Cómo adaptarse al cambio para alcanzar la meta

Múnich, 7 de agosto de 2002. Final de los 10.000 metros de los Campeonatos de Europa de Atletismo. A falta de una vuelta, el español José Ríos encabeza una carrera emocionante y está a punto de rozar la gloria. Todo cambia en los últimos 300 metros. Chema Martínez sabe que ha llegado su momento y mete una velocidad más. Un cambio de ritmo brutal con el que adelanta a su compañero. Un esprint de otro planeta que le lleva directo al oro, por delante del alemán Dieter Baumann, que finalmente supera a Ríos casi en la línea de meta. Aquella prueba inolvidable es el mejor ejemplo de superación de Chema Martínez (Madrid, 1971), uno de los mejores atletas españoles de todos los tiempos. Su vida está repleta de sacrificios, de fuerza de voluntad y de hitos deportivos solo al alcance de un súper hombre.

Martínez se retiró de los circuitos profesionales hace ahora diez años, aunque en realidad nunca se ha retirado del todo. Ni mucho menos. Su vida apenas ha variado en este tiempo. Participa en competiciones por todo el planeta: igual corre a 30 grados bajo cero por la Antártida que se achicharra mientras se vacía en el desierto chileno de Atacama. Todavía hoy lleva su cuerpo al límite, y prepara cada carrera con ese perfeccionismo que le ha caracterizado desde que empezó en el deporte de élite.

Su vida es estricta, marcial, austera. También muy familiar, porque además del deporte, el otro motor de su vida son sus seres más queridos. Su mujer, Nuria Moreno, ⎯olímpica en Sidney 2000 con la selección nacional de hockey⎯ y sus tres hijos.

Cada año, las piernas de este hombre nacido para correr completan unos 10.000 kilómetros, unos 200 cada semana. Cinco horas diarias de entrenamiento con un día libre (como mucho) de lunes a domingo, alimentación a base de mucha fruta (hasta tres kilos diarios) e hidratos de carbono y una agenda en la que están vetadas las comidas y cenas de ocio. En sus tiempos de atleta profesional, la entrega aún era más extrema. Dos meses antes de las competiciones, su mente ya se centraba en el pistoletazo de salida. Por eso, era capaz de enclaustarse dos meses en algún rincón remoto del Pirineo para entrenar, o de machacarse varias semanas al máximo nivel en las alturas de Sierra Nevada para mejorar su producción de glóbulos rojos.

Un tesón que dio sus frutos. Además del oro en el Europeo de 2002, Martínez se colgó otras dos platas consecutivas en esta misma competición (en 2006, en la final de los 10.000 metros en Gotemburgo, y en 2010, en la maratón de Barcelona). Son solo tres de sus victorias en una vida repleta de éxitos, incluida su participación en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y Pekín 2008.

Pero todo tiene un principio y un final. Consciente de que algún día tendría que dar un paso atrás, Martínez jamás descuidó su formación. El fondista es licenciado en INEF y posee varios másteres y cursos especializados relacionados con el deporte y su gestión. En la actualidad, además de seguir compitiendo, es el director técnico de la revista Runner’s World y ha escrito un libro titulado No pienses, corre. El atleta representa como nadie el espíritu de mejora constante, el inconformismo y cómo dar siempre lo mejor de uno mismo.

Anticiparse a los acontecimientos

Martínez reconoce que vive a través de su pasión, que es correr, y así lo ha hecho durante 18 años en la élite. Cada temporada, se planteaba nuevos retos deportivos y no veía el momento de retirarse de la primera línea a pesar de su edad. Sin embargo, su entorno comenzó a mostrarle esa posibilidad.

Para ser protagonista de tu vida no puedes perder la conexión con el mundo

Chema Martínez, exatleta

“Los deportistas vivimos en una burbuja y solo nos preocupa el rendimiento, pero todo llega”, se sincera en esta nueva entrega de la serie Mejor Conectados. Durante la charla, muestra una realidad que pocos atletas tienen en su radar: si no te anticipas, te queda una sensación de vacío, ya que enlazas un objetivo con otro, y el ser consciente de que eso se acaba supone un bloqueo mental.

Para evitar esa posibilidad, enseguida puso en marcha un plan de actuación y comenzó a prepararse, no solo a nivel físico para sus retos deportivos. También a nivel psicológico para enfrentarse a la carrera de la vida. Con su formación académica aprendió a gestionar la incertidumbre. “Es importante adaptarte y seguir aprendiendo, absorber conocimiento de la gente que nos rodea”, afirma. Y pone énfasis en la importancia de valorar el entorno y aprender a perder cuando es necesario, como cuenta Pedro Delgado en otro encuentro de esta serie impulsada por Telefónica.

Reinventarse para salir de la zona de confort

Si hace pocos años, alguien le hubiera dicho a Chema Martínez que iba a correr por un desierto, con una mochila de ocho kilos y durmiendo en el suelo, nunca lo hubiera creído. Eso es salir de la zona de confort, algo que le ha servido para, además de ser mejor deportista, aprender de sí mismo en situaciones límite.

La solución para reinventarse con éxito pasa por ser capaz de adaptarse al cambio sin perder el vínculo con el entorno más cercano. Porque, como asegura el atleta, “para ser protagonista de tu vida no puedes perder la conexión con el mundo”.

Al fin y al cabo, compartir mejora a las personas, las conecta y supone una motivación personal hacer equipo y retarse con los demás, como asegura el exentrenador del Real Madrid de baloncesto, Pablo Laso, en otra de las entrevistas de Mejor Conectados.

Saber adaptarse en situaciones límite

Durante la conversación, Chema Martínez insiste en que es necesario evolucionar y cambiar a través de la búsqueda de la motivación y las ganas, aunque el miedo a veces puede suponer un freno a la hora de acometer nuevos objetivos. Un ejemplo de ello es su hazaña en el Europeo… de raquetas de nieve, cuando el año pasado finalizó en quinta posición en un medio completamente diferente al que estaba acostumbrado. El reto le sirvió para alcanzar nuevos objetivos: logró una medalla en un campeonato de España y participó en la selección con 50 años. Nada más y nada menos. Un hito (otro más) que demuestra que merece la pena apostar por reinventarse profesionalmente, adaptarse al cambio y asumir riesgos para crecer y trabajar la frustración.

Saber gestionar este último aspecto es vital, ya que muchas veces nos gustaría hacer cosas que, a priori, no están a nuestro alcance. Por ello es tan importante que cada uno acepte lo que realmente es y conocer cuál es su verdadero estado. Esto significa, como indica Martínez, “ser honesto contigo mismo”. Porque cuando uno es consciente de hasta dónde puede llegar, habrá dado un gran paso.

Entre sus últimas recomendaciones, el deportista advierte de los peligros que suponen las falsas expectativas y de lo necesario que es plantearse unos objetivos que se pueden llevar a cabo. En definitiva, tomar impulso con el deseo de seguir mejorando y ofrecer siempre la mejor versión.