El carnaval canario cambia las mascarillas por las máscaras

Las fiestas en Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria recuperan el esplendor con una inversión pública superior a los siete millones

Momento de la final del concurso de murgas en Santa Cruz de Tenerife el 3 de febrero.Europa Press News (Europa Press via Getty Images)

El director musical de la murga Los Nietos de Kika, Sergio León, marca la entrada de una treintena de hombres que, pito carnavalero en mano, se han dado cita esta noche en un teatro municipal de Arucas (Gran Canaria, 38.400 habitantes) para llevar a cabo el ensayo general antes del comienzo del carnaval. “En esta le damos al presidente Torres y a los chichas [por chicharrero, el calificativo que reciben los habitantes de Santa Cruz de Tenerife y, por extensión, los de toda la isla]”, relata, orgulloso, Orlando Jiménez, 69 años, presidente de la formación desde hace 47.

La Afilarm...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El director musical de la murga Los Nietos de Kika, Sergio León, marca la entrada de una treintena de hombres que, pito carnavalero en mano, se han dado cita esta noche en un teatro municipal de Arucas (Gran Canaria, 38.400 habitantes) para llevar a cabo el ensayo general antes del comienzo del carnaval. “En esta le damos al presidente Torres y a los chichas [por chicharrero, el calificativo que reciben los habitantes de Santa Cruz de Tenerife y, por extensión, los de toda la isla]”, relata, orgulloso, Orlando Jiménez, 69 años, presidente de la formación desde hace 47.

La Afilarmónica Nietos de Kika es la segunda murga más antigua del archipiélago, creada en 1976 “a imagen y semejanza” —término usado por Jiménez— de la decana, la tinerfeña NiFú-NiFá (la cual, a su vez, se inspira en las chirigotas gaditanas), que se remonta a los años cincuenta —una murga pasa a considerarse afilarmónica (un término ideado por la propia NiFú-NiFá en los cincuenta cuando el gobernador civil prohibió la fiesta y todo término relacionado con ella, como murga) cuando gana el concurso tres años consecutivos o cinco alternos—. Tanto los miembros de la agrupación como el propio presidente no pueden ocultar la excitación que les provoca el regreso de la fiesta más importante de cuantas se celebran en las islas. “Este año es muy especial, sin duda alguna”, remacha Jiménez. “El carnaval lo queremos más que nunca”.

Esta excitación se percibe, de igual manera, en las calles de ambas capitales tras un año de suspensión —2021— y otro a medio gas —el de 2022, que se trasladó al verano—. Lo explica a la perfección Cristina, camarera de una de las terrazas que pueblan el Parque Santa Catalina, epicentro del carnaval grancanario, a pocos metros del escenario principal de las fiestas. “Mi niño, este año cambiamos las mascarillas por las mascaritas [persona disfrazada con la cara tapada] y eso es bueno para el espíritu y para el negocio”, asevera con una sonrisa irónica.

La cuestión económica no es menor: cada uno de los dos carnavales tiene un impacto económico de entre 35 y 40 millones de euros, según las cifras de los ayuntamientos. Pero para los canarios suele tratarse de algo más que de dinero. “La esencia del carnaval es el contacto social, mucho más que las grandes galas”, explican fuentes del Consistorio santacrucero. “Y en pocas fiestas hay tanto contacto para un canario como en el carnaval. Es por eso que el parón resultó tan doloroso para nosotros”.

Ensayo de la murga Afilarmónica Los nietos de Kika, el viernes 3 de febrero en el Nuevo Teatro Viejo de Arucas.

El carnaval en Canarias hunde sus raíces en las décadas posteriores a la conquista castellana a finales del siglo XV, con las primeras referencias directas datadas a finales del XVI. Diversos historiadores, como Israel Campos, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, apuntan a que el asentamiento de comerciantes de origen italiano constituyó el germen de las fiestas. “El carnaval en aquellos momentos era claramente veneciano”, explica. En el siglo XIX, la fiesta da un giro con la aparición de sociedades privadas que organizan desfiles de las mascaritas. Se han recuperado escritos del XVIII, prosigue el historiador, en los que los obispos piden decoro a la población durante las carnestolendas.

