Opinión

Respiración trascendental

El día que Raquel Peláez propuso como portada a Brooke Shields la respuesta fue unánime: sí. No tenía ningún estreno, estaba por completo fuera de agenda, simplemente era Brooke Shields. La idea aún nos gustó más. La entrevista fue días después de la sesión de fotos. Durante esa conversación, contó Raquel más tarde, la actriz le preguntó por las imágenes y le dijo que quería parecer una mujer de 57 años. Brooke no deseaba verse más joven de lo que era. Quería parecer ella ahora.

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El día que Raquel Peláez propuso como portada a Brooke Shields la respuesta fue unánime: sí. No tenía ningún estreno, estaba por completo fuera de agenda, simplemente era Brooke Shields. La idea aún nos gustó más. La entrevista fue días después de la sesión de fotos. Durante esa conversación, contó Raquel más tarde, la actriz le preguntó por las imágenes y le dijo que quería parecer una mujer de 57 años. Brooke no deseaba verse más joven de lo que era. Quería parecer ella ahora.

Algo aparentemente tan normal como estar satisfecha en la piel de una, tenga la piel que tenga, es bastante raro hasta para bellezas indiscutibles como Brooke Shields. De hecho, ella misma no lo ha logrado hasta hace bien poco. Los complejos y paranoias, ya se sabe, no dependen del cuerpo, sino de la cabeza, que es igual de traicionera para todos los mortales. O casi.

Hay algunos seres de otro planeta, seres mitológicos que habitan entre nosotros, que han logrado dominar sus inseguridades. No escuchan las voces que les juzgan, ni aunque sean voces interiores (las más peligrosas), mucho menos si vienen de fuera. Llegar a ese estado exige mucho entrenamiento mental. También saber respirar profundamente para cuando la angustia ataca, algo tan fácil y que, sin embargo, a veces tenemos que aprender en costosos cursos, con la perversión que eso supone. Si a eso añadimos el autocuidado (con prefijo, porque si no suena antiguo, a cuando cuidarse era solo eso y no una industria millonaria y autorreferencial), los retiros de desconexión urbana y las terapias de desconexión digital, ya tenemos la monetización de un movimiento que es en verdad algo mucho más sencillo.

Marsha Gayle autocuidándose en 1957 sin saberlo. SLIM AARONS / GETTY IMAGES (Getty Images)

Igual no sufrir por defecto cuando no hay ninguna razón objetiva para hacerlo debería de ser la única razón para estar bien. En todo caso, en este número analizamos esta creciente corriente de academizar y explotar el bienestar, aunque también nos entregamos a ella un poquito, porque a quién no le relaja un automasaje. Y, entre nosotros, yo he probado a hacer la respiración cuadrada en pleno secuestro amigdalar, y funciona.

No solo es la industria del bienestar la que trasciende sus fronteras de influencia hasta llegar a convertirse en una moda, también el deporte, ahora el que se practica al aire libre, deja su impronta en las tendencias, como mostramos en estas páginas. El tenis y su depurada estética, un clásico, da paso a la escalada, con cada vez más marcas creando ropa para mujer, al windsurf, a nadar en aguas abiertas, la bici o el trail. Otra forma de desconectar y reconectar, como se llama ahora, para encontrarse mejor y buscar la paz de espíritu.

Sea como sea, lo importante es llegar a un punto de no retorno en el que sepamos parar nuestras cabezas y olvidarnos de la presión que a veces sentimos. Como he dicho, hay seres que lo han logrado y algunos bellísimos ejemplos están en estas páginas: no solo es Brooke Shields, sino también Belén Aguilera, Samantha Hudson, Itziar Castro, Javiera Mena, Santa K o Penélope Guerrero. A todas ellas les da igual lo que nosotras pensemos y ese mensaje nos pareció trascendental. Por eso están aquí.

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