Apagar la cámara para dormir cuando cientos de miles de ojos dejan de mirar

La ‘streamer’ Cristinini adapta su rutina de descanso a las horas de máxima audiencia en España y Latinoamérica de su contenido en línea. Emite de media tarde al amanecer y duerme de día

La 'streamer' Cristinini en su habitación y lugar de trabajo.Vídeo: E. Oñate y P. D. Molero
Alejandro Martín Quique Oñate

Tal vez no la tengan en su radar, su rostro no les suene conocido; sin embargo, Cristina López tiene legiones de seguidores, atentos a cuanto hace desde España y por toda Latinoamérica. Comen viéndola en la pantalla, quieren jugar con ella a videojuegos, pasan horas simplemente conversando. Internet ha dibujado un mundo donde los nuevos ídolos de los jóvenes ya no están lejos, inaccesibles en un pedestal, sino abiertos al trato diario. Y López, profesional que se debe a su audiencia, por esa causa, sólo puede acostarse cuando quienes la ven cada día ya duermen.

Esta licenciada en Administración y Dirección de Empresas y graduada en finanzas y contabilidad es un ejemplo de cómo triunfar haciendo de su pasión oficio. Envuelta en su alias online, Cristinini, fue aproximándose al sector del videojuego profesional, llegando a ser presentadora para varios medios y canales de televisión de eSports. Hoy es una de las españolas más seguidas del ramo en la plataforma de emisiones en directo Twitch (alrededor de 360.000 suscriptores, que se suman a los más de 250.000 de YouTube o los casi 100.000 de Instagram). Una gesta, en un sector eminentemente masculino.

Seis días por semana y durante casi todas las horas en que está despierta, la vida de Cristinini transcurre ante el objetivo de una cámara, sentada al teclado de su ordenador y compartiendo cuanto hace con su público, ya sean partidas de Minecraft o Grand Theft Auto o simplemente charlas a propósito de lo que interese a ella misma y a quienes la escuchan.

Para poder ofrecer contenido a jóvenes de España pero también de Latinoamérica, acostumbra a abarcar una franja horaria que va desde las seis de la tarde hasta las seis de la mañana, más o menos. “No llevo una vida normal, no puedo ver a mi familia o a mis amigos a horas normales, me pierdo casi todos sus cumpleaños y a veces se hace duro. Pero lo cierto es que disfruto tanto mi trabajo que, aunque me lo tomo como tal, en realidad me estoy divirtiendo, y tengo que obligarme a tomar también días libres para desconectar”, explica López.

Para sus padres, el abandono de un empleo convencional –solía trabajar como contable – y una carrera más o menos segura para lanzarse a una profesión tan novísima como la de streamer (así se llaman quienes se dedican a ofrecer entretenimiento en directo a través de Internet) y el cambio a la rutina noctámbula que vino aparejado fue al principio chocante. Pero poco a poco vieron los progresos de su hija: se podía ganar así la vida, resultó que eso que hacía tenía todos los ingredientes de otros mundos laborales. No obstante, todavía envían algún mensaje madrugador al teléfono de su hija: “¿Todavía estás en la cama?”

“Me levanto a mediodía, he de descansar unas siete horas, como todo el mundo, y más o menos he conseguido organizarme para que todos los días me dé tiempo a cumplir con quehaceres como la compra, limpiar, atender por correo las infinitas gestiones que siempre me esperan....”, relata Cristinini. Es habitual en su sector que sean reclamados para participar en actos públicos en torno a los videojuegos, competiciones, programas televisivos, y son tantas las peticiones que se ve obligada a que un representante las filtre. “También salgo cada día a que me dé un ratito el aire, y luego ya comienzo mi emisión en directo”. Tal como recomiendan los médicos, durante los días en que decide librar no altera en exceso sus horarios, de tal forma que su cuerpo se mantenga adaptado al ritmo.

Cuando el descanso es un sueño es una serie de ocho capítulos de EL PAÍS en colaboración con Ikea dedicada a indagar en las rutinas de descanso de algunas personas que, por aquello a lo que se dedican o debido a circunstancias externas, han aprendido a dormir en condiciones anómalas para la mayoría y se han adaptado a ellas. ¿Cómo duerme un alpinista que asciende una pared vertical?, ¿y un matrimonio de sobrecargos que cambian de huso horario y estación constantemente y han de convivir con el jet-lag? ¿Se puede dar la vuelta al mundo navegando en solitario y durmiendo solo siestas de media hora? Descúbrelo en el resto de episodios.


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