Sara Socas: «Fui famosa de repente y me rompí la cabeza con el techo de cristal»
La rapera tinerfeña se convierte en la primera mujer en ascender a la liga de freestyle más importante de España. Este mes llega a las tiendas su primer EP, de título ‘23’.
El padre de Sara Socas (Tegueste, 23 años) no entendía que su hija, «una tipa elegante con la cabeza bien puesta», decidiera subir al escenario a insultarse con otros raperos en las conocidas como batallas de gallos. «Papá, si no estoy yo ahí nadie les va a responder», replicaba ella, resumiendo la motivación que la ha llevado a ser la primera mujer en la historia en ascender a la FMS, la liga más importante del freestyle en castellano. Pero la tinerfeña, icono generacional a su pesar, no solo ha tenido que enfrentarse a las rimas improvisadas de sus rivales, también a la presión de u...
El padre de Sara Socas (Tegueste, 23 años) no entendía que su hija, «una tipa elegante con la cabeza bien puesta», decidiera subir al escenario a insultarse con otros raperos en las conocidas como batallas de gallos. «Papá, si no estoy yo ahí nadie les va a responder», replicaba ella, resumiendo la motivación que la ha llevado a ser la primera mujer en la historia en ascender a la FMS, la liga más importante del freestyle en castellano. Pero la tinerfeña, icono generacional a su pesar, no solo ha tenido que enfrentarse a las rimas improvisadas de sus rivales, también a la presión de una fama inesperada y al enconado odio del machismo digital.
¿Cómo explica el fenómeno originado a su alrededor?
Es una historia chocante, un poco parecida a la de Gambito de dama: una mujer en un mundo de hombres que se esfuerza, da el nivel y consigue llegar a una liga profesional.
¿Qué heridas se hizo al romper el techo de cristal?
Fui famosa de repente y me podía la carga de tener que representar al 50% de la población. La que rompe el techo de cristal se rompe también la cabeza, y yo lo hice.
¿Qué molesta más a sus críticos: que sea mujer, que sea lesbiana o que rime tan bien?
Todo un poco. Los haters son como unas lapas abisales que aparecen tras cada batalla. Pese a lo que he mejorado, piensan que estoy ahí por mis rimas feministas o por hacerme la víctima. Yo paso, si de verdad leyera a todos mis haters dejaría de rapear.
Ha denunciado haber sido víctima de acoso callejero.
Pasó cuando tenía 18 años. Iba en el Cercanías y un tío se sentó frente a mí y empezó a tocarme el muslo. Lo que más me dolió no fue eso, sino que no supe qué hacer. Todas las chicas con las que hablo han vivido episodios así. Las feministas no somos unas exageradas.
Al teclear su nombre en Google las predicciones de búsqueda sugeridas son ‘pareja’ y ‘novio’. ¿Por qué interesa tanto?
No lo entiendo. Nunca me he escondido en ningún armario, pero, si tengo pareja no la saco a la luz. Hay mucho niño rata heterobásico que podría sexualizarnos, echarle mierda a ella… y eso no me mola.
¿Cómo comenzó a rimar?
En Getafe. Vivía en una residencia de estudiantes cerca de mi universidad y los jueves, como era el día en el que salíamos de fiesta, se volvió tradición juntarnos con otros chavales para rapear en una plaza. Montábamos nuestra propia competición, la gente venía a vernos y era el fiestón de la semana.
¿Ha tirado alguna vez de rimas para ligar?
Sí, y tengo que dar gracias porque se liga muchísimo. A la peña le sorprende cuando improvisas y rapeas sobre algo que está pasando al momento. Ese es el punto sexi.
¿Ningún gurú de la industria musical le pidió cambiar su estilo para triunfar?
¡Qué va, al contrario! Ha sido en plan, ‘Si esta chica ha funcionado saliendo con pelos de loca en un vídeo en México pues no hace falta más, ya estaría’. La gente que curra conmigo me han dado toda la libertad y confianza.
Es una fan confesa de Dani Martín. Si le pidiera una colaboración, ¿qué responde?
Pues que sí, y le contaría que tenía su cara impresa en mis zapatillas. El canto del loco es mi infancia y adolescencia y cuando se separaron me rompieron el corazón, como a todo el mundo.
Tiene cerca de un millón de seguidores en Instagram y es imagen de varias marcas. ¿Se considera una influencer?
Me duele que me califiquen así. Yo no soy influencer, yo rapeo. Acepto que ser famosa en redes sea una consecuencia de mi trabajo, pero mi vida no se basa en subir ‘stories’ diciéndole a la gente que compre cosas.
Ha vestido marcas españolas como Grimey o Cherry Massia y otras internacionales como Pyer Moss. ¿Le interesa la moda?
Sí, de hecho, es ahora cuando más me estoy preocupando por ello y disfrutándolo. Tenía un acuerdo con algunas firmas, pero les he dicho que ahora voy a llegar lo que me dé la gana. Si veo cosas de diseñadores españoles a los que les gustaría colaborar conmigo, adelante, y si puedo impulsarlos un poco… mejor que mejor.
¿Le molestaría que la calificaran de gallina y no de gallo?
No me lo tomaría mal. Trataría de apropiármelo porque además me gusta el enfoque de, ‘vale, ¿quién es la que pone los huevos y los incuba?’. Se me acaba de ocurrir, pero mira, es buenísimo.
¿Es de las que comprueba mucho el número de reproducciones de sus temas?
Al principio sí me obsesionaba, pero ahora me da igual. Mi talento no se define por el número de visitas. Si no me creo la puta ama por tener muchos seguidores, no me voy a creer menos por tener menos reproducciones. Por mucho que los temas ahora sean muy rápidos y todo el mundo saque música todo el día, esto es una carrera de fondo.
¿Y dónde está su meta?
Mi línea de meta es seguir corriendo, como Forrest Gump. Ya me he quitado la espinita clavada de la FMS, así que ahora solo quiero avanzar, construir… y ya está.