Virginia Galvín: «Tengo un radar muy afinado para lo pequeño»
El blog de esta periodista da el salto al papel con unos relatos femeninos repletos de frescura e ingenio.
Con una conversación más rápida que sus pulsaciones frente al teclado se descubre Virgina Galvín. Esta periodista «jugaba a escribir desde pequeña» hasta que la diversión se convirtió en su oficio y este en su estilo de vida. «Me levanto a las seis de la mañana y me pongo a teclear como si tocara el piano». De fondo podría acompañarla una suite de Bach interpretada por Rostropóvich, pero la banda sonora de su día a día es un murmullo de disparos de titulares, exclusivas, reportajes y un baile de palabras.
La subdirectora de Vanity Fair comenzó su b...
Con una conversación más rápida que sus pulsaciones frente al teclado se descubre Virgina Galvín. Esta periodista «jugaba a escribir desde pequeña» hasta que la diversión se convirtió en su oficio y este en su estilo de vida. «Me levanto a las seis de la mañana y me pongo a teclear como si tocara el piano». De fondo podría acompañarla una suite de Bach interpretada por Rostropóvich, pero la banda sonora de su día a día es un murmullo de disparos de titulares, exclusivas, reportajes y un baile de palabras.
La subdirectora de Vanity Fair comenzó su bitácora Agujeros negros en 2009 «en mitad de un verano catastrófico. Lo había dado todo en el lanzamiento de la revista, se me había truncado un viaje y me quedaban unos días por delante, sintiéndome desgraciada, a 39 grados, en Madrid. Pensé que tenía que desahogarme y reírme de mí misma». Así escribió su primer post y más de 1.400 entradas después se ha convertido en el libro La vida en cinco minutos (Círculo de Tiza). A través de su mirada irónica habitan en su obra personajes con los que se cruza, su familia, amigos y conversaciones cotidianas convertidas en extraordinarias: «Tengo un radar muy afinado para lo pequeño», dice. También habla de las convenciones de pareja «que nos hemos construido y que un día te das cuenta de que son mentira. Entonces tienes dos opciones: participar de esa liturgia sabiendo que te engañas o decir no. Mantener esto sin convertirme en una rebelde acérrima y salir del sistema es lo que he intentado hacer con la escritura y con mi vida».