La Iglesia francesa abre el diálogo con los hijos de sacerdotes

Una comisión de obispos recibe oficialmente a descendientes de curas y monjas para buscar una "forma de actuar en estas situaciones”

El papa Francisco en una imagen de archivoVINCENZO PINTO (AFP)

Se hacen llamar los hijos del silencio. Algunos los consideran hijos de Satán, o de la vergüenza. Son, en su mayoría, hijos e hijas de sacerdotes aunque, también algunos, de religiosas. Pese a que muchos de sus padres abandonaron la Iglesia tras su nacimiento, la culpa heredada, los rumores y las descalificaciones los han acompañado durante toda su vida. Igual que el silencio de una Iglesia que, afirman, no quería saber nada de ellos. En Francia, las cosas podrían estar cambiando. Por primera vez, un grupo de hijos de religiosos ha sido recibido oficialmente, este jueves, por una comisión de l...

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Se hacen llamar los hijos del silencio. Algunos los consideran hijos de Satán, o de la vergüenza. Son, en su mayoría, hijos e hijas de sacerdotes aunque, también algunos, de religiosas. Pese a que muchos de sus padres abandonaron la Iglesia tras su nacimiento, la culpa heredada, los rumores y las descalificaciones los han acompañado durante toda su vida. Igual que el silencio de una Iglesia que, afirman, no quería saber nada de ellos. En Francia, las cosas podrían estar cambiando. Por primera vez, un grupo de hijos de religiosos ha sido recibido oficialmente, este jueves, por una comisión de la Conferencia Episcopal, que se ha declarado abierta a estudiar su situación. Un primer paso bienvenido, dicen los hijos de religiosos, en un camino aún muy largo en búsqueda de un mayor reconocimiento y que tiene como destino final Roma.

El Vaticano confirmó a comienzos de año, tras un reportaje de The New York Times sobre el tema, que tiene unas directivas internas para actuar ante lo que denomina “hijos de los ordenados”. Estas prevén que el religioso que tenga descendencia debe abandonar el sacerdocio y asumir su responsabilidad como progenitor y dedicarse a su hijo o hija. La dispensa en estos casos es tratada por un procedimiento acelerado y, en el caso de que el cura afectado o sus superiores no quieran solicitarla de forma voluntaria, Roma puede actuar para obligarlo a colgar los hábitos y asumir sus responsabilidades parentales.

Pero para los Hijos del Silencio, una asociación fundada en 2013 y que reúne a más de medio centenar de hijos de religiosos franceses, esto no es suficiente. Porque lo que quieren es ser “oídos, escuchados y reconocidos” y que, en algún momento, los reciba el mismo papa Francisco.

“Queremos poder ver cara a cara al papa, en Roma, y que él nos dirija palabras reconfortantes. No somos responsables de nuestra condición”, reclamó su presidenta, Anne-Marie Jarzac, en el diario católico La Croix. “Hay demasiados hijos de curas que siguen sufriendo, que han vivido en el rechazo, con reproches por haber nacido”.

Jarzac es una de las tres personas que se reunieron este jueves con la comisión episcopal para los ministros ordenados y los laicos en misión eclesiástica (Cemoleme, por sus siglas en francés). El encuentro tuvo lugar en la sede de la Conferencia Episcopal en París y fue celebrado a puerta cerrada. Una portavoz de la institución religiosa confirmó la celebración de la cita, tras la que sin embargo no había previsto emitir un comunicado explicativo. Jarzac mantuvo un primer contacto a comienzos de año con el secretario general de la Conferencia Episcopal, Olivier Ribadeau-Dumas. Esa primera cita había sido mantenida en secreto hasta que la desveló el diario Le Monde, el mes pasado. La de este jueves sin embargo ha sido anunciada con antelación por las dos partes.

Aunque la reunión, que duró dos horas, pretendía ser una mera “toma de contacto”, en el encuentro se dieron pasos decisivos, aseguraron ambas partes. El arzobispo de Bourges, Jérôme Beau, presidente de Cemoleme, la comisión que celebró la reunión de este jueves, dijo a Le Monde que se han fijado varios objetivos con una meta clara: “trabajar juntos”. Así, por un lado, la asociación se encargará de explicar a los dignatarios religiosos las dificultades que padecen los hijos de religiosos. Además, se creará un interlocutor en cada diócesis para reunirse con ellos y ayudarlos. Se les facilitará también el acceso a los archivos de la Iglesia para que puedan conocer sus orígenes y, finalmente, se ofrecerá un acompañamiento “social, humano y psicológico” tanto para ellos como para sus padres para “permitirle a cada uno asumir humana, espiritual y psicológicamente esa etapa de su existencia”.

El objetivo final, como había adelantado Beau a La Croix, será “avanzar hacia una carta de la Iglesia de Francia que defina las formas de actuar en estas situaciones”.

Jarzac, según Le Monde, se declaró satisfecha pese a que le sigue “sorprendiendo”, recalcó, la lentitud de la Iglesia en afrontar una cuestión como esta. Aun así, indicó, este primer encuentro oficial se desarrolló en un “ambiente de confianza con una disposición deferente. Hemos sentido una voluntad de trabajar juntos para que este tipo de dramas no se sigan repitiendo”, señaló.

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