El nuevo Mobile World Congress: pocas novedades tecnológicas y eco en los pasillos
Para mantener a flote la celebración del Mobile World Congress 2021 se han ensayado fórmulas como los eventos virtuales, se ha achicado el espacio y se ha amalgamado todo el contenido
Ha sido la primera gran feria tecnológica presencial tras el estallido de la pandemia. Un detalle para el simbolismo fácil, pues también fue el primer gran evento que se canceló, allá por febrero de 2020, cuando la situación se complicaba cada vez más. El Mobile World Congress 2021 se ha celebrado por cabezonería ante la pandemia, por empuje ante las ausencias de las grandes empresas y por el interés de la entidad organizadora. La GSMA no querí...
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Ha sido la primera gran feria tecnológica presencial tras el estallido de la pandemia. Un detalle para el simbolismo fácil, pues también fue el primer gran evento que se canceló, allá por febrero de 2020, cuando la situación se complicaba cada vez más. El Mobile World Congress 2021 se ha celebrado por cabezonería ante la pandemia, por empuje ante las ausencias de las grandes empresas y por el interés de la entidad organizadora. La GSMA no quería dejar pasar otro año en blanco.
El resultado ha sido un experimento en muchos aspectos. Las conferencias presenciales se han combinado con otras charlas solo virtuales, mientras que algunas de las primeras se ofrecían también online, pero solo accesibles con la entrada del MWC. En las ponencias presenciales se han dado cita personas que estaban allí físicamente con otras que intervenían mediante videollamada. Una menestra de presencialidad, virtualidad y varios caminos entre medias.
Lo mismo ocurría con la asistencia de muchas empresas. Nombres como Samsung, Xiaomi, Sony o Qualcomm cancelaron su asistencia física, pero se comprometieron a tener una presencia virtual. Este tipo de eventos han tenido poca o ninguna resonancia. Pero permiten llegar a más público. Y se prevé que a partir de ahora el MWC y las empresas que participen desplieguen una comunicación híbrida. Algunos eventos serán virtuales, en abierto para todos o para aquellos que han pagado entrada. Otros, los de más valor añadido, permanecerán presenciales. Algún aprendizaje se saca de esta edición.
En este ámbito puramente virtual destacó Samsung, con los detalles sobre su nuevo sistema operativo para tecnología ponible (wearables) Se trata de una combinación de su plataforma Tizen con la de Google, Wear OS. El resultado ha sido One UI Watch. Será el sistema que gobierne los relojes inteligentes de la compañía a partir de ahora, una nueva experiencia que pretende ser más ágil y más integrada con su línea de teléfonos inteligentes (smartphones) Galaxy.
La californiana Qualcomm, también de forma virtual, ha anunciado su chipset Snapdragon 888 Plus 5G. Un desarrollo destinado a los smartphones de última generación y de gama alta. Cuenta con un procesamiento más rápido y permitirá un mejor aprovechamiento de las redes 5G a los móviles en los que se integre.
Las demostraciones de casos de uso del 5G han sido otro de los platos recurrentes del Mobile. Esto sí, de forma presencial. Los expositores de las dos operadoras presentes, Telefónica y Orange, tenían casos de uso relacionados. La española ha presentado soluciones que permiten recoger datos de forma exhaustiva de deportistas para analizar la competición, su rendimiento e incluso dar pistas al realizador de televisión de un evento sobre qué prestar atención en cada momento. La tecnología combina Internet de las cosas, big data y 5G. Uno de los objetos donde se pueden colocar sensores para reunir información son las espinilleras de un futbolista.
Orange, junto con ZTE, ha demostrado cómo es posible controlar de forma remota un barco situado en el puerto de Valencia gracias al uso del 5G. La baja latencia de esta red permite dar órdenes a la embarcación en tiempo real, para hacer maniobras de forma segura.
Si las rarezas del Mobile normalmente las ponen los dispositivos (gadgets), porque en lo abundante es fácil que se contenga lo exótico, este año han sido otros acontecimientos. Jon Bon Jovi vino a tocar a un escenario dentro del expositor de una de las empresas asistentes, TelcoDR. También cantó allí Rosario Flores. ¿Quién quiere accesorios después de esto?
Aunque hubo espacio para las peculiaridades tecnológicas. Una máquina que servía café leyendo la mirada del usuario, fabricada por la empresa vasca Irisbond y el Grupo Azkoyen, fue de los pocos atractivos que formaron colas en la feria. Esta tecnología de ‘eyetracking’ se suma a otra relacionada con la vista que también llamó la atención. Se trata de las gafas de la china TCL, capaces de proyectar películas y series al usuario dimensionadas para una cercanía tan estrecha. El resultado es que una persona podrá ver esa pantalla de escasas pulgadas como si estuviera en el cine. ¿La resolución? Puede llegar al 4K, directamente en tus gafas.
Solo abrieron tres pabellones testimoniales de los nueve que suele haber. Estaban rellenos con los stands que no se estrenaron el año pasado y con productos ya anunciados. A veces los espacios contratados eran tan grandes para lo poco que tenía que exponer la compañía que parte de su expositor lo dedicaba a una zona de descanso, con mesas, sillas, bancos y mucha desolación. Así lo hizo ZTE. Y eso que el fabricante chino acaparó parte de la atención con la presentación de una camiseta inteligente que medía los parámetros biomédicos de su portador.
Ante la falta de empresas algunos pabellones se han llenado con los expositores de países. Francia, Italia, Polonia, Egipto, Israel, Corea del Sur… En sus stands acogían a empresas locales y startups para darles visibilidad. A veces alzabas la vista y solo veías carteles con nombres de países y aquello parecía una feria de turismo más que tecnológica. El área nacional más grande era la de España, con otra también de gran tamaño dedicada a empresas locales de Cataluña.
Pero el stand nacional más curioso era el de Japón. No porque tuviera nada especial. Eran sus carencias las que lo hacían llamativo. Había pequeños espacios de empresas niponas dentro del expositor, pero no había venido nadie de Japón. Unos azafatos contratados localmente para el evento indicaban a los visitantes que podían hablar con los fundadores solo con tocar el botón de llamada en una tableta. Enseguida aparecía por videollamada un japonés al otro lado del mundo para responder a las preguntas.
No eran los únicos que llevaban al extremo el distanciamiento social. Otras empresas, algunas conocidas como Accenture, tenían montado un stand, pero sin personal que lo atendiera. Una de ellas había colocado tabletas repartidas por su expositor acompañadas en un cartel que decía Contact Me. No había ni un azafato allí. Literalmente habían venido a montar (o llamaron a alguien para hacerlo) y se marcharon de allí. Aunque alguien tendrá que desmontar el chiringuito cuando cierre la feria.
Aun así, entre la gente de los expositores cundía el pensamiento positivo. Muchos asistentes han visto en la mera celebración del evento una apertura, por fin, de las ferias y del sector tecnológico. Y, por extrapolación, un hilo de esperanza hacia la recuperación económica y un echar a andar hacia la normalidad general de todas cosas.
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