Siete trucos que nos enseñaron nuestras madres para mantener la casa fresca sin aire acondicionado
Nuestros antepasados sobrevivieron sin él y lo hicieron gracias a una serie de consejos que, en picos de calor como el de estos días, conviene poner en práctica
Ya ha llegado la primera ola de calor del verano y con ella, los gifs de mapas meteorológicos que muestran cómo se disparan las temperaturas y con los que arde hasta la mano que sostiene el móvil. Los afortunados que tienen aire acondicionado tiemblan al pensar en la factura de la luz. Pero nuestros antepasados sobrevivieron sin él y lo hicieron gracias a una serie de consejos que se pasaron generación tras generación y que, en picos de calor como el de estos días, conviene poner en práctica, con o sin aire acondicionado.
Cambia las bombillas de tu casa.
Las incandescentes de toda la vida se sobrecalientan y desprenden más temperatura que las LED. Además, con estas últimas podrás ahorrar más de 100 euros al año en la factura de la luz: de los 192,61 euros al año que consume una casa media con bombillas incandescentes a 15,4 euros con LED, según los datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).
Baja las persianas durante las horas de más luz.
Hasta el 30% del calor que tratamos de aplacar estos días entra por la ventana. En días de mucho calor, las paredes y el techo de las viviendas emiten radiación infrarroja, también al interior, y las partes metálicas y el vidrio proyectan aún más calor dentro de nuestras casas. Ya lo decía tu madre: cierra las ventanas y baja las persianas durante el día. No te fíes si hace viento, el aire solo logrará igualar la temperatura interior a la exterior. Las persianas de última generación pueden reducir la temperatura de una estancia hasta un 92%. Si las tuyas son antiguas, este es un buen momento para cambiarlas: fabricantes como VELUX ofrecen descuentos de temporada hasta un 50%.
‘Hackea’ tu ventilador.
Un truco para que la brisa que nos llega de las aspas del ventilador sea más fresca es colocar un cuenco con hielo delante, de modo que el aire golpee los cubitos en su recorrido.
Asegúrate de que el ventilador del techo está bien configurado.
La mayoría de los ventiladores de techo tienen dos posiciones, que cambian la dirección en que giran las aspas. Si lo hacen en la dirección de las agujas del reloj, el aire se proyectará contra el techo, lo que hace que su efecto sea mucho menor que si lo hacen en la dirección opuesta.
Controla la temperatura corporal.
Aunque parezca un contrasentido, darse una ducha de agua caliente hará que el cuerpo trabaje para refrigerarse y que el contraste con la temperatura ambiente nos dé una mayor sensación de frescor. Del mismo modo, tomar bebidas calientes ayuda a controlar mejor el termostato interno. Por algo los bereberes ofrecen a sus visitas un té caliente de menta.
Cambia el material de las sábanas.
El tipo de tela del que están hechas las sábanas afecta a la temperatura corporal durante el sueño. Por ejemplo, se recomienda a las personas frioleras que elijan ropa de cama de algodón satinado. Por el contrario, para reducir el calor, el lino o las sábanas de percal son las más recomendables.
Apaga todo lo que no uses.
Al igual que las luces incandescentes, los electrodomésticos como el lavavajillas o la televisión generan mucho calor en el interior de la vivienda. Es mejor programar lavadoras y lavavajillas a horas en las que hace menos calor y desenchufar y apagar durante el día todo lo que no se esté utilizando. Ni qué decir tiene que, en días así, es mejor cocinar a la plancha que en el horno.