¿Debemos enviar mensajes que se autodestruyen en WhatsApp?
Una nueva función advierte al remitente si el destinatario intenta descargar las fotos y textos temporales que le ha enviado
“Hay que pensárselo dos veces antes de enviar cualquier publicación por WhatsApp”, advierte Borja Adsuara, abogado experto en derecho digital, ante la nueva función que otorga al remitente la posibilidad de aprobar o denegar la posibilidad de descargar el contenido enviado, anunciada recientemente a bombo y platillo por Mark Zuckerberg. Si bien WhatsApp cuenta con un elevado nivel de seguridad y privacidad gracias a su cifrado de ext...
“Hay que pensárselo dos veces antes de enviar cualquier publicación por WhatsApp”, advierte Borja Adsuara, abogado experto en derecho digital, ante la nueva función que otorga al remitente la posibilidad de aprobar o denegar la posibilidad de descargar el contenido enviado, anunciada recientemente a bombo y platillo por Mark Zuckerberg. Si bien WhatsApp cuenta con un elevado nivel de seguridad y privacidad gracias a su cifrado de extremo a extremo, uno debe tener en cuenta que siempre existe el riesgo de que la información compartida pueda ser vista, compartida o almacenada por terceros.
Zuckerberg no ha dudado en describir la nueva función como un “superpoder”. ¿Lo es realmente? Los mensajes temporales de WhatsApp permiten a los usuarios enviar contenido que desaparece automáticamente después de un período de tiempo determinado y elegido por el propio remitente. Esta función fue diseñada para mejorar la privacidad y el control sobre las conversaciones en la plataforma; ahora, al enviar un mensaje o contenido multimedia, el remitente puede elegir su desaparición al cabo de 24 horas, siete días o 90 días. Esta configuración se especifica por conversación, es decir, que se debe precisar con qué persona o grupo se desea que los mensajes se autodestruyan pasado un tiempo.
La delicada gestión de los mensajes temporales
Al habilitar los mensajes que desaparecen de forma predeterminada, se reduce la probabilidad de que la información compartida permanezca almacenada en los dispositivos de los participantes de la conversación. Al reducirse esta posibilidad, se disminuye el riesgo de que se comparta contenido que el remitente quiere guardar para sí mismo o bien compartirlo únicamente con el destinatario especificado. Información sensible como el número de tarjeta de crédito, el número de cuenta o contenidos delicados como una foto que puede comprometer la integridad moral del fotografiado.
Con la nueva función, el destinatario ve un nuevo botón en la parte superior del chat que le permite guardar en el dispositivo este mensaje temporal. En realidad, se trata de una solicitud, porque quien lo envía recibirá una alerta en la pantalla de su móvil indicando que el destinatario desea inmortalizar el contenido temporal, y el remitente tiene la potestad de aprobar o denegar esta solicitud.
Sin embargo, estas características no eliminan por completo los riesgos asociados con la pérdida de control sobre la información compartida, pues los destinatarios todavía pueden hacer capturas de pantalla, o reenviar los mensajes temporales antes de que desaparezcan.
Un ‘superpoder’ un poco descafeinado
La nueva función añade una capa adicional de seguridad al informar al remitente que el destinatario está intentando descargar o guardar un mensaje efímero, y permitir esta acción o bloquearla. Pero se trata más de una declaración de intenciones que de una protección real. “Es un asunto que genera bastante confusión. Es importante destacar que todo lo que publicamos en internet, sea un blog, una red social, deja de estar bajo nuestro control”, explica Fernando Suárez, presidente del Consejo General de Colegios en Ingeniería Informática.
“Nada impide, por ejemplo, hacer grabaciones de la pantalla del móvil y con ello, guardar conversaciones o mensajes que solo se pueden ver una vez o hacerlo antes de que el emisor lo elimine”, concluye Suárez. Ello es debido a que WhatsApp no controla lo que sucede en el teléfono del destinatario una vez que aparece el contenido en su pantalla: puede hacerse una captura de la misma, o bien copiar el mensaje, sin que el remitente sea consciente de ello.
¿Quiere esto decir que quien lo envía está totalmente desprotegido? La respuesta es ‘no’: “Hay una novedad con la redifusión no consentida de imágenes sexuales y es que con la Ley del ‘solo sí es sí’ puede constituir delito”, explica Borja Adsuara. Es decir, la nueva función no evita técnicamente la captura de la información temporal, pero el remitente sí está protegido ante una ulterior difusión de la misma. Este experto se refiere al artículo 197.7 del Código Penal, que sanciona con penas de cárcel “de uno a tres meses a quien, habiendo recibido las imágenes o grabaciones audiovisuales las difunda, revele o ceda a terceros sin el consentimiento de la persona afectada”.
No obstante, los expertos contemplan esta nueva función como un paso adelante en la defensa de la privacidad de la información que circula por internet. “Veo algo positivo en esta medida. No tanto en la propia funcionalidad de WhatsApp, sino precisamente en que los análisis críticos de esta novedad pueden generar conciencia colectiva de que, incluso lo que un usuario elimina en Internet, puede ser recuperado, a veces incluso sin su consentimiento o conocimiento”, destaca Fernando Suárez.
En donde hay acuerdo por parte de los expertos es en recordar que es el remitente quien debe establecer su propia capa de protección, limitando al máximo la información que pueda comprometerle tanto en WhatsApp como en redes sociales. Al enviar mensajes, se pierde el control sobre la información compartida en cierta medida, y esta puede ser reenviada, capturada en pantalla, almacenada en copias de seguridad o incluso visualizada a través de aplicaciones de terceros.
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