Opinión

Una decisión forzosa

El retrato certero de la amistad entre Candice Bergen y Jacqueline Bisset.

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El escritor Javier Marías definía hace poco en una de sus columnas la película de George Cukor Ricas y famosas como “uno de los más emocionantes y agudos retratos de la amistad femenina”. La cita me hizo recordar lo importante que fue para mí una película que vi de forma casi obsesiva durante los años noventa y que ahora se puede encontrar en el catálogo de Apple TV. A veces vivimos por un tiempo dentro de determinadas películas, y Ricas y famosas se convirtió en una fantasía recurrente entre una buena amiga y yo. Pelearnos por los papeles de Jacqueline Bisset y Candice Bergen, las dos intérpretes principales del filme, se convirtió en un entretenido deporte de muchas madrugadas.

Estrenada en 1981, se trata de la última película del director de Historias de Filadelfia, que fallecía dos años después, a los 83 años. Adaptación de una obra de teatro de John Van Druten, narra a lo largo de tres décadas, de finales de los cincuenta a principios de los ochenta, la amistad entre dos mujeres convertidas, cada una a su manera, en escritoras de éxito.

Las actrices Candice Bergen y Jacqueline Bisset en la película ‘Ricas y famosas’ (1981).CORDON PRESS (©MGM/Courtesy Everett Collectio)

Obviamente, mi amiga y yo queríamos ser Jacqueline Bisset, la solitaria y algo torturada, la misteriosa y romántica, la autora culta y prestigiosa. Era Liz Hamilton, había vivido en París, coleccionaba amantes muy mayores o muy jóvenes, tenía una aventurilla con un desconocido en el baño de un avión y no temía a las experiencias, siempre regadas con whisky y citas de Yeats, Wordsworth o Proust. Quizá era un desastre en la cocina, pero llevaba los jerséis masculinos con una clase de otro planeta. Era la perfecta mujer de mundo, sin hijos y en constante pelea con su talento… y con su vieja amiga.

Bergen da vida a Merry Noel, una belleza muy norteamericana, la típica anfitriona divertida y sofisticada, casada con el hombre perfecto (aunque el hombre perfecto le haga ojitos a la mejor amiga de su esposa). Descubre tardíamente su vocación literaria para convertirse en una especie de Jackie Collins rubia y despampanante. No son casuales las constantes referencias del personaje a sus raíces sureñas. Caprichosa, lista y ambiciosa, Merry es de la estirpe de Escarlata O’Hara. Autora de superventas millonarios, envidia el peso literario de su buena amiga. Y lo suyo no es el tweed, sino los abrigos de pieles.

Marías tenía razón: la película es uno de los retratos mas bonitos y certeros de la amistad femenina. Aunque por motivos que no vienen al caso a mí siempre me tocara ser Candice Bergen.

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