Opinión

¿Quedamos a comer en el metaverso?

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Escucho en las noticias, no sin cierto pavor, cómo Zuckerberg presenta en sociedad Meta, el nuevo paraguas bajo el cual espera que la empresa pueda cobijarse y, de paso, redimirse de la cenagosa crisis reputacional en la que se encuentra sumergida desde hace ya años. Mark quiere meternos a todos en una irrealidad tridimensional cuyo desarrollo es, aparentemente, el único interés para el conglomerado zuckerbergiano en los próximos años. Como si la era Facebook no hubiese añadido suficiente complejidad a las relaciones, no solo interpersonales, sino a las que mantenemos con nosotros mismos. Llega la era de aprender a manejar a nuestros yos metaversianos. Sálvese quien pueda.

Dice Raymond Williams en Sociología de la cultura que “el campo y la ciudad son realidades históricas variables, tanto en sí mismas como en las relaciones que mantienen’’. Ay, Raymond. Si tú supieses. Si las relaciones entre campo y ciudad eran (son) complejas, espera a ver cómo conseguimos manejar la relación entre realidad e irrealidad.

El rapero Travis Scott reunió a 12 millones de metaasistentes en el concierto que, durante la pandemia, ofreció a través del videojuego Fortnite. Recaudó más de 20 millones de euros. No parece complicado pensar que la industria musical pueda convertirse en un fenómeno de masas en el metaverso. A fin de cuentas, llevamos décadas consumiendo música a través de dispositivos que suplantan al directo. Sin embargo, ¿habrá restaurantes en el universo virtual? Si Travis Scott reunió a 12 millones de espectadores sin barreras físicas que limitasen el aforo, supongo que René Redzepi (una de las figuras más vanguardistas de la cocina global) podría llegar a estar interesado en abrir su próximo restaurante en el metaverso. ¿Qué tipo de cocina guarda más semejanzas con la metarrealidad que la que es su especialidad, la cocina fermentativa? La fermentación es un proceso que transforma una realidad en otra…

Y sin embargo, entre la propuesta de Travis Scott y la de René Redzepi hay una diferencia insalvable: en el metaverso se podrá escuchar música, bailar, teletrabajar. ¿Pero comer? Lo siento, Mark. Se podrán visitar restaurantes. Seguro que sí. Veremos cómo los grandes chefs, al igual que todos los grandes artistas y finalmente cada uno de nosotros como individuos, desarrollan propuestas de valor de diferente índole adaptadas a los requerimientos socioeconómicos que empezarán a surgir asociados a tu propuesta, y obligándonos a participar, de una u otra forma, en esta nueva realidad. Nos harás pasar por tu aro, Mark, pero la materialidad del alimento y la vinculación fisiológica que nos ata al acto del comer, lo dejan fuera de tus universos paralelos. Aún hay cosas que desmantelan tu propuesta de dar portazo a la realidad que hoy conocemos para mudarnos a un nuevo universo de metarrealidades que, todo indica, habrá que visitar con recelo, si no queremos perder definitivamente la noción de las barreras que separan la realidad física de la inventada. Decíamos que la fermentación no es más que un proceso que transforma una realidad en otra. ¿Podríamos hablar del metaverso como una fermentación de la realidad? El tiempo dirá si se trata de una fermentación o más bien de un proceso de putrefacción. La línea que separa ambos conceptos es muy fina.

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