¿Por qué Taylor Swift nunca será un icono de estilo?

Casi cincuenta millones de seguidores en Twitter y quince en Instagram, récord de ventas de su último disco, 1989, y buenísimas críticas. Mudanza a Nueva york, protagonismo en todos los grandes saraos anuales y liderazgo indiscutible en las revistas de tendencias. Este es el año en que Taylor Swift ha pasado definitivamente de ídolo adolescente a reina del star system. Lo ha hecho, además, sin tener que recurrir a eso que la mayoría de sus compañeras utilizan para realizar dicha transición con éxito: el escándalo. Ella no es Miley, ni Rihanna, ni por supuesto Britney. Ella, para bien o para ...

Casi cincuenta millones de seguidores en Twitter y quince en Instagram, récord de ventas de su último disco, 1989, y buenísimas críticas. Mudanza a Nueva york, protagonismo en todos los grandes saraos anuales y liderazgo indiscutible en las revistas de tendencias. Este es el año en que Taylor Swift ha pasado definitivamente de ídolo adolescente a reina del star system. Lo ha hecho, además, sin tener que recurrir a eso que la mayoría de sus compañeras utilizan para realizar dicha transición con éxito: el escándalo. Ella no es Miley, ni Rihanna, ni por supuesto Britney. Ella, para bien o para mal, ha construido una imagen inocua y una estética perfecta.

Y es precisamente ese estilo inmaculado el que ha hecho que Taylor reine en todo menos en la categoría de icono de estilo. No es que vista mal, al contrario; el problema es que viste demasiado bien en cualquier circunstancia. Al menos eso es lo que asegura la revista Stylelite. “Si empezara a mezclar Prada con Hood By Air volvería locos a los fans. Estaría fantástica con los cortes y los estampados de Miu Miu, Christopher Kane o incluso con las prendas de diseñadores más vanguardistas como Dion Lee. Pero en lugar de eso, parece que sólo llevara abrigos de Asos y zapatos de bibliotecaria”, afirman en el artículo.

Según los expertos, nada en el impecable vestuario de Taylor Swift es especialmente reseñable

Cordon Press

La referencia a Hood by Air parece intencionada. Esta marca (una de las más aclamadas del año) que basa su identidad en lo deportivo, la estética ghetto y el cyber de los noventa, casa perfectamente con el estilo de Rihanna. Al menos, con uno de los mil que puede enfundarse la de Barbados. Rihanna , por cierto, es la flamante directora creativa de Puma. No va a hacer una colaboración puntual, no, sino a sustituir nada menos que Husseyn Chalayan al frente del diseño de la marca. Sean cuales sean los motivos de la elección, queda patente que las prendas que usa la cantante sí repercuten favorablemente en las ventas. Debe ser porque, a diferencia de Taylor, ella no busca la perfección, sino el escándalo.

“Es como si planeara lo que va a ponerse la noche antes (en el buen sentido); presta mucha atención al hecho de estar bien vestida”, decía de Swift la revista Vanity fair. La ex promesa del country, por supuesto, tiene estilista. Sus estudiadísimos looks son obra de Joseph Cassell, ex empleado de la industria discográfica. Cumplen su función: construir una inquebrantable idea de perfección que se traslada del gimnasio a la alfombra roja, sin fisuras. No hay escena en la que a Taylor se le mueva un solo pelo.

¿demasiado perfecta como para ser influyente?

Cordon Press

La misión de Mel Ottenberg, mano derecha de Rihanna en cuestiones estéticas, es bien distinta: cada aparición de la cantante ha de ser una fuente inagotable de comentarios digitales. La maquinaria de la rentabilidad está tan bien engrasada que Ottenberg no dudó en 'vestirla para desnudarla' en la gala de los CFDA donde ella, ademas, se llevó el premio de icono de estilo, un galardón que hace algún tiempo cayó en manos de otra figura que tira de subversión indumentaria: Lady Gaga.

