Cómo funciona Jeanología, la empresa española que «estropea» de forma sostenible los vaqueros de Levi’s e Inditex
Tratan el 35% de los vaqueros que se producen en el planeta, incluidos los de firmas como Levi’s, Inditex o Mango. Así consiguen el deseado efecto desgastado que triunfa esta temporada.
Una paradoja de la cultura contemporánea es que nos gusta llevar ropa rota, ajada, avejentada, sobre todo, las prendas vaqueras. Hace no tanto nuestra abuela (¡menuda estafa!) nos hubiera mandado de vuelta a la tienda a cambiar la prenda por una que estuviera nueva, en buen estado, pero hoy la moda incluye los agujeros y el denim gastado y desvaído como expresión de rebeldía, frescura y modernidad: ...
Una paradoja de la cultura contemporánea es que nos gusta llevar ropa rota, ajada, avejentada, sobre todo, las prendas vaqueras. Hace no tanto nuestra abuela (¡menuda estafa!) nos hubiera mandado de vuelta a la tienda a cambiar la prenda por una que estuviera nueva, en buen estado, pero hoy la moda incluye los agujeros y el denim gastado y desvaído como expresión de rebeldía, frescura y modernidad: el capitalismo ha asimilado la tendencia que nació en subculturas como el hippismo, el punk o el grunge… o del simple uso de los jeans por los currantes, sus destinatarios originales.
Otra paradoja es que para desgastar y romper la ropa también se ha desgastado y roto el medioambiente o la salud de los trabajadores. Por ejemplo, una forma común de tratar los vaqueros incluía el sandblasting, la erosión por chorro de arena que provocaba silicosis en los obreros, una enfermedad que, por cierto, también sufrían los mineros que empezaron a utilizar los vaqueros como ropa de trabajo en el s. XIX, y que puede ser mortal. Esta técnica ya ha sido prohibida. En el mundo se producen 5.000 millones de vaqueros al año (un 15% acaba enterrado o quemado). Tratar un pantalón para darle su aspecto final puede consumir hasta 100 litros de agua. En el proceso completo de fabricación se pueden gastar 7.500 litros de agua, según datos de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo.
Pero resulta que hay empresas que se dedican a pensar cómo tratar los vaqueros para dejarlos rotos y desgastados sin hacer daño a nadie. Es el caso de Jeanología, fundada por Enrique Silla y José Vidal (sobrino y tío), que nació en 1994 como una consultora para asesorar en el desarrollo de la moda sostenible. “Ya desde los inicios estaba en nuestro ADN la idea de transformar la industria textil, hacerla más sostenible, más eficiente, más ética”, dice Carmen Silla, directora de Marketing, “pronto vimos las cantidades de agua y agentes químicos que se gastaban en los vaqueros. No se podía seguir de esa manera: necesitábamos un cambio disruptivo”. Así, en 1999 se reconvirtieron en una empresa tecnológica: ahí estaban las soluciones.
En Jeanología hoy diseñan y producen tecnología para el acabado de los vaqueros. Con técnicas de láser desgastan y rompen. “Así conseguimos sustituir técnicas como el sandblasting o el lijado a mano, que es muy lenta y trabajosa y causa tendinitis a los trabajadores”, dice Silla. Otros efectos de desgaste o de lavado a la piedra se consiguen con gas ozono, altamente oxidante, y que evita la utilización de agua. Con técnicas denominadas eflow, de nanoburbujas, consiguen suavizar las telas vaqueras. El sistema H2Zero optimiza el reciclado de agua. Etcétera. Aplicando las tecnologías que desarrollan, según asegura Silla, el gasto de agua en el acabado pasa de 100 litros por prenda a solo 5.
“Es muy interesante cómo juntamos a personas de carácter técnico, como ingenieros en fotónica o robótica, con otros expertos provenientes del mundo de la moda”, dice la directora de Marketing, “es la clave del éxito de esta empresa”. Otra paradoja: un montón de mentes, tecnólogas y fashionistas, dedicadas a pensar la mejor forma de estropear los vaqueros para que gusten a la gente.
En Jeanología trabajan prácticamente para todas las marcas de vaqueros (Levi’s, Inditex, Gap, Mango, etc). Una vez desarrollada la tecnología se la ofrecen a los fabricantes en India, Bangladesh, Marruecos, México, esos lugares lejanos con menos regulación medioambiental y laboral donde se producen las prendas que usamos. “De algún modo somos como un intermediario entre las marcas y los fabricantes”, explica Silla. Están presentes en 60 países y tratan el 35% de los vaqueros que se producen en el planeta.
¿Qué motivación tienen aquellos fabricantes para adoptar tecnologías más éticas y sostenibles? “Muchas veces son las propias marcas las que, presionadas por los compradores en Europa y Estados Unidos, exigen cierta forma de producir”, explica Silla, “otras veces se hacen las mejoras porque producir de forma más eficiente reduce los costes. Está cambiando la mentalidad”. Preocupada por el impacto del sector textil, Naciones Unidas lanzó en 2019 su Alianza por la Moda Sostenible, que busca promover las buenas prácticas sociales y medioambientales en la industria. Según la organización, el consumidor medio adquiere un 60% más de prendas que hace 15 años y cada una se usa ahora la mitad de tiempo.
La pandemia parece haber cambiado esta ansia compradora, y la producción y venta de textil ha bajado: nos hemos dado cuenta de que tal vez no necesitamos comprar tanta ropa. Durante la pandemia, según datos de la patronal Acotex, las ventas de moda y complementos se desplomaron un 40%. “Es cierto que la producción ha bajado, pero debemos ser optimistas”, dice Silla, “esta crisis también puede servir para acelerar la digitalización y la sostenibilidad. Ser sostenible ya no es algo ‘marketiniano’, ahora es algo obligado: un must”.
Otra de las innovaciones de la compañía es la creación de un sistema para catalogar los productos según sus carácter ético y sostenible: prendas rojas, verdes y ámbar. “En principio era para uso interno de las empresas, pero ahora se está empezando a mostrar al cliente en un ejercicio de transparencia”, dice Silla. Su reto para 2025 se llama Misión Zero y consiste en conseguir que la industria de los jeans no genere residuos, desde la fabricación del tejido hasta el acabado, y sirva de ejemplo para el resto de sectores textiles.
¿Y si algún día dejan de gustar los vaqueros gastados y rotos? “Yo creo que los vaqueros gastados siempre van a gustar, y, además, la moda está en constante evolución, continua creatividad, con lo que se generaran nuevas formas de tratar los vaqueros. En cualquier caso, un vaquero siempre se tendrá que tratar, para suavizarlo”.