¡Oh, capitán, mi capitán! Vuelve la chaqueta de pana
Este material, ligado a la historia de España por el socialismo, se erige como uno de los protagonistas de la temporada. El look ‘profesor de geografía’ está más de moda que nunca.
Lo llaman “el terciopelo de los pobres”, y dicen que vuelve, pero son tantos sus regresos, que realmente la pana nunca ha acabado de irse. Lo que sucede es que hacía bastantes otoños que se anunciaba su supervivencia a bombo y platillo. Las tendencias sobre las pasarelas han convertido a este basto tejido (a menudo de algodón) en el material de la temporada, y las voces expertas ya se han aventurado a imaginar un invierno repleto de John Keatings (¡oh, capitán, mi capitán!) y de ...
Lo llaman “el terciopelo de los pobres”, y dicen que vuelve, pero son tantos sus regresos, que realmente la pana nunca ha acabado de irse. Lo que sucede es que hacía bastantes otoños que se anunciaba su supervivencia a bombo y platillo. Las tendencias sobre las pasarelas han convertido a este basto tejido (a menudo de algodón) en el material de la temporada, y las voces expertas ya se han aventurado a imaginar un invierno repleto de John Keatings (¡oh, capitán, mi capitán!) y de profesores de geografía vistiendo americanas con coderas.
En España, el referente de estilo del otoño es más presidencial. Toca hacer un viaje en el tiempo que comenzó en Suresnes con un desconocido Felipe González y finalizó a comienzos de los 80, cuando el antiguo secretario general del PSOE decidió cambiar su mítica chaqueta de pana por el traje y la corbata. Una época marcada por el socialismo de pana que quedó grabada a fuego en la retina de los españoles. En este país, este tejido es sinónimo de Felipe González.
Sobre la pasarela, existe unanimidad entre las colecciones de otoño. La vertiente más discreta la encontramos en Tory Burch y Lebor Gabala con pantalones de este material (como en la colección pre-fall de Acne Studios), o en Koché, con equivalentes en forma de abrigo. Sin embargo, la tónica es apostar por la pana de pies a cabeza. Lo hacen Lemaire o Brock Collection en burdeos, Ermanno Scervino en azul cielo, Paul & Joe en verde y Margaret Howell en tonos oscuros. Marc Jacobs lleva su propuesta hacia el hip hop y la moda más grunge, con pana de surcos más anchos, como los de Paul & Joe. Los trajes sastre encumbrados en los 70, esos que vimos a Robert Redford en Todos los hombres del presidente, son los protagonistas de los desfiles de Nina Ricci o Prada, pantalón de campana incluida.
La importancia que cobra la pana este otoño también la encontramos en el ruido que están haciendo algunos medios de la prensa internacional con la firma The Cords & Co, una enseña creada en Estocolmo cuya oferta se caracteriza por incluir exclusivamente productos de pana: “Nunca ha habido una marca que se haya dedicado completamente a ello. Estoy convencido de que la gente está buscando una alternativa duradera al denim. Queremos que todo el mundo redescubra su amor por la pana” confesaba a The Evening Standard su fundador Mikael Söderlinh, que tras comerse el mercado de los calcetines con su firma Happy Socks, está volviendo a experimentar eso de centrarse en un único producto gracias a esta firma especializada en la pana.
En el resto del panorama low-cost, las marcas se decantan por este material en su apogeo ochentero y noventero. Podemos encontrar la mítica chaqueta de pana que vimos a un jovencísimo Jared Leto en la serie Es mi vida, o más recientemente, en Stranger Things, en tiendas como Pull & Bear o Urban Outfitters. Reformation, Alexa Chung o Topshop incluyen el imprescindible peto (o pichi) de pana y Mango, Stradivarius o Zara apuestan por el pantalón y la falda evasé.
Aunque la pana se ha despojado ya de toda connotación, tiene un significado detrás ejemplificado en la elección estilística de Felipe González en su primera época, que estaba lejos de ser casual. Tras vestir a las monarquías del s. XV, este textil dejó de ser exclusivo de las élites y con la Revolución Industrial se vinculó a las prendas de trabajo utilizadas en fábricas como las de Manchester. Pocos tejidos hablaban de clase obrera como lo hacía la pana, y González lo supo incluir como un elemento formal más de su discurso.
De hecho, la periodista Patrycia Centeno, autora del libro ¿Puede la izquierda vestir bien? explicaba hace unos años que para desmarcarse de la derecha, la izquierda tradicionalmente cambió el traje por la americana de pana y las camisas lisas por las de cuadros. A partir de ahí fue “donde se perdió el PSOE. Quiso ir muy al centro, y en ese centro la pana y las coderas de Felipe González no tenían cabida, porque no casaban con todo el mundo. Se renunció a eso, y al renunciar a la indumentaria se renunció también a la ideología. Cuando empezó a abrazar el poder, se enfundó la corbata”, planteó en una entrevista.
La unión de la chaqueta de pana con el jersey de cuello alto también contribuyó en parte a definir la estética de los beatniks y se convirtió, junto con el pantalón del mismo tejido, en el uniforme de oficina por excelencia de hombres y mujeres en los años 70. Se vinculó a famosos como Steve Mcqueen o Woody Allen, quien lleva décadas usándolo. En 1973, el Chicago Tribune se hacía eco de una pana sin surcos a medio camino entre el velur y el velvetón (con ese brillo característico del terciopelo) que ha llegado incluso a firmas actuales como Uniqlo.
Como curiosidad, la pana acabó teniendo hasta día propio: el 11 de noviembre. O lo que es lo mismo el 11 del 11. Ningún día del año se parece tanto gráficamente a la textura de este tejido.