Al margen de su exitosa colaboración con la marca británica River Island, Rihanna ya puede decir que es diseñadora de ropa deportiva. Otra que se lanza al mundo del deporte, esta vez en forma de colección cápsula, es Beyoncé junto al gigante Topshop. El cameo de la súperestrella ha levantado bastante expectación, no así su marca propia, House of Dereon, que lanzó junto a su madre hace casi una década. Se podría decir sin temor a equivocarse que todo lo que toca Queen B. se convierte en oro. Todo, menos sus proyectos relacionados con la moda. ¿O es que alguien recuerda House of Dereon?
 

Una de las primeras colecciones de House of Dereon

Cordon Press

El pasado verano, la periodista Vanessa Friedman lanzaba una hipótesis sorprendente pero bastante argumentada: Beyoncé tampoco es un icono de estilo. “No ha generado un millón de tendencias a partir de su ropa, como hizo una vez Madonna con sus cruces y sus minifaldas de encaje. Su estilista no se ha convertido en alguien famoso, como fue el caso de Nicola Formichetti junto a Lady gaga”, escribía friedman en el New York Times.

Las razones, como en el caso de Taylor, apuntan a la construcción de su imagen como diva del pop. La influencia de su personaje es tan potente y tan perfeccionista que su atuendo siempre cobra un segundo plano. Friedman lo llama la 'paradoja Beyoncé': “Se ha asegurado de que la única marca con influencia real sea la marca Beyoncé”, argumenta.

Mientras Kim Kardashian (no precisamente una asidua a las listas de las mejor vestidas) relanza la carrera de Atsuko Kudo, diseñador de prendas de látex y el tándem Miley Cyrus-Jeremy Scott gana adeptos cada día, Taylor Swift no supone una influencia real en las ventas de ninguna de sus marcas favoritas. Y Solange Knowles es, en este sentido, mucho más rentable en términos estéticos que su poderosísima hermana. La moda es, a día de hoy, un potente mecanismo de expresión y un vehículo para la popularidad, pero, curiosamente, no resulta influyente si sólo busca embellecer o ceñirse a cánones estéticos establecidos.

De esta guisa apareció la nueva directora creativa de Puma en la gala de los CFDA, donde recogió el premio de icono de estilo

Cordon Press

Para Taylor o Beyoncé la moda es una de las miles de piezas que se ensamblan a la hora de configurar su poderosa imagen, pero no es un rasgo definitorio de la misma. Rihanna, Kardashian y por supuesto, Gaga, sí la necesitan para ser quienes son, y eso, en cierto modo, lo saben tanto sus fans como los clientes potenciales dr las marcas, aunque sea implícitamente.

Pero parece que en estos tiempos no se trata de vestir bien, sino de vestir diferente: la lista anual de las celebridades más buscadas en Google arroja en este sentido un dato revelador. Durante los Oscar, los globos de oro o los Grammy, las famosas más buscadas no fueron las mejor vestidas, sino aquellas que optaron por estilismos que no encajan en los estandarizados cortes sirena, tonos nude y escotes palabra de honor. Fueron Rihanna, Lorde o Solange.

Las apariciones de Lorde en la alfombra roja son unas de las más buscadas

Cordon Press

Otro estudio arroja conclusiones directamente perturbadoras: según apunta Women's Wears Daily, Kate Middleton tiene la misma influencia en la moda que Snooki, de Jersey Shore. En dicho informe, Michelle Obama y su hábil uso de la moda para expresar poder e independencia ganan por goleada a la Duquesa de Cambridge, epítome de la corrección estética: la seguridad, la independencia y el riesgo fueron los rasgos más valorados a la hora de considerar a un personaje un icono de estilo.

Nos cansamos de votar y escrutar listas de famosas bien vestidas, y de escribir decálogos del buen gusto, pero a la hora de la verdad (la de las ventas) nos interesa más la prenda original o la combinación fuera de lugar que el estilismo impecable.

Kate y Beyoncé se encontraron por primera vez hace unas semanas en Nueva York

Cordon Press

Las marcas se pelean por vestirla en las giras, pero el look amazona de Beyoncé no tiene la repercusión esperada

Cordon Press