La autopsia del cadáver de Samuel Luiz revela que no se defendió: “La hemorragia se fue acumulando golpe tras golpe”
Según los forenses, el asesinato fue el resultado de “lesiones acumulativas”. Los impactos en la cabeza provocaron la muerte cerebral y repetidas paradas cardíacas
No hubo un golpe determinante, sino una suma de muchos que fueron agrandando el daño dentro del cráneo de Samuel Luiz Muñiz, el auxiliar de enfermería de 24 años que fue asesinado por una manada violenta en la madrugada del 3 de julio de 2021 en A Coruña. Fueron puñetazos y patadas recibidos desde todas las direcciones, durante unos cinco minutos, por una víctima aleatoria que simplemente coincidió a la salida de un pub con unos agresores sedientos de bronca. Y Samuel ni siquiera llegó a defenderse. O al menos esa es ...
No hubo un golpe determinante, sino una suma de muchos que fueron agrandando el daño dentro del cráneo de Samuel Luiz Muñiz, el auxiliar de enfermería de 24 años que fue asesinado por una manada violenta en la madrugada del 3 de julio de 2021 en A Coruña. Fueron puñetazos y patadas recibidos desde todas las direcciones, durante unos cinco minutos, por una víctima aleatoria que simplemente coincidió a la salida de un pub con unos agresores sedientos de bronca. Y Samuel ni siquiera llegó a defenderse. O al menos esa es la hipótesis que —por la ausencia de señales en los nudillos y los antebrazos del cadáver, por la inexistencia de tejido epitelial de sus atacantes en las palmas y las uñas— sostienen los dos forenses del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) que han inaugurado el turno de los peritos cuando faltan todavía 13 días para que concluyan las sesiones del juicio contra los cinco jóvenes acusados.
El jefe de la sección de patología del Imelga en A Coruña ha sido el encargado, esta mañana, de explicar los detalles técnicos de la autopsia del cuerpo de Samuel al jurado popular que deberá decidir, a partir del 18 de noviembre, sobre la implicación de Diego Montaña, Alejandro Freire, Katy Silva, Kaio Amaral y Alejandro Míguez en el crimen. El experto lo ha hecho a través de una presentación con gráficos e instantáneas, después de elegir él mismo “las fotos más relevantes pero el menor número posible” de ellas. Las suficientes, sin embargo, para dejar claro en la sala que “la hemorragia subaracnoidea se fue acumulando golpe tras golpe”, de tal manera que “todos sumaron”, sin dar tiempo a la víctima a “recuperarse”, “construyendo” la lesión “un golpe sobre el anterior”, hasta que Samuel “perdió la consciencia”. Esta conclusión médica apuntala la teoría de la Fiscalía y de los abogados de la acusación particular y popular: que la muerte de Samuel fue obra de todos los procesados, en conjunto, como coautores. En la primera jornada, la fiscal del caso, Olga Serrano, ejemplificaba con cinco canicas este hecho: “El peso de una sola no mueve la balanza, pero si se ponen todas juntas, la balanza baja”.
Las lesiones halladas durante la autopsia en la cabeza y en el cuerpo de Samuel eran “inespecíficas”, ha comentado el representante del Imelga. “Ninguna” dio pistas o hizo pensar a los forenses “en un arma contundente concreta”. No había cortes, es decir, “no emplearon el filo” de un arma blanca, y “no había fracturas óseas”, pero sí señales de contusiones dentro del cráneo, incluso en zonas donde no aparecen marcas externas. El hecho de que no haya roturas craneales sugiere a los forenses que Samuel murió por puñetazos y patadas dados contra una cabeza que no estaba “apoyada en una pared”, sino que se iba tambaleando en el aire, o que “ya estaba inconsciente” en el suelo y “se movía sin ofrecer resistencia”, zarandeada por los sucesivos impactos. Esos golpes se reflejan dentro, en las capas interiores, porque el cerebro, que “se mueve a otra velocidad porque flota en líquido”, “choca” contra el hueso.
Durante la detallada declaración del forense, dos de los acusados, Diego Montaña y Alejandro Freire, no han levantado la mirada hacia la pantalla, mientras los otros tres parecían seguir con más atención las explicaciones. Todos ellos se juegan entre 22 y 27 años entre rejas, mientras que dos amigos que eran menores en aquel momento y ya fueron juzgados por el asesinato, cumplirán a principios de 2025 su medida de “reeducación” de tres años y medio.
La cabeza de Samuel fue el blanco de casi todos los golpes. Pero además de las lesiones externas en toda la cara, el cráneo o dentro de la boca (multiplicadas por el aparato de dientes que llevaba el chico) y de los derrames internos, el resto del cuerpo menudo de Samuel también reveló en el Imelga la violencia ejercida contra él. En los brazos, en las manos, en los hombros, en las rodillas, en los genitales. El pantalón vaquero estaba manchado de sangre, y en el tórax había signos claros de los desesperados intentos por revivirlo con desfibriladores y de los insistentes masajes cardiopulmonares. Según los datos que recoge la autopsia, a Samuel Luiz lo trataron de reanimar en la calle mientras esperaba la ambulancia, en el vehículo medicalizado y, por último, en el hospital, adonde llegó a las 4.16 horas.
En los músculos del cuello, el cadáver presentaba dos lesiones compatibles con la llave del “mataleón”, que los testigos afirman que realizó Alejandro Freire a Samuel mientras Diego Montaña le pegaba. Esta técnica consiste en atenazar a la víctima por el cuello, desde atrás, con los brazos. El forense ha explicado esta mañana que se pudo tratar de “un mataleón no perfectamente ejecutado”, porque logró bloquear los movimientos de Samuel y ponerlo a merced de quienes lo golpeaban, pero no el objetivo de “cerrar los vasos del cuello, de tal manera que se deja el cerebro sin sangre y la víctima pierde la consciencia”. Samuel perdió la consciencia y se desplomó en el suelo, según la autopsia, como consecuencia de las hemorragias. Y cuando llegó al hospital ya estaba en muerte cerebral. “Es un efecto acumulativo que en medicina se llama síndrome del segundo golpe”, ha ilustrado el jefe de patología, “pero puede ser el tercero, el cuarto o más”.
“Cuando el cráneo no rompe, no absorbe parte de la energía y toda la fuerza se transmite al interior”, ha destacado en el juicio el facultativo. La conclusión final de los informes forenses fue la de que la víctima de la pandilla coruñesa que está siendo juzgada murió como consecuencia de “golpes múltiples en el contexto de una agresión”. Al llegar al hospital, y cuando “su corazón ya se había parado en varias ocasiones, tanto en el lugar de la agresión como en su traslado en ambulancia”, le hicieron un TAC craneal que reveló que había sangre acumulada “en el espacio subaracnoideo, en los ventrículos laterales y en el cuarto ventrículo”, ha recordado el forense. “Este último es muy importante”, ha recalcado, “porque tiene cerca núcleos relacionados con el ritmo cardíaco”. En la histopatología realizada posteriormente en Madrid, se confirmó lo que las máquinas del hospital ya habían contado. Había hemorragia subaracnoidea en cerebro y cerebelo, un gran edema, y una presión intracraneal tan alta que “impedía que la sangre bombeada entrase en la cabeza”. Las “lesiones en el bulbo” también afectaron a “tres focos relacionados con la respiración y el ritmo cardíaco”. “Esto puede provocar apnea y llevar a la muerte”, ha zanjado el forense sus explicaciones. A Samuel “lo desfibrilaron muchísimas veces, le pusieron mucha medicina, pero una y otra vez volvía a la parada cardíaca”.