Un ejemplo de moda sostenible. Retales que iban a ir a la basura se convierten en hilo en una fábrica de Olot (Girona). Con este hilo se tejen jerséis en un taller de Igualada (Barcelona). Confeccionados a partir de un único patrón atemporal, se venden en una tienda en Granollers (Barcelona). Si el cliente quiere deshacerse del jersey, lo puede entregar para que lo reciclen y se obtenga hilo de nuevo. Bastantes ciudadanos de Granollers llevan esta prenda de punto, orgullosos de contribuir a la economía local. “Lo sienten muy suyo”, afirma la propietaria Gemma Barbany, formada en Bellas Artes pero con gran tradición textil en su familia –su tatarabuelo abrió un negocio textil en 1895 en esta ciudad de 60.000 habitantes–. Iaios, el nombre de la marca y que significa abuelos en catalán, funciona desde 2015. Se cuida el origen de los recursos, la fabricación y los residuos se convierten en materia prima .
Un ejemplo de moda sostenible y técnica y a gran escala: la empresa vasca Ternua fabricó en 1994 un forro polar a partir de botellas de plástico. "Eran otras calidades, eso sí", matiza Nora Garay, del gabinete de prensa de la compañía. Especializada en prendas para realizar actividades al aire libre y con 170 trabajadores, una de sus últimas innovaciones consiste en la eliminación de las sustancias nocivas utilizadas en los tejidos repelentes de agua. "Incorporamos nuevos materiales sin perder la tecnicidad". Ecoalf es otro gran conocido en este campo. Desde hace una década convierte neumáticos, redes de pesca, botellas de plástico o suelas de chanclas en abrigos que cuestan entre 200 y 400 euros. O en zapatillas, en colaboración con la mallorquina Camper, que se venden por 130 euros. La ilustración que viene a continuación representa calzado hecho en España, a veces inventado o con gran arraigo en el país, y fabricado con estándares de sostenibilidad.
Otro ejemplo de moda sostenible lo aporta El Corte Inglés. Una de sus marcas confecciona prendas de baño con hilo de poliéster obtenido a partir de las botellas capturadas en los océanos y otra, vaqueros con hilo reciclado procedente de tejanos descartados.
Más. Numon, con sede en Reus (Tarragona), diseña bolsos y mochilas a partir de vaqueros desechados o de cortinas o cubrecamas que les donan los vecinos. No hacen colecciones pero sí sacan un par de modelos nuevos cada año. Llevan una década en esto. Algunos estudiantes de Reus las han visitado cuando han tenido que presentar un trabajo de moda sostenible. Gemma Hernández, la mayor de las dos hermanas que llevan el negocio, informa del nuevo panorama de esta ciudad tarraconense de 103.477 habitantes. "Muchas tiendas cerraron ante la apertura de un centro comercial. Otras han abierto como nosotras, una de cosmética orgánica y un comercio vegano donde se vende el género al peso".
Sí sigue modas
La moda sostenible nunca lo tuvo tan fácil. “Cada vez hay menos limitaciones para seguir las tendencias”, asegura Elena Salcedo, profesora en el Instituto Europeo de Diseño (IED) de Barcelona. “Bueno, si se lleva el flúor o la purpurina es más complicado, pero en general cada vez cuesta menos”, ilustra. “Se han logrado tantos avances que la moda sostenible ya no implica que sea cutre, fea o jipi. No hace falta renunciar al estilo”, le tiene que explicar aún a algunos de sus alumnos, más centrados en la parte creativa o directamente en decidir qué les gusta y qué no les gusta. El resultado obtenido por la gente muy concienciada que empezó con todo esto a principios de siglo era muy limitado. “Las prendas no eran tan estéticas, ni tan cool, ni tan trendy”, apunta Salcedo. “Ha habido una gran evolución. Ahora se encuentra moda sostenible en las grandes cadenas”.
Sostenible y técnica. La ropa ligera, funcional, compacta, resistente, repleta de bolsillos, pensada para realizar actividades en el exterior –la ropa técnica, vaya– está de moda. En Ternua son conscientes. "Nos hemos subido a la ola de esta tendencia", afirma Garay. Van a presentar una línea de calle basada en todo su conocimiento en ropa de montaña y alpinismo. "La gente quiere prendas completas, que le valga para diferentes situaciones", explica. "Antes este tipo de ropa tenía muchos colores o se mezclaban varios tonos", argumenta. "Aunque en el País Vasco siempre se ha llevado la ropa técnica", matiza.
