Salto literario para Joann Sfar
El dibujante y cineasta francés publica su primera novela, El eterno, fiel a su aplaudido imaginario fantástico.
El dibujante y cineasta francés Joann Sfar publica su primera novela, El eterno, fiel a su imaginario fantástico. Considerado uno de los impulsores de la nouvelle vague del cómic francés, Joann Sfar (Niza, 1971) es un humanista, un contador de historias (“un buen mentiroso, por tanto”), pero también un gran defensor de la verdad. “Mi madre murió antes de que yo cumpliera cuatro años –recuerda–. Mi familia me decía que estaba de vacaciones y yo lo creí durante dos años. Me asustó mucho descubrir que la mayoría de gente miente. Me gustaría ser capaz de decir la verdad todo el...
El dibujante y cineasta francés Joann Sfar publica su primera novela, El eterno, fiel a su imaginario fantástico. Considerado uno de los impulsores de la nouvelle vague del cómic francés, Joann Sfar (Niza, 1971) es un humanista, un contador de historias (“un buen mentiroso, por tanto”), pero también un gran defensor de la verdad. “Mi madre murió antes de que yo cumpliera cuatro años –recuerda–. Mi familia me decía que estaba de vacaciones y yo lo creí durante dos años. Me asustó mucho descubrir que la mayoría de gente miente. Me gustaría ser capaz de decir la verdad todo el tiempo”. Formado en Filosofía y Bellas Artes, fue aclamado por las series El gato del rabino –que llevó al cine– y La Mazmorra, y dirigió en 2010 el biopic Gainsbourg (vida de un héroe). En pleno rodaje de La dame dans l’auto avec des lunettes et un fusil (una adaptación de la novela policiaca de Sébastien Japrisot), nos habla de su primera novela adulta, El Eterno (Reservoir Books), sobre un violinista judío que se transforma en vampiro en la Primera Guerra Mundial.
¿Por qué un libro esta vez?
Trata de alguien que no sabe en qué se ha convertido. Quería ver a través de sus ojos, pero no imágenes claras, sino experiencias.
¿A quién va dirigido?
Creo que es sobre todo para la gente que lee mis cómics. Amantes del humor negro y las historias sobrenaturales. Tiene algo a medio camino entre Woody Allen y Tim Burton: monstruos, personajes con ansiedad… En esencia es una historia de aventura y humor, aunque algunos la encuentren muy oscura.
Y un poco dura a ratos…
Sí. Cuando escribo, las palabras acuden a mí de forma más provocativa en cuanto a violencia, amor…
Ha comentado alguna vez que su tratamiento del sexo en los cómics puede llegar a ser algo pornográfico, pero que es más pudoroso en el cine.
Sí, es muy diferente. Cuando dibujo, puedo hacer lo que quiera. Pero en una película hay actores, personas reales, y no quiero exponerles de esa manera. En la novela puedo llegar a ser muy brutal, a veces incluyo escenas de horror al estilo de Stephen King. Supongo que me gustan las historias divertidas pero con momentos puramente horripilantes.
Divertidas sí, pero ¿optimistas?
No. Pero tampoco nihilistas. Siempre pongo un toque de romanticismo. Aunque mis personajes hagan cosas muy malas, tienen vida interior. Yo los quiero de alguna forma, aunque los describa como seres malvados, así que hay cierta esperanza.
El judaísmo es uno de los temas recurrentes en su obra. ¿De qué forma le inspira la religión?
No estoy seguro. Siempre me he declarado no creyente, pero mi padre murió hace dos meses y me encontré a mí mismo rezando. Es un misterio que aún no he resuelto, quizá por eso está siempre presente. Provengo de familia judía, pero creo que todas las religiones comparten similares cuestiones. Si hay alguien ahí, qué hacemos con el ritual… Rezar es un ritual, escribir o dibujar también. Si crees que el mundo tiene sentido, haces todo eso. Si no crees en nada, te sientas delante de la tele, duermes, y eso es todo. Si te levantas por la mañana, significa que tienes esperanza en algún sentido. Quizá no es Dios, tal vez es dibujar bien o hacer una buena novela. Así lo enfoco yo, en el hecho de que levantarse es mejor que quedarse en la cama. Tal vez éste es el argumento del libro. Trata de una persona que necesita levantarse cada día. Y no tiene ni idea de lo que va a hacer cuando se levante.
Creo que suele improvisar las tramas, ¿por eso a veces quedan inconclusas?
Me gusta escribir argumentos en las que haya posibilidad de continuar. Por supuesto en una novela necesitas cerrar la historia en mayor o menor medida. El personaje no resuelve el problema pero al final quizá lo entiende un poco mejor o tiene un buen momento, o malo… En la vida real nunca se cierran del todo las cosas, así que no veo por qué tendría que ser así en la ficción.
Pero ¿es cierto que improvisa mucho?
Sí. Pero no se trata de improvisar, sino de estar vivo. Una voz que no sé de dónde viene me cuenta la historia. Me digo ‘¿qué pasará a continuación?’. Y contesta el personaje, o la acción. Siempre me sorprende mucho cómo se desarrolla la historia, y eso me encanta.
Se le considera uno de los impulsores de la nouvelle vague del cómic francés. ¿Se considera un autor de vanguardia? ¿Intenta combinar lo alternativo y lo comercial?
