La incógnita que se oculta tras el éxito de las vacunas frente a la meningitis
Una investigación busca la causa de las disparidades territoriales en la incidencia del meningococo, que se mantienen pese a los avances de las campañas de inmunización
Todos los médicos que se han enfrentado a ella la describen como “terrible” y “devastadora”. Una infección que golpea principalmente a niños y adolescentes, y “que provoca que pasen de estar sanos y felices a desarrollar un cuadro clínico fulminante en 24 horas”, resume María Teresa Ledo Varela, vocal de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria (SEMPSPGS). ...
Todos los médicos que se han enfrentado a ella la describen como “terrible” y “devastadora”. Una infección que golpea principalmente a niños y adolescentes, y “que provoca que pasen de estar sanos y felices a desarrollar un cuadro clínico fulminante en 24 horas”, resume María Teresa Ledo Varela, vocal de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria (SEMPSPGS). La muerte de la gimnasta de 17 años María Herranz, el pasado mes de abril en Guadalajara, ha sido el último ejemplo conocido de la virulencia con la que puede golpear la bacteria Neisseria meningitidis, comúnmente denominada meningococo.
Una de cada 10 personas que desarrolla la enfermedad meningocócica invasiva morirá y una cuarta parte de los supervivientes sufrirá graves secuelas (neurológicas, amputaciones...). Una enorme carga que ha logrado ser reducida en buena parte gracias a las vacunas, especialmente la indicada frente al serogrupo C, uno de los más peligrosos de los presentes en España. Si en el año 2000 fueron registrados 373 casos y 51 fallecimientos por la meningitis C, en lo que va de año solo se han producido cuatro diagnósticos, según datos provisionales del Instituto de Salud Carlos III. Un descenso que, aunque en menor medida, también se observa en los otros serogrupos como el B.
Estos avances, sin embargo, siguen sin resolver una gran incógnita que el meningococo plantea a investigadores y especialistas desde hace décadas. “La incidencia de la enfermedad presenta en España diferencias entre comunidades y es, en general, más elevada en las del norte, sin que sepamos las razones. Estas diferencias se han mantenido a pesar del descenso registrado en las incidencias de los distintos serogrupos”, explica Marta Soler Soneira, responsable de vigilancia de enfermedades invasivas inmunoprevenibles del Centro Nacional de Epidemiología (CNE).
Soler Soneira lidera ahora un equipo multidisciplinar que, dentro del programa europeo de epidemiología EPIET, busca encontrar la respuesta. “Se ha barajado la posibilidad de que influyan cuestiones climáticas que llevan a la población a pasar más horas en espacios cerrados compartidos con numerosas personas. Pero necesitamos avanzar en las investigaciones para determinar si existe una influencia de otros factores sociales y culturales. Lo que queremos ver primero, sin embargo, es si existen dentro de estas comunidades algunas zonas con mayor riesgo en las que focalizarnos para encontrar claves que nos ayuden a dar una explicación”, añade Soler.
Lo que sí ha comprobado el equipo que dirige esta investigadora es que las diferencias entre comunidades no se deben a las coberturas de vacunación —en general son similares y muy elevadas en todas las autonomías—, demográficas o de notificación. Los primeros resultados sobre la incidencia de la enfermedad meningocócica en España han sido presentados en el congreso ESCAIDE, celebrado recientemente en Estocolmo (Suecia) y organizado por el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC).
Fernando Moraga-Llop, pediatra y portavoz de la Asociación Española de Vacunología (AEV), trabajó durante cuatro décadas en el Hospital Infantil Vall d’Hebron (Barcelona) y aún siente impotencia al recordar muchos casos. “Llegaban niños a urgencias con fiebre y, en pocas horas, desarrollaban los síntomas característicos de la enfermedad: rigidez de la nuca, confusión, vómitos... Lo intentábamos todo, pero se nos iban. Nada era capaz de frenar el avance de la enfermedad”, rememora.
Sorprendentemente, la bacteria Neisseria meningitidis vive en las vías respiratorias altas de cerca del 10% de la población sin dar ningún problema. “Existen portadores sanos en los que el sistema inmunitario mantiene a raya a la bacteria. Pero esto puede cambiar en algunas circunstancias excepcionales. El meningococo traspasa entonces la barrera de la mucosa nasal y es cuando puede causar meningitis. Esto es más frecuente en niños y adolescentes, que son los grupos de población que sufren mayores incidencias”, cuenta Ledo Varela, que también es presidenta de la Sociedad Madrileña de Medicina Preventiva (SMMP).
