¿Por qué Central Saint Martins es considerada la mejor escuela de diseño del mundo?
Hasta Antonio Banderas ha decidido trasladarse a Londres solo para estudiar moda allí. Analizamos el fenómeno Saint Martins.
“El nivel del alumnado es tan alto, con tanta implicación y competitividad, que se aprende tanto de tus compañeros como de los tutores”, comenta Elena Martín, diseñadora de Martin Lamothe y ex asistente de Vivienne Westwood y Alexander McQueen, que pasó por Saint Martins a los 21 años para estudiar un máster de moda. Ya tenemos una de las claves del éxito de la famosa escuela londinense: sus alumnos. Mucho se habla de su profesorado, compuesto por grandes profesionales, pero casi tan importantes como ellos son sus estudiantes, de hecho, muchos de sus profesores fueron en su día alumnos de la e...
“El nivel del alumnado es tan alto, con tanta implicación y competitividad, que se aprende tanto de tus compañeros como de los tutores”, comenta Elena Martín, diseñadora de Martin Lamothe y ex asistente de Vivienne Westwood y Alexander McQueen, que pasó por Saint Martins a los 21 años para estudiar un máster de moda. Ya tenemos una de las claves del éxito de la famosa escuela londinense: sus alumnos. Mucho se habla de su profesorado, compuesto por grandes profesionales, pero casi tan importantes como ellos son sus estudiantes, de hecho, muchos de sus profesores fueron en su día alumnos de la escuela. Entre sus egresados no solo hay grandes nombres relacionados con la moda, como Stella McCartney, Hussein Chalayan, Paul Smith, John Galliano, o Alexander McQueen, también actores como Pierce Brosnan o John Hurt, directores de cine como Stephen Frears, o músicos como PJ Harvey y Jarvis Cocker, pasaron por Saint Martins. La escuela presume de ello en su página web, donde no da nombres, pero sí comenta que muchos de sus alumnos han recibido reconocimientos tan importantes como el Turner Prize o el famoso Oscar Hollywoodiense. Y es que, aunque Saint Martins está muy asociado a la formación en moda, esta escuela imparte también cursos relacionados con otras áreas, como diseño industrial, interpretación, diseño gráfico…
Además de los másters (sus famosos MA) y las licenciaturas (lo que denominan BA), en Saint Martins ofrecen cursos muy atractivos de corta duración que a menudo se imparten en periodos vacacionales como la Navidad, la Semana Santa, o el verano, una época del año ideal para hacer una escapada a Londres y volver con las pilas cargadas, como hizo el estilista José Lupa: “Yo pasé por Saint Martins en el verano de 2006 para hacer un módulo de estilismo de moda. Gracias a este curso conocí a mucha gente con un gran talento para el diseño. Lo que más destaco de la escuela precisamente es eso, la gente tan interesante que conoces y cómo fomentan tu creatividad”. Algo que también recalca de nuevo la diseñadora Elena Martín: “Lo mejor de mi paso por Saint Martins fue sin duda tener la oportunidad de convivir con tanto talento y ser empujada a soñar, a volverte loca y montar proyectos conjuntos e interdisciplinares. Lo peor es que para volverte loca y remover tus cimientos te despojaban de todo lo aprendido y de tu seguridad como diseñadora para que te hicieras mas fuerte. Eso, y más si eres joven, como yo era entonces, puede resultar muy duro”. Nadie dijo que ganarse la vida con la creatividad fuera fácil, “buscáis la fama, pero la fama cuesta”, que decía sabiamente Debbie Allen, profesora de danza en la ochentera serie Fama. Pasar por Saint Martins no garantiza el éxito profesional, no hay fórmulas mágicas, y para cada alumno supone una experiencia totalmente diferente, aunque Elena Martín sí cree que pasar por Saint Martins es un “abrepuertas”. Lo cierto es que poca gente habla mal de esta escuela. Todos los que han estudiado allí indican que el trato es muy bueno y personalizado, algo que se consigue gracias a que el máximo de estudiantes por clase es de 15 alumnos.
La creatividad parece ser la palabra clave en Saint Martins, algo que se palpa nada más cruzar las puertas de esta meca del diseño donde jóvenes de todas las nacionalidades luchan por su sueño. El primero: entrar en la escuela. Para ello, además de conseguir el dinero necesario para realizar el curso elegido y tener un buen nivel de inglés, hay que tener en cuenta un requisito muy importante: el porfolio. Esta será la carta de presentación para acceder a muchos de los cursos, algo así como un DNI creativo, ese que los profesores estudiarán con lupa antes de decidir quien es digno de pisar sus aulas. Tan importante es la presentación de este porfolio que la misma escuela tiene un curso, que puede hacerse online, donde enseñan cómo prepararlo correctamente. Los que consigan entrar se codearán con alrededor de 4.500 estudiantes, y un staff compuesto por unas 400 personas capitaneadas por Jeremy Till, un inquieto arquitecto especialista en urbanismo sostenible que aceptó el puesto de director en el año 2012. La escuela, que nació en 1989 cuando se fusionaron la Central School of Arts and Design y la Saint Martins School of Art, dos instituciones creadas en el siglo XIX, pertenece hoy día a la University of the Arts London. Su campus, situado ahora en unos antiguos almacenes de grano al norte de las estaciones de King’s Cross y St. Pancras, inaugurado hace apenas seis años, ha mantenido su carácter industrial conservando zonas que aluden a su pasado, como el establo, antes útil para los caballos y ahora perfecto para aparcar las bicis de estudiantes y staff, o como el edificio Granary, donde se almacenaba el grano y ahora se ubica Saint Martins.
Este barrio de Londres se ha transformado en apenas unos años gracias a la llegada del campus universitario, pero no solo esta zona es atractiva, la ciudad entera es otro de los encantos añadidos a la hora de estudiar en esta escuela. Londres es la ciudad ideal para los amantes del arte y el diseño, una de las capitales más creativas del mundo, un título que ha mantenido a lo largo de los años y que ha conseguido en parte gracias a instituciones con tanto prestigio como Saint Martins. Pero no todo es fácil en la capital inglesa, algo que reconocía en una entrevista el propio director de la escuela, Jeremy Till: “Admiro a los que solamente logran sobrevivir en esta ciudad. No estoy de acuerdo con que la educación de élite deba ser dura y que la competencia haga sufrir al alumno, pero sería acertado decir que solo los más fuertes logran diplomarse aquí”. Efectivamente, estudiar en esta escuela requiere de un nivel de exigencia e implicación muy grande, hay mucha competitividad, y no mucho tiempo para disfrutar de la ciudad o sus pubs, como indican muchos de los alumnos que han pasado por Saint Martins.
Los precios de la escuela dependen mucho del curso elegido, pero en casi todos se puede optar a una beca. En el máster de moda algunas de ellas llevan el nombre de sus alumnos más reconocidos, como la beca Alexander McQueen, la Isabella Blow o la Stella McCartney, dotada cada una con 22.500 libras. Y si lo tuyo es la creatividad pero no tienes muy claro por qué curso decantarte, tampoco es problema, porque la escuela tiene precisamente un curso de orientación de nueve semanas (siete semanas si se realiza en verano) donde se potencian las habilidades de cada alumno para descubrir en qué área es más talentoso, después será más fácil elegir el curso a realizar entre la amplia oferta académica de Saint Martins.
Otra de las ventajas, en cuanto a la formación en moda, es que Central Saint Martins tiene su propio desfile de fin de curso en la London Fashion Week. Esto es, los alumnos tienen la oportunidad de ver sus creaciones sobre la pasarela. Un desfile muy esperado al que no falta la prensa y los cazatalentos, ávidos de encontrar a las nuevas generaciones del fashion business. Míticas son ya historias como la de la colección de graduación de Alexander McQueen, titulada “Jack The Ripper Stalks His Victims», con la que en 1992 desfiló en la London Fashion Week. En ella el diseñador cosió su propio pelo en la ropa como alusión a la época victoriana, en la que las prostitutas vendían su pelo. Isabella Blow, que estaba entre el público aquél día, compró la colección entera por 5.000 libras. Una colección que pagó a plazos, y que fue el detonante de una amistad gracias a la cual Isabella contribuyó a que McQueen se convirtiera en el “enfant terrible” de la moda británica. La huella de este diseñador británico sigue muy presente en la escuela, tanto, que el año pasado una alumna, Tina Gorjanc, presentó un proyecto que consistía en una colección de bolsos y chaquetas de piel donde pretendía utilizar ADN del pelo de Alexander McQueen, extraído precisamente de su colección de graduación, para conseguir células de piel del diseñador con las que fabricar sus diseños. Todo es posible en Saint Martins.