Me encanta que la gente compre mis historias y dibujar. No me corresponde a mí decir si soy o no comercial. En muchos aspectos mi trabajo es muy clásico. Muchas de mis historias son de fantasía y se dirigen a todos los públicos. Puede que mi dibujo o mi forma de narrar sean extraños, pero no es intencionado, me sale así. Si es mainstream, genial; si es underground, también. No me importa.
Algunos de sus personajes pueden ser misóginos. ¿Encuentra más difícil crear personajes femeninos?
Procedo del sur de Europa, conozco muchos personajes machistas y los encuentro muy interesantes. Hago lo mejor que puedo por describirlos, cómo actúan. Eso no significa que me parezca bien lo que hacen. En cuanto a los personajes femeninos, nunca me digo '¿Cómo pensaría una mujer real?'. Mi objetivo es contar historias sobre el amor, el odio… que sorprendan al lector.
Cordon Press
¿Pensaba en alguna mujer en particular cuando escribió esta novela?
Sí. Quizá mezclé a varias. Hay un personaje femenino interesante. El vampiro y la víctima tienen un conflicto con el hecho de crecer y decidir. Él se ve obligado a morder. La víctima no hizo nada malo, solo es la víctima. Quizá es una crítica a cierto tipo de relaciones.
¿En qué se inspiró para el personaje de la inmortal embarazada?
Viene de un cuadro de Gustav Klimt, Hope, con una mujer pelirroja en estado. Pensé ‘¿qué pasaría si fuera una mujer vampiro, esperando un hijo desde hace más de cien años?’. Un niño que nunca vendrá.
Es muy trágico.
Creo que es una buena villana, porque puedes entender muy bien por qué es así.
Se dice que es autodidacta. ¿Cómo se preparó para dar el salto a la literatura?
Sé mucho de vampiros porque me apasiona el tema. Y no se habla demasiado del Frente Oriental de la Primera Guerra Mundial, que es muy interesante. Leí todos los libros que pude, luego los olvidé… Observé a los pintores románticos, a los rusos del siglo XIX, los de principios del XX. Pensé en los grandes novelistas que leí de adolescente, Nikolái Gógol, Isaac Babel… Y encontré inspiración en películas como El violinista en el tejado (el musical) o Nosferatu. Recogí todas estas influencias, pero porque me gusta leer y ver cosas buenas, no es que hiciera una búsqueda intencionada.
¿Fue difícil empezar a escribir?
No. Lo difícil es parar. Soy muy feliz cuando escribo historias.
¿Por qué se lanzó a hacer una película sobre Gainsbourg? ¿Se considera un mitómano?
Las imágenes que proyectan las estrellas de cine son muy poderosas, casi como las imágenes sagradas en las iglesias. Los actores, los cantantes, los héroes… tienen mucho poder. Y son para adultos.
¿Le interesaba el aspecto estético de esa época, la moda?
Sí, mucho. Me encanta. Creo que es muy importante, lo que ves cada día, la arquitectura, la ropa, el maquillaje… A veces no se sabe por qué la gente empieza a llevar algo, el pelo de una forma determinada, por ejemplo. Yo dibujo todo el tiempo y me inspiro en personas reales, todo viene de hablar con la gente, de conocer a alguien agradable… Todo procede de la calle, en mi opinión.
¿Le interesa algún diseñador en particular?
Todos. Dries van Noten. Jean Paul Gaultier. Yves Saint Laurent y Chanel también. Y me gusta jugar con los símbolos franceses. A mucha gente en Francia no le hace gracia, no quieren ser el país de la moda, la comida y el amor. Pero yo adoro eso, todos los clichés. Trato de confrontarlos y jugar con ellos.
Marjane Satrapi, creadora de Persépolis, es otra autora de cómic que, como usted, ha saltado al cine. ¿A qué cree que se debe el auge de esta fusión del cine y el cómic?
No es algo reciente, siempre ha sido así. De Superman a Popeye, el cine ha usado siempre el cómic. Quizá lo nuevo sea que el cómic usa el cine. Al cine le interesan nuestros libros y nos quieren a los autores para dirigirlos. Es una buena relación. Igualitaria.
¿Qué autores le gustan? Creo que ha mencionado alguna vez a Craig Thompson como referente.
Sí, es un genio. Pero leo un montón de cómics mainstream, de superhéroes, americanos sobre todo. Me encantan Ed Brubaker, Frank Miller, Wil Eisner, Robert Crumb… por supuesto me gusta el underground, pero la mayor parte de influencia en mi trabajo son los comerciales. Sé que no es lo que se ve en mis dibujos, pero porque no son como los cómics que me encantan. A veces pienso que me gusta más la ilustración que el cómic en realidad, soy muy fan de Quentin Blake. Javier Mariscal es un buen amigo y también me encanta su trabajo. Me gusta el dibujo, no solo en cómic, también en moda, pósters, portadas de libros… y me encantan los diseñadores.
Tiene mujer e hijos. ¿Piensa en las historias que les gustarán a ellos en el futuro?
No lo sé. A mis hijos (de 14 y 11 años) les gusta lo que hice hace tiempo, como La Mazmorra, pero leen sobre todo manga. A mí también me parece muy rico e interesante, pero no leemos el mismo tipo de historias.
¿Qué uso hace de las redes sociales?
Tengo cuenta en Instagram y Twitter, pero no estoy seguro de si me entusiasma. A veces lo uso, y no sé si debería, solo lo hago cuando estoy aburrido.