Otro momento delicado es cuando se acaba de producir el contagio. “Esta es la razón por la que, tras detectar un caso o brote, se recomienda a las personas más expuestas una profilaxis antibiótica. Se estima que el riesgo de desarrollar un cuadro grave es entonces mayor”, añade esta experta.
Existen una docena de serogrupos del meningococo, de los que aproximadamente la mitad causan problemas de salud al ser humano. “En España se produjo un gran cambio a finales del siglo pasado, que fue la irrupción del serogrupo C, también llamada meningitis C. Empezó por Galicia y se fue extendiendo al resto de comunidades”, explica Moraga-Llop.
Este hecho llevó a la implantación del primer programa de vacunación sistemática frente al meningococo en España, que fue recogido en el calendario vacunal en diciembre de 2000. Desde entonces, la inmunización frente al patógeno ha ido evolucionando según los cambios observados en los serogrupos circulantes y la disponibilidad de nuevas vacunas.
Actualmente, y desde 2014, la protección frente al serogrupo C se administra en tres dosis. Las dos primeras en bebés a los 4 y 12 meses, mientras la tercera se retrasa hasta los 12 años. Además, desde 2019, este tercer pinchazo también protege frente a los serogrupos A, W e Y, cuya incidencia había experimentado un ligero incremento en los años anteriores a la pandemia. También en 2019 se decidió llevar a cabo la llamada “vacunación de rescate” de todos los adolescentes hasta los 18 años con esta dosis tetravalente, lo que significa que protege frente a cuatro serogrupos (A, C, W e Y).
“Vacunar a los adolescentes es importante. En primer lugar, porque ellos también sufren la enfermedad, aunque sea en menor medida que la población infantil. Pero, además, ellos son los mayores portadores nasofaríngeos de la bacteria, por lo que al inmunizarles también se pretende proteger al resto de la población, incluyendo tanto a niños y niñas como a la población adulta y mayores de 65 años mediante el desarrollo de protección comunitaria”, sostiene Soler Soneira.
Por otro lado, y frente al serogrupo B, desde noviembre de 2022 se acordó la vacunación sistemática común en toda España con tres dosis a los 2, 4 y 12 meses de edad. Esta inmunización, llevada a cabo con la presentación de marca comercial Bexsero, de la farmacéutica GSK, ha resultado más controvertida. Presente en el mercado desde 2015, durante varios años no estuvo financiada por la sanidad pública debido a que la evidencia disponible no avalaba que su balance coste-beneficio fuera favorable. La protección que ofrece la vacuna, por ejemplo, disminuye con el tiempo y tampoco inmuniza contra todos lo tipos de meningococo B. Esto, entre otras razones como el elevado precio —una dosis en las farmacias costaba 106 euros—, retrasó durante años la toma de una decisión por parte de los expertos de la Ponencia de Vacunas del Ministerio de Sanidad, que finalmente acordaron recomendar su uso universal en la población de menor edad y, por tanto, más vulnerable.
Soler Soneira considera que “la vacunación frente al serogrupo C constituye el mayor éxito” frente a la enfermedad, ya que prácticamente ha eliminado la incidencia de una enfermedad que hace dos décadas causaba cientos de casos y decenas de muertes al año. Respecto al resto de vacunas, esta especialista considera que “todavía es pronto para evaluar el programa de vacunación frente a serogrupo B”. Igualmente, también falta tempo para tener una imagen completa del impacto de la dosis tetravalente a los 12. Pese a ello, afirma esta experta, “está claro que, por el momento, se ha frenado el aumento de incidencia de los serogrupos W e Y que empezó a verse en 2015, tanto en España como en otros países europeos, ya que no se notifican prácticamente casos en la población infantil y adolescente [que es la población vacunada], lo que habla del éxito de la vacunación”.
Percepción de riesgo
Como ha sucedido con otras enfermedades, los expertos temen que los buenos resultados de las campañas de vacunación “disminuyan la percepción de riesgo” de la población, lo que a su vez repercuta en unas coberturas de vacunación que, por ahora, se mantienen elevadas pero con algunas diferencias importantes entre comunidades. La cobertura de la dosis tetravalente a los 12 años, por ejemplo, asciende al 87,7% de media en España, aunque en Baleares se queda en el 56,9% mientras en Galicia supera el 97%, según datos del Ministerio de Sanidad.
“No podemos perderle el miedo. La enfermedad meningocócica es algo terrible que castiga especialmente a los niños más pequeños. Cada caso puede ser una vida truncada. Debemos trabajar para para mantener unas coberturas elevadas porque es la mejor forma de garantizar una buena protección individual y también colectiva”, insiste Ledo Varela.