y Sandra Sabatés ha logrado que todo su equipo trabaje desde casa. Frente a la emisión en directo habitual, ahora el programa se graba en dos fases: a las 13.00 la actualidad del día (imposible incluir bromas de última hora) y por la tarde se graban por adelantado las secciones del día siguiente de los colaboradores. Hacia las cinco de la tarde tienen listo el programa del día.
Además de cambiar el ritmo de trabajo, la situación ha supuesto retos técnicos. “Cada día estamos implementando cosas para ir mejorando la imagen, el sonido… Nos ha pillado a cada uno en su casa con su ordenador y su webcam, y hemos tenido que ir dotando a los colaboradores de mejor material y ver cómo capturamos esa imagen y cómo se edita”, explica Aguilera. Otro reto al que se tiene que enfrentar Wyoming cada día es al trabajo sin un teleprónter, donde habitualmente lee el guion palabra por palabra. Ahora no tiene esa ayuda. “Tiene que trabajarse más el guion, aprenderlo bien, pero también lo hace más natural, se relajan y comentan cosas entre ellos”, añade Aguilera.
También El hormiguero se ha visto forzado a reciclarse aprovechando una semana de ausencia de la parrilla. En su caso, mantienen el programa con la mitad del equipo desde casa y la otra mitad, presencialmente, mientras que los invitados se conectan por videollamada. “Hay departamentos como guion y producción de invitados que pueden teletrabajar más fácilmente y otros se dividen para no coincidir”, detalla Carmen Ferreiro, directora de Programas de Entretenimiento de Atresmedia. En ningún momento se ha planteado hacer el programa desde casa, pero sí simplificarlo en cuanto al equipo que lo prepara presencialmente”, aclara. Las mayores complicaciones son las técnicas, y más en un espacio que se emite en directo. “Lo más complejo es asegurar una buena calidad de imagen y audio en las conexiones, porque dependemos de muchos factores ajenos al programa”, dice Ferreiro.
Desde que se declaró el estado de alarma solo cinco personas acuden a las oficinas de Movistar + en Tres Cantos para rematar Late Motiv, el programa humorístico estrella de la plataforma, antes de su emisión. “Estamos intentando perfeccionar el sistema para que nadie venga a trabajar. Pero hemos conseguido reducir de unas cien personas a solo cinco, no está mal”, explica David Martos, subdirector del espacio.
Andreu Buenafuente destaca otra dificultad: “Tienes que encontrar tu voz en la narración de todo esto. No sirve la misma voz de espectáculo en plató, ese tono desde casa quedaría muy impostado. Quizá nuestra experiencia en la radio nos ha ayudado a aportar algo más humano, más casual”.
La comunicación entre los miembros del equipo es constante desde que a las 10 de la mañana tienen la primera reunión vía videollamada. “No recuerdo haber tenido nunca tantas reuniones ni siquiera físicamente”, dice Buenafuente mientras relata el ritmo de trabajo del programa en estos días, que incluye muchos correos, whatsapps, documentos compartidos y más videollamadas hasta que a las 15.00 pasan a grabar. A través de Zoom, la aplicación de reuniones grupales, logran conectarse todos y comunicarse por un chat interno para marcar los tiempos durante la grabación, que en poco más de una hora está lista. Luego vendrá un trabajo de posproducción más laborioso que antes. “Queda un formato a medio camino entre lo digital y lo tradicional”, resume Buenafuente.
Todos coinciden en la importancia del entretenimiento y su papel de acompañar a los espectadores no solo porque es el negocio, sino la obligación. “Desde Atresmedia tenemos el reto de responder al enorme esfuerzo de los españoles con una programación que combine el entretenimiento y la evasión con información puntual, contrastada. Sentimos que tenemos un compromiso y una responsabilidad: levantar el estado de ánimo de este país y acompañar a la gente”, dice Javier Bardají, director general de Atresmedia TV. “Hemos adaptado nuestras grandes ofertas de programación para no faltar a nuestra cita, pero respetando y aplicando con rigor todas las medidas de seguridad. Nuestro compromiso es también el de nuestros comunicadores y profesionales que están sacando lo mejor de ellos mismos”, añade. En esa idea abunda David Martos: “Sabemos que no somos un bien de primera necesidad, pero estando el país como está, es bonito sentirte un alivio cómico al final del día”.
Reírse de la crisis en la crisis
Los programas del prime time no solo han cambiado su formato, con presentadores en sus casas y conexiones por webcam. También su tono es distinto. “No estamos para preocupar a los espectadores, sino todo lo contrario, aunque editorialmente no creas que no es difícil. Ha sido una semana durísima de víctimas y extensión de la pandemia. Pero te tienes que hacer fuerte en tu tesis de intentar evadirnos un poco sin ignorar lo que nos motiva todo esto. Es un equilibrio difícil”, dice Buenafuente.
“Lo que pasa es tan gordo y tan difícil de digerir, que un programa como El intermedio por un lado tiene mucho sentido porque puede generar cierto consuelo en la gente, abrir una ventana por donde se puedan contar las cosas de una forma más relajada. Pero hacer humor en estos tiempos tampoco es fácil”, añade Carmen Aguilera, directora del espacio. “Le estamos dando muchas vueltas a dónde están los límites. No se puede hacer humor de la situación que está viviendo la gente, pero sí bastante con lo cotidiano, el aislamiento, lo que estamos viviendo en casa, el encierro, el papel higiénico, los whatsapps…”, reflexiona Aguilera. Buenafuente se debate en una tesitura similar: “Entre ser un tipo agradable que acompaña en tiempos jodidos y ser un chistoso desubicado hay mucha diferencia”.