Una panadería para salir de la crisis

El estrés de la oficina, la alta tasa de desempleo y la conciencia ecológica han hecho que los oficios de ayer vuelvan a ser rentables.

Salomé García

Las oficinas se están llenado de muertos en vida, ya lo dijo el economista Emilio Duró en una de sus charlas para recuperar el optimismo y la ilusión: el estrés diario de la oficina y la constante amenaza del despido han reducido considerablemente la motivación de los trabajadores. “A mí lo que me importa es ser feliz y poder conciliar vida laboral con familiar, algo que con el periodismo era imposible”, nos cuenta por teléfono mientras despacha barras de pan Berta, una periodista que tras 15 años de trabajo en la televisión se replant...

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Las oficinas se están llenado de muertos en vida, ya lo dijo el economista Emilio Duró en una de sus charlas para recuperar el optimismo y la ilusión: el estrés diario de la oficina y la constante amenaza del despido han reducido considerablemente la motivación de los trabajadores. “A mí lo que me importa es ser feliz y poder conciliar vida laboral con familiar, algo que con el periodismo era imposible”, nos cuenta por teléfono mientras despacha barras de pan Berta, una periodista que tras 15 años de trabajo en la televisión se replanteó su carrera. “Con la crisis me dijeron que podía seguir trabajando pero sin cobrar. Eso me hizo comprender que tenía que reinventarme y decidí cumplir mi sueño que era la decoración”. Sin embargo, Berta no vio muy claro el éxito hoy en día de una tienda de interiorismo y buscó un reclamo diferente como gancho principal para atraer a los clientes: “Pensé en qué pasaría si vendiese un producto de primera necesidad, como el pan, y lo mezclase con esas cosas que me gustan”. Y así es como nació en un solo mes en el centro de Madrid Olivia & Co Bakery (Santiago, 12), una panadería en la que una infinidad de tipos de pan a un precio muy competitivo se mezcla con elementos de decoración y regalos.

A veces la recuperación de esos negocios artesanales que hace unos años tuvieron que echar el cierre, surgen también para poner un granito de arena en la lucha por cambiar el sistema. “Las empresas textiles son las que más contaminan del planeta. Cuando te enteras de datos se te ponen los pelos de punta. Un solo vaquero se lleva 5.000 litros de agua y tiramos al año casi 14 millones de toneladas de ropa que nos ponemos una media de 6 veces, y que continúa contaminando porque los químicos con los que está tratada vuelven a la tierra”. Nos cuenta Ana, creadora de B by White, una firma de prendas de bebé confeccionadas a mano que ha recuperado a una red de tejedoras de las de antes y que únicamente emplean materiales ecológicos certificados. “Se pueden hacer empresas éticas y se puede dar trabajo en España. Cuando llego con encargos para mis tejedoras y ellas me dan un abrazo, eso no se puede pagar con dinero”.

Dos de los diseños tejidos a mano de la firma B by White.

B by White

Más que una forma de ganarse la vida

Además de la satisfacción que ofrece la constitución de una empresa propia, “el trabajo artesanal te permite estar en contacto muy directo con lo que haces, con el resultado de tu labor. No hay máquinas que hagan las cosas por ti y el esmero que pones en lo que haces resulta más gratificante porque es tu obra”, añade Juan Martín, un bailarín que dejó las compañías europeas de danza en las que trabajó para crear la marca de cosmética natural Fonte Santa.

Lo que esrá claro es que nunca es tarde para reciclarse y la vieja idea de buscar una profesión que desarrollar hasta la jubilación ya no parece tener sentido. “Dejé la danza por la misma razón que me llevó a ella en su día, la misma necesidad de seguir mis sueños y dedicarme a algo que tuviese sentido para mí. Siempre he sentido una gran atracción por la naturaleza y en especial todo lo relacionado con las plantas medicinales”. Por ese motivo Juan empezó de nuevo y cursó estudios de fitoterapia en Holanda.

Uno de los jabones ecológicos de Fonte Santa creado a base de germen de trigo y vitamina E natural.

Fonte Santa

No todo el campo es orégano

Montar un negocio de la nada puede dar mucho vértigo, especialmente si no se dispone de financiación. Ana pudo llevarlo a cabo tras ser víctima de un proceso de recorte de personal en su empresa: “Usé la liquidación que me dieron e invertí todo el dinero en materia prima y mano de obra”. Berta, en cambio, buscó la ayuda en casa: “Tenía muy claro que no quería empezar con dinero prestado, además los bancos no me lo iban a dar, así que mi marido vendió una plaza de parking que tenía en Barcelona. Con ese dinero invertimos en el negocio”.

Y después vienen las horas extra (Olivia & Co Bakery abre de 10 a 10 todos los días de la semana) y los quebraderos de cabeza: “Tuve que aprender de cero. Eso fue lo más estresante. Estuve un mes sin poder dormir. Pero querer es poder y hay que echarse para adelante y llenarse de energía”. Juan reafirma la opinión de Berta: "Creo que el elemento principal es tener una pasión, creer en lo que se está haciendo y todo lo demás, que es mucho, viene más o menos rodado".
 

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