Evasivos, idealistas o ansiosos: los errores (reincidentes) que más queman a una pareja
El fracasado sentimental no es solo un amante que no sabe cuidar los pequeños detalles. Hay seis conductas que llevan, claramente, a acabar con una relación antes de tiempo.
...
En un porcentaje elevado de casos, cuando alguien conoce a alguien y le gusta –por mucho que su lema sea ‘Vive el presente’–, puede albergar cierta expectativa de que la cosa vaya a más. Y aunque el flechazo pueda surgir con inmediatez gracias a una app de citas, no es tan raro que los saltos de pareja en pareja sin final feliz se sucedan en línea tan matemáticamente como la acción de deslizar el dedo de candidato en candidato. ¿Por qué? ¿Hemos adquirido el don de elegir siempre mal a la otra persona o somos un bucle de errores alérgicos a Cupido?
“El primer paso para encomendar errores es entender por qué suceden y, el segundo, disponer de herramientas e información profesional veraz para solucionarlos”, afirma la psicóloga Judith Viudes.
“Todos caemos en fallos comunes –asegura la también psicóloga Yolanda Cuevas. Pongamos ejemplos concretos: intentar cambiar los gustos o aficiones del otro, criticar a su familia, compararlo con un ex, asumir sus responsabilidades…”. Convertimos la vida en común en una especie de manual de la película Cómo perder a un chico –o a una chica- en 10 días. Y olvidamos gestionar lo más importante: el qué define nuestro “apego” hacia la otra persona. Esto es, “traducir lo que esconden las conductas, ver por qué chocan y cómo estas dejan claro lo que necesitan y demandan el uno del otro”.
Teniendo esta idea en cuenta estas son, según los expertos, las conductas más comunes que pueden llevar a arruinar una relación:
1. El/la evasivo/a
Según Yolanda Cuevas, uno de los perfiles de apego que crea más problemas es el que se muestra demasiado evasivo, tendiendo a “no crear lazos íntimos y cambiar de pareja con frecuencia”. De esta forma, habrá quien realmente tenga claro que no quiere comprometerse y quien no sepa cómo hacerlo, aunque le gustaría. Las necesidades de intimidad y vínculo varían de unos a otros. Una persona evasiva es aquella que “valora mucho su independencia, emplea técnicas de distancia emocional y suele desconfiar de que sus parejas se aprovