«Churchill no hubiese vencido a los nazis si ella no hubiera cantado a sus soldados»: así se convirtió Vera Lynn en la ‘novia’ de la II Guerra Mundial
Con clásicos como We’ll Meet Again, la cantante Vera Lynn se convirtió en un símbolo de esperanza y resiliencia del ejército británico en la contienda. Este pasado 18 de junio falleció a los 103 años de edad.
El humorista Harry Secombe sintetizó en una ocasión, con apenas dos frases, lo que la artista había significado para el Reino Unido: “Churchill no venció a los nazis. Vera les cantó hasta la muerte”. El fallecimiento este pasado 18 de junio de la cantante Vera Lynn a los 103 años ha conmocionado a la sociedad británica, que despide a un icono indeleble de su cultura reciente. Además de ser “la cantante favorita” de la reina Is...
El humorista Harry Secombe sintetizó en una ocasión, con apenas dos frases, lo que la artista había significado para el Reino Unido: “Churchill no venció a los nazis. Vera les cantó hasta la muerte”. El fallecimiento este pasado 18 de junio de la cantante Vera Lynn a los 103 años ha conmocionado a la sociedad británica, que despide a un icono indeleble de su cultura reciente. Además de ser “la cantante favorita” de la reina Isabel II y de haber despachado millones de copias de sus álbumes, la londinense es todo un símbolo nacional por su papel en la Segunda Guerra Mundial. Con sus viajes a las zonas de conflicto e himnos como We’ll Meet Again (Nos volveremos a encontrar), Lynn es recordada como un rayo de esperanza en la adversidad y un factor esencial a la hora de valorar el rendimiento del ejército británico en la contienda. Con motivo de su muerte, analizamos la increíble historia de la cantante que decidió arriesgar su vida, a los 27 años y en la cima de su fama, para ponerle banda sonora a la guerra.
Con apenas 11 años, Vera Margaret Welch, nacida en el seno de una familia humilde (su padre era fontanero y su madre modista) ya había abandonado los estudios para dedicarse profesionalmente a la música. En la década de los treinta, la niña prodigio, que tomó el Lynn del apellido de soltera de su abuela materna, se había convertido en una voz habitual de la radio y las orquestas de Londres, y su popularidad creció hasta el punto de despachar un millón de discos cuando apenas había superado la veintena. Aunque el inicio de la contienda en 1939 le hizo pensar que su carrera musical iba a llegar a su fin, su figura se convirtió en totémica al levantar con su música los corazones de los británicos en las horas más oscuras.
La cantante debe gran parte de su éxito a su canción más icónica, We’ll Meet Again, un canto optimista y pegadizo sobre el futuro reencuentro de las familias divididas a causa de la contienda, que se erigió en un símbolo de resiliencia y estoicismo. “Nos volveremos a encontrar / No sé dónde, no sé cuando / Pero sé que nos volveremos a encontrar algún día soleado”. El efecto positivo del himno en la moral de las tropas le otorgaría el sobrenombre de “novia de las Fuerzas Armadas”, título que ella misma certificó atreviéndose a viajar a las zonas de conflicto para entretener a los soldados. Egipto, India o Irak fueron algunos de los países que visitó en la Segunda Guerra Mundial, gozando de un papel tan relevante que incluso The Guardian la calificó como “un esfuerzo bélico más” por parte del gobierno de Winston Churchill. “Alguien sostuvo que la guerra debía haberla empezado el agente de Vera Lynn”, confesó el compositor Don Black.
Cuando casi ningún cantante o humorista se atrevía a jugarse el tipo en la peligrosa Myanmar (antigua Birmania), ella lo hizo en 1944 durante tres meses en la que sería la gira más importante de su carrera. Tenía 27 años y era la primera vez que viajaba en avión. Ni siquiera le pidió opinión a su marido, el saxofonista Harry Lewis, con quien había contraído matrimonio un par de años antes. Un figurinista teatral le confeccionó un uniforme para la ocasión y una capa similar a las lucidas por los oficiales del ejército. Salió del puerto de Sunderland en marzo y comenzó una odisea de 8.000 kilómetros en plena guerra con paradas en Trípoli, El Cairo (donde cantó en una tormenta del desierto ante 3.500 soldados), Faluya, Bahrein o Calcuta.
La involucración de Vera Lynn en la Segunda Guerra Mundial había empezado en el mismo Londres, cuando decidió actuar en los túneles del metro de la ciudad que servían como refugio de las bombas de los aviones alemanes. Visitó factorías, envió miles de fotografías dedicadas y autógrafos a los soldados y en 1940 presentó un programa de radio en la BBC, Sincerely Yours, emitido allá donde estuviera una tropa británica, y cuyo formato consistía en el envío de mensajes por parte de las familias a los jóvenes destinados a zonas de conflicto. Pocos meses después, ella misma se destinaría hasta allí.