En 1917, relatan por su parte fuentes de la corporación santacrucera, se produjo un suceso clave, con el atraque en el puerto de Santa Cruz el buque cañonero Laya, de tripulación gaditana. Este contacto constituyó el germen de la creación de las murgas, la traslación isleña de las chirigotas de la ciudad andaluza. La tradición de elegir a una reina se remonta a los años treinta; las comparsas, a imitación de las fiestas de Río de Janeiro, a los sesenta. El régimen de Franco prohibió las fiestas primero y “trató de bautizarlas como fiestas de invierno”, después. Sin demasiado éxito en ambas ocasiones, rememora Campos.

El más conocido internacionalmente es el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife (205.000 habitantes), que la llegada de la democracia llevó al centro de la ciudad. Fue declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional en 1980. En 2019, el último año de plena normalidad antes de la covid, el certamen llegó a congregar a más de 400.000 personas en el concierto que el dominicano Juan Luis Guerra ofreció en la capital. Este año, el Consistorio ha invertido aproximadamente 3,2 millones de euros en la organización de las fiestas bajo la temática Nueva York.

Las fiestas comenzaron oficialmente el 20 de enero en la ciudad. La final de murgas se celebró el viernes 3 de febrero, con la victoria de los Trapaseros en Interpretación. Sus puntos culminantes, sin embargo, aún están por llegar: la Gala de la Reina el día 15, el Carnaval de Día el 19, y el Coso, una procesión multitudinaria de carrozas que discurre por la Avenida Anaga que se celebrará el 21 de febrero. La importancia de estas fiestas para la ciudad ha llevado al equipo de Gobierno de José Manuel Bermúdez (Coalición Canaria) a proponer a los colectivos que participan en las fiestas —unas 6.000 personas— para que sean galardonados con el Premio Canarias 2023, dentro de la modalidad de Acciones Altruistas y Solidarias.

El Carnaval en las Palmas de Gran Canaria (380.000 habitantes) ha vivido una explosión de popularidad a partir de los noventa, si bien en los últimos años se está encontrando con la resistencia de los vecinos, que tratan de expulsarlo del centro de la ciudad —”es quizás”, explica Israel Campos, “una muestra de que a diferencia de lo que sucede en Cádiz, la ciudadanía local no termina de verlo como algo propio”—. Fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2017, impulsada, principalmente, tras la implantación desde 1998 de la Gala Drag Queen, pionera en el mundo, según el Ayuntamiento. Pese a las protestas de los residentes, Inmaculada Medina, concejala de Servicios Públicos y Carnaval, sostiene que “forma parte de la propia identidad de Las Palmas de Gran Canaria, una ciudad abierta y cosmopolita”.

La inversión del equipo de Gobierno del alcalde Augusto Hidalgo (PSOE) ha recuperado el lustre de antaño, y está entre 3,5 y 4 millones de euros (sin contar con la contribución de los patrocinadores). Las citas clave de las fiestas grancanarias, que tienen como temática la discoteca neoyorquina Studio 54, serán la Gala de la Reina (24 de febrero), la citada Gala Drag Queen (3 de marzo) y la Gran Cabalgata a lo largo de la ciudad (4 de marzo).

La final de Murgas en Gran Canaria está prevista para el sábado 18. Es para esta cita para la que Los Nietos de Kika preparan cuatro canciones, además de la presentación y la despedida. Todo por amor al arte. “Ahí tenemos de todo”, asegura Orlando Jiménez mientras señala con la barbilla hacia el escenario, donde la afilarmónica le canta al presidente canario, Ángel Víctor Torres. “Tenemos médicos, anestesistas, fontaneros... y hasta dos pensionistas. Algunos llegan manchados de la obra, pero no se pierden los ensayos. El carnaval nos une a todos”.

Sobre la firma

Más información

Archivado En