En esta empresa somos como una familia: el reverso tenebroso del ‘team building’
Este recurso ha ganado popularidad tras la pandemia, con el fin de reconciliar la distancia creada por la modalidad de teletrabajo. Pero cuando se hace en exceso o fuera del horario laboral puede provocar una reacción contraproducente: empleados que no se atreven a rechazar las propuestas y que acaban angustiados porque se sienten secuestrados por su empresa. Analizamos con expertas cuáles son las banderas rojas y cómo identificarlas.
Planes los fines de semana, salidas a comer o a tomar una copa al término de la jornada laboral, retiros o excursiones son algunas de las iniciativas que muchas empresas utilizan como recurso a la hora de favorecer el trabajo en equipo, la comunicación y el sentido de pertenencia dentro de una compañía. Esta estrategia, denominada team building, es en muchos casos honesta y bienintencionada e incluso mejora la productividad y el bienestar de los trabajadores, pero también puede tener un lado oscuro cuando no se realiza en horario laboral y pone al empleado en un compromiso. Ya sea por...
Planes los fines de semana, salidas a comer o a tomar una copa al término de la jornada laboral, retiros o excursiones son algunas de las iniciativas que muchas empresas utilizan como recurso a la hora de favorecer el trabajo en equipo, la comunicación y el sentido de pertenencia dentro de una compañía. Esta estrategia, denominada team building, es en muchos casos honesta y bienintencionada e incluso mejora la productividad y el bienestar de los trabajadores, pero también puede tener un lado oscuro cuando no se realiza en horario laboral y pone al empleado en un compromiso. Ya sea por la forma en la que se plantean o por las consecuencias cuando son rechazadas, estas actividades pueden suponer un suplicio para los trabajadores. “Las peticiones laborales sanas tienen en cuenta que hay cosas que no se pueden exigir a los trabajadores y que ellos tienen la posibilidad de elegir desde la libertad, no desde la coacción”, explica la psicóloga Ana Gómez, que insiste en que las empresas no deberían traspasar la frontera de proponer actividades de ningún tipo fuera del horario de trabajo.
Después de numerosas horas semanales conviviendo con las mismas personas en un contexto laboral, lo usual es que el trabajador prefiera pasar el limitado tiempo libre del que se dispone con los seres queridos o con uno mismo, recargando pilas para la siguiente semana. No obstante, elegir esta opción puede resultar bastante complejo si quienes proporcionan el salario al fin de mes son los mismos que apelan constantemente a los valores de la lealtad y la familia, y buscan que se demuestre el compromiso con la empresa y el trabajo cumpliendo con todo aquello que consideran relevante, incluido acudir a estos encuentros. En este contexto, los empleados pueden sentir que este tipo de actividades afectan a la conciliación y la proyección dentro de la empresa. Y aquí es donde las mujeres salen peor paradas. Según un estudio del Observatorio de la igualdad y el empleo, 8 de cada 10 mujeres se enfrenta a problemas en cuanto a la conciliación. Y del total de personas que están acogidas a algún tipo de medida de conciliación, alrededor del 70% son mujeres.
En caso de que el tiempo personal y las preferencias de los empleados no se respeten, explica la psicóloga Ana Gómez, se puede generar el efecto contrario al que se desea con el team building: “La balanza entre la vida personal y el trabajo debe mantenerse en equilibrio. Las actividades con la empresa han de estar reguladas en el tiempo y espacio para no generar una sensación de sobrecarga. De lo contrario, algo que puede pensarse en beneficio del trabajador, puede resultar perjudicial: insomnio, desmotivación, pensamientos obsesivos sobre el trabajo o más conflictos familiares o de pareja por la poca conciliación laboral. Como dice el dicho popular: el remedio puede ser peor que la enfermedad”.
“Contra nuestras jornadas de team building no se puede competir. La última hubo tirolina, barbacoa con opción veggie y después todos al karaoke. Estaba todo el equipo de chavales encantado”, comenta el CEO interpretado por Rober Bodegas en un vídeo del dúo cómico Pantomima Full. La grabación es una caricatura de las startups— empresas emergentes —, y dicho fragmento del guion corresponde al apartado en el que hacen alusión a la forma en la que la empresa consigue destrozar el fin de semana de los empleados. Una caricatura de un modelo de empresa joven donde supuestamente se cuida a los empleados, pero donde, como cuentan en este artículo de El País, ni siquiera cuentan con la protección básica de un comité de empresa.
Según explica Carla Lazo, que hace divulgación de relaciones laborales en redes sociales para sus casi 60.000 seguidores en Instagram, este recurso ha obtenido una gran popularidad en la época postpandemia con el fin de reconciliar la distancia creada por la modalidad de teletrabajo. No obstante, indica la experta, existen banderas rojas a tener en cuenta cuando se habla de este tipo de acciones, como que «el empleado se sienta obligado a participar en dichas actividades sin opción a negarse o que exista un chantaje emocional por ello. También cuando las propuestas no estén alineadas con las necesidades y los objetivos de los empleados y, por tanto, se conviertan en una pérdida de tiempo».
Esfuerzo, equilibrio, fidelidad. Estas tres palabras son las que están escritas en la enorme pared del interior de la nave de Básculas Blanco, que enmarca el último fotograma de la galardonada película de Fernando León de Aranoa, El buen patrón. En ella, el maquiavélico empresario interpretado por Javier Bardem, evidencia mediante sus actos cómo, a diferencia de lo que exprese verbalmente, no todo lo que plantea o lleva a cabo es «por el bien de los trabajadores». Bajo unos lemas relacionados con la lealtad y la cultura del esfuerzo, se esconde en muchas ocasiones una baza perfecta para lograr manipular a los trabajadores, logrando que sientan la necesidad de responder de la forma en la que el superior lo desea porque, al fin y al cabo, es quien está ahí para ampararle después de todo. “Básicamente, apelan a estos valores porque saben que el trabajador quiere identificarse con ellos. Si se habla de lealtad y fraternidad y el empleado rechaza una petición, se sentirá desleal y desconsiderado, lo que le producirá un malestar interno y acabará accediendo a lo que el otro desea”, afirma Ana Gómez. “La necesidad de pertenencia es una necesidad básica del ser humano, así como la de aprobación social y la de sentirse aceptado. Si alguien no acude a alguna actividad y luego ve caras largas de toda la plantilla en la oficina, se le está castigando por ello. Como consecuencia, dicha persona puede sentirse muy incómoda, estar nerviosa, tener pensamientos negativos, sentir soledad y aislamiento”, añade.
Indudablemente, estas expresiones relacionadas con los valores familiares y la fidelidad, más propias de guiones de películas, pueden ser muy eficaces a la hora de conseguir quse acuda a este tipo de actividades. No obstante, el porcentaje de éxito no es absoluto, ya que en muchos casos los empleados terminan siendo conscientes de que se están aprovechando de su vulnerabilidad y se niegan a pasar por el aro. De hecho, una de las consecuencias que puede tener esta clase de actitudes es que se decida cambiar de trabajo. “Probablemente, sean esos mismos jefes los que conduzcan, sin ser conscientes, a la totalidad del porcentaje de rotación de su equipo”, apunta Carla Lazo. Al fin y al cabo, lo peligroso no es el cuchillo, sino el uso que se le dé, por lo que el resultado del team building podrá describirse como una quedada divertida y enriquecedora o como un castigo divino, en función de quién y cómo y por qué la ponga en marcha.