Un chófer, una camioneta, un pianista y un piano conformaban toda la infraestructura con la que Lynn contó durante su estancia en Myanmar. No tuvo más lujos que el resto de hombres, tampoco seguridad extra o escenario. No le hacía falta, es más, prefería estar cuanto más cerca mejor de “sus chicos”, los soldados que trataban de frenar el avance japonés. Los periódicos destacaron la valentía de una joven que cantaba mientras las tropas enemigas acechaban a escasos kilómetros. “Cantar en la jungla era muy caluroso y muy pegajoso, muy difícil. Conté con un pequeño piano, que cargaban a duras penas en la parte trasera del camión con la esperanza de que sobreviviera a los viajes. Mi presencia allí también animó a los padres de los soldados. Pensaron que si había ido yo tampoco podía ser tan malo”, afirmó la cantante.
La intérprete se subía en la zona de carga del vehículo y les trasladaba con su voz desde la jungla del sureste asiático hasta su hogar natal. “Nos volvimos locos. Nunca antes había gritado, rugido o aplaudido tanto. La ovacionamos durante diez minutos y la hicimos llorar. Vi a militares llorar de felicidad por ver a nuestra Vera”, evocó el soldado de primera Lindsay Williams en una carta dirigida a su hermana, según recoge el Daily Mail.
Su intervención marcó un antes y un después en la importancia que los ejércitos daban a este tipo de ‘giras espectáculo’ en tiempos de conflicto. Marlene Dietrich replicó los pasos de Lynn visitando al ejército aliado en la Segunda Guerra Mundial, Marilyn Monroe actuó en Corea en 1954, Raquel Welch se acompañó de Bob Hope en una actuación en Saigon durante la Guerra de Vietnam y Robin Williams viajó hasta Afganistán en 2010, entre muchos otros. Un episodio también protagonizado en nuestro país por Marta Sánchez, que interpretó ocho canciones ante los soldados españoles en el Golfo Pérsico.
Vera Lynn no encarnaba un trasunto de bomba sexual o chica pin up, sino la conexión con el mundo que muchos habían dejado atrás hacía cinco años. Era una hermana, una amiga. Todos le hacían la misma pregunta: “¿Cómo están las cosas en casa?”. Poco después de su visita, las suertes en la contienda empezaron a cambiar y el ejército británico logró imponerse en el territorio. La hija de la vocalista, Ginny Lewis-Jones, sostiene en la actualidad que el trabajo de su madre fue clave para aumentar la moral de los soldados y devolverles la esperanza perdida.
La londinense volvió a Gran Bretaña el 6 de junio de 1944, el conocido como día D en el que tuvo lugar la batalla de Normandía y marcó el inicio de la liberación de la Europa ocupada por el fascismo. “Nunca superé del todo ese periodo de mi vida. El viaje a Myanmar se quedó en mi cerebro, lleno de toda clase de recuerdos intensos”, explicó Lynn en su libro de memorias Keep smiling through, confirmando, si es que todavía hacía falta, que su trabajo allí no se limitaba a cantarles unas cuantas canciones: “Me sentía una de ellos. Todavía lo hago”.
We’ll Meet Again podría considerarse como el Resistiré británico pero con toda la carga extra emocional de su evocación bélica, un himno oficioso de las islas que se sitúa apenas un escalón por debajo del God Save The Queen. Su ascendencia en la cultura popular internacional también es indiscutible. Johnny Cash, Frank Sinatra o Rod Stewart han versionado un clásico que ha formado parte de la banda sonora de ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú y series como Los Simpsons, True Blood o la última temporada de Stranger Things. Una influencia que se ha dejado notar en las últimas semanas de confinamiento por la crisis del coronavirus, con decenas de versiones amateurs del tema para levantar el ánimo. Con motivo de la conmemoración del 75 aniversario de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial este pasado 8 de mayo, la BBC emitió una adaptación de la canción con imágenes pretéritas de Vera Lynn, acompañada por la mezzosoprano Katherine Jenkins y decenas de ciudadanos y servidores públicos que volvían a apelar a la unidad del reino refugiándose en los versos indelebles del clásico.
Una vez acabada la contienda comenzó su carrera internacional, convirtiéndose en la primera artista no estadounidense en lograr el primer puesto en las listas de éxitos Billboard con otro de sus grandes temas, Auf Wiederseh’n Sweetheart, también con reminiscencias militares. En la década de los sesenta, el declive de su carrera fue inversamente proporcional al éxito del rock&roll y bandas como The Beatles, pero se mantuvo como una de las grandes voces de la balada británica clásica. En 1975, la reina Isabel II, que confesó que Lynn “era su cantante favorita”, le otorgó el título de Dama del Imperio británico, el máximo honor concedido por la monarca. La reina también citó el estribillo de la canción en su mensaje del pasado abril a la nación con motivo de la crisis sanitaria y la consiguiente reclusión. “Nos volveremos a encontrar”, sostuvo. Vera Lynn se retiró a los 85 años y sus discos recopilatorios continuaron copando de forma intermitente las listas de lo más vendido durante las décadas posteriores. Este mes de junio, con motivo del fallecimiento de esta leyenda de la música inglesa, seguro que vuelven a alcanzar los primeros puestos.