Pymes sostenibles
Marina López es la presidenta de la Asociación de Moda Sostenible, que aglutina a 130 pequeñas o medianas empresas respetuosas con el medio ambiente y con las condiciones de los trabajadores. López apunta desde Jerez de la Frontera en la misma dirección: “La moda sostenible es moda. No hay incompatibilidad entre seguir las tendencias y ser sostenible. Lo que no hacemos es sacar una colección cada 15 días”. Habla en primera persona del plural. También tiene su negocio de moda sostenible.
Plástico en la moda
Menos del 1% del material utilizado para fabricar prendas se recicla, según el informe Una nueva economía del textil: rediseñando el futuro de la moda, publicado por la fundación Ellen MacArthur en 2017. Otro dato. Cada año se emplea el equivalente a un billón de botellas de plástico de medio litro para producir ropa de origen plástico. El informe de este tótem de la economía circular calcula que entre 2015 y 2050 se vertirán 22 millones de toneladas de microplásticos al mar.
Elena Salcedo, consultora de moda sostenible, señala la fórmula que consigue que “perdure el modelo existente sin sentimiento de culpabilidad”. Se llama circularidad y consiste en convertir el residuo en materia prima. “Si la camiseta es algodón 100% se puede triturar, obtener hilo y volver a confeccionar una prenda”, explica. El I+D va dirigido a separar y reciclar las prendas inservibles de la mejor manera. “Es la esperanza para convertir en sostenible un modelo que no quiere cambiar”. Y añade: “No es la solución pero es una manera de que todo siga funcionando igual sin sentimiento de culpabilidad. Convendría explorar las opciones que permitan alargar la vida de la prenda. López, que preside la asociación fundada en 2015, aporta un dato: “La vida útil de una prenda convencional son seis lavados de media”.
Prendas A+++
Marina López reclama un etiquetado en la moda con “tanta información como en el sector de la alimentación”. Afirma que cuando una prenda se fabrica con mezcla de tejidos no es obligatorio indicarlo si el principal alcanza el 90% de la composición. Una camiseta de algodón que cuente con un 9% de acrílico, por ejemplo, puede venderse como algodón 100%. “La etiqueta está desfasada”, apunta Salcedo, que coordina un curso de verano especializado en moda sostenible desde hace cinco años. Da clases a muchos profesionales del sector que quieren aprender otra manera de hacer moda. “Hay que avanzar hacia el modelo de alimentación o como el de los electrodomésticos”. Salcedo sostiene que hay marcas que ignoran la procedencia de los tejidos.
López pone un ejemplo de información omitida en la etiqueta: “La composición de los tintes que se utilizan en Asia. Algunas fábricas utilizan productos químicos o metales pesados que no están permitidos en Europa”. El Corte Inglés cuenta con prendas elaboradas con algodón orgánico o vaqueros tintados sin emplear agua. En el diagrama siguiente se detallan algunas de las prácticas que lleva a cabo.
Puma fue pionera al incorporar hace siete años los costes medioambientales en los que incurre en su cuenta de resultados, informa la docente Salcedo. Los monetiza y los incluye como gastos. Como si fuera el salario de sus trabajadores o el alquiler de las tiendas.
Armario compartido
La congresista demócrata estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez utiliza un sistema de suscripción que le permite disponer de ropa sin comprarla. Existen plataformas especializadas en este tipo de comercio o grandes cadenas que han comenzado a ofrecer este servicio. La plataforma noruega Vigga ofrece un modelo de suscripción de ropa para bebés desde hace cinco años. Recientemente la ha absorbido la web holandesa Circos. “Siempre me preguntan si la moda sostenible es más cara. La respuesta es no. Se puede alquilar ropa o recurrir a tiendas de segunda mano. O se puede comprar una camiseta de 25 euros en lugar de cinco a 5 euros cada una”, explica López. “Las prendas sostenibles tienen el precio que tienen que tener. Justo y ético”.
Comparado de nuevo con el sector de la alimentación, se habla de moda de kilómetro cero. Se reduce la huella de carbono y se favorece la economía local. “Portugal ha sabido reinventarse y cuenta con fábricas de tejidos orgánicos y reciclados. Cataluña está retomando. No solo moda convencional sino también poliéster reciclado, por ejemplo”, apunta López. Los jerséis de Iaios realizan 108 kilómetros desde que se confeccionan en las provincias de Girona y Barcelona hasta que se ponen a la venta. De Guangzhou a Barcelona hay 9.929 kilómetros.