Los tres años de espera para el juicio al guardia civil que mató a Teresa con 153 puñaladas en Bruselas: “Los padres siguen en ‘shock”
El asesino encara una posible cadena perpetua por el crimen sobre su expareja en 2022, cometido tras viajar desde Valladolid a Bélgica, donde se celebra el juicio
Teresa Rodríguez Llamazares tenía 23 años, era de Valladolid y vivía en Bruselas (Bélgica), donde se formaba como enfermera, cuando su expareja, un guardia civil en prácticas, la mató con 153 puñaladas. César A. C. viajó desde su ciudad hacia la capital europea para intentar reconciliarse con ella. La joven se negó. Él buscó en Google cómo matar a una persona y lo hizo el jueves 27 de octubre de 2022. Casi tres años después, el exagente, expulsado del cuerpo, encara estos días un juicio donde se le pide la cadena perpetua belga, semejante penalmente a la prisión permanente revisable española. Entretanto, la familia de la víctima ha mantenido vivo el legado de la joven con exposiciones sobre su vida, homenajes y manifestaciones para que la ciudadanía recuerde que la violencia machista está ahí fuera. La tía de Rodríguez, Rosa Gil, abogada y presidenta de la Asociación de mujeres juristas Themis, insiste en recordar qué pasó, aunque duela, para intentar impedir que se repita: “Los padres siguen en shock, pero no quieren que se olvide”.
El juicio arranca este jueves en Bruselas con unas 40 personas citadas a declarar entre familiares y amigos de la fallecida y peritos y policías que investigaron el caso. Algunos de los allegados de Rodríguez no han podido participar por prescripción médica, según fuentes de su entorno, ni física ni virtualmente. Después de esos testimonios, habrá deliberaciones del jurado convocado para esta causa y unas peticiones finales de condena entre el 15 y el 16 de octubre, a expensas después del dictamen judicial. Las sesiones transcurrirán muy cerca de la sede del Parlamento Europeo, donde desde el 1 de octubre se encuentra una exposición fotográfica acerca de Teresa Rodríguez, una muestra visual que comenzó en la Universidad de Valladolid y se ha trasladado a varios centros universitarios nacionales y salas de exposiciones vallisoletanas o de otras provincias.
Rosa Gil insiste en “hacer llamadas constantes a la realidad de la violencia de género”. Los padres de la vallisoletana siguen rotos, devastados por la pérdida, pero la tía de la chica acentúa cómo se han volcado para difundir y concienciar sobre lo ocurrido. La familia ha acudido regularmente a las manifestaciones del 8 de marzo, Día de la Mujer, y del 25 de noviembre, Día de la Eliminación de la violencia contra la mujer. Allí han leído manifiestos y rememorado lo ocurrido en Bruselas para intentar que no suceda más.
“El asesinato fue terrible para la familia”, relata Gil, pues los abogados belgas fueron informándoles y traduciéndoles las conclusiones policiales. Tienen constatado que el guardia civil, una vez concluida la relación con la víctima, se desplazó hasta Bruselas alegando que quería hacer un viaje por Europa. Su exnovia lo acogió unos días, pero le acabó instando a marcharse. Él se instaló en un alojamiento y allí, según las pesquisas, incluso buscó en internet cómo matar a una persona. “En la mañana del 27 de octubre se presentó en su casa, ella le abrió y la mató. Era guardia civil en prácticas, digo yo que le habrían hecho algún test”, se lamenta la jurista sobre el destino de esa joven que quiso cambiar de aires, formarse y desempeñarse como enfermera en prácticas en otro país para mejorar los idiomas, pues ya hablaba inglés y francés, y adquirir experiencia vital y profesional.
El acusado, en la cárcel desde el crimen confeso, se puede enfrentar a una “cadena perpetua”, con 30 años de prisión como máximo aunque dependientes de su conducta penitenciaria. Esta pena la sufriría si se corrobora la “premeditación”, algo que Gil cree evidente porque los gendarmes belgas, algunos de los cuales acudieron a Valladolid para recabar más pruebas y declaraciones, constataron que el hombre se documentó sobre cómo quitarle la vida a alguien. Queda por esclarecer si después del asesinato intentó suicidarse o escapar: no se ha resuelto si saltó desde la ventana del quinto piso que habitaba la joven o desde un segundo. El asesino sufrió una conmoción cerebral y un esguince de tobillo.
La madre de la víctima, Blanca Llamazares, ha mantenido un papel activo en las reivindicaciones contra la violencia de género. “Esto no puede volver a pasar. Nadie es dueño de la vida de nadie”, reclamó en las concentraciones en la memoria de su hija, incidiendo en que esos crímenes “no le pasen a nadie más”. “Entre todos y mediante la educación, la justicia y la cultura, la sociedad debería parar esto”, sostuvo ante decenas de jóvenes, compañeras de colegio o de coro de la enfermera, graduada en Valladolid antes de trasladarse a Bélgica, donde llevaba unos cuatro meses antes del asesinato. La joven había trabajado en el Centro de Hemoterapia y Hemodonación de Castilla y León y era hija de un funcionario del Ayuntamiento vallisoletano que se jubilaba e iba a recibir un homenaje el mismo día en que se conoció la muerte de Teresa.
El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.