Wimbledon: ¿por qué los tenistas SOLO pueden vestir de blanco?
Ni crema, ni marfil. La ropa deportiva de cualquier tenista que pise la pista de Wimbledon debe de ser de un blanco inmaculado, ¿de dónde sale este estricto código de vestimenta?
Con el verano llega uno de los torneos de tenis con más solera de este deporte. Wimbledon es una de las competiciones sobre hierba más exigentes, cuya copa es la más codiciada. Más de un siglo de historia le contempla y entre su público es habitual ver a miembros de la familia real británica alternando con actrices, otros aristócratas, modelos y socialités. Mientras que en las gradas los estilosísimos modelitos se suceden: americanas cruzadas recién salidas de Saville Row, vestidos de flores de movimiento inigualable, camisas de rayas de factura exquisita… En la pista de tenis la sobriedad se ...
Con el verano llega uno de los torneos de tenis con más solera de este deporte. Wimbledon es una de las competiciones sobre hierba más exigentes, cuya copa es la más codiciada. Más de un siglo de historia le contempla y entre su público es habitual ver a miembros de la familia real británica alternando con actrices, otros aristócratas, modelos y socialités. Mientras que en las gradas los estilosísimos modelitos se suceden: americanas cruzadas recién salidas de Saville Row, vestidos de flores de movimiento inigualable, camisas de rayas de factura exquisita… En la pista de tenis la sobriedad se impone. Sobre ella no verás a ningún deportista, por muy Nadal o Serera Williams que sea, salirse del estricto código de etiqueta que tiene una sola regla pero rotunda: vestir de blanco. Y cuando la norma dice blanco se refiere a blanco sin lugar a dudas. No se permite un tono crema o un sutil marfil. El blanco ha de ser inmaculado. Nuclear. Sin concesiones. Tampoco se pueden llevar accesorios que no sean de color blanco e, incluso, se exige que si la ropa interior de alguno de los jugadores o jugadoras se ve, esta debe de seguir la norma. Pero, ¿de dónde sale esta manía por el color blanco?
Cuando a finales del 1800 se celebró el primer torneo de Wimbledon, descubrieron que la práctica intensa de este deporte podía provocar sudoración excesiva. Un incoveniente nada compatible con la idea que tenían los británicos sobre el decoro. La transpiración era menos visible sobre la ropa blanca por lo que de inmediato se impuso el pantalón largo y la camisa blanca para los hombres; y el vestido largo y sombrero para las mujeres. La tradición iría un poco más allá y tendría un trasfondo sexista hoy del todo impensable. Esta obsesión por mantener una imagen respetable en todo momento y circunstancia afectaba mucho más a las mujeres y esta regla de vestir de un color que disimulara el sudor se creó específicamente pensando en las mujeres, tal y como cuenta Valerie Warren en su libro Tennis Fashions: Over 125 yesar of Costume Change, «era del todo impensable que una mujer pudiera ser vista sudando».
Mientras que en otros torneos que tuvieron reglas similares, como por ejemplo el Open de Estados Unidos, las cambiaron haciéndolas más permisivas hace décadas, Wimbledon se mantiene inalterable. El manual de vestimenta para los jugadores especifica exactamente los centímetros que puede medir una línea de color sobre el cuello de un polo, sus mangas o las muñequeras o cintas para la cabeza. Los calcetines, gorras e incluso las suelas de las zapatillas deben de seguir la norma. Al fin y al cabo, si en algo son expertos los británicos, es en mantenerse absolutamente fieles a sus tradiciones. Sin importar lo absurdas que en ocasiones puedan ser o los inapropiados orígenes que tengan. Por eso, Wimbledon seguirá siendo el torneo en el que sus tenistas salgan a la pista vistiendo de blanco inmaculado, ajenos a modas y supersiticiones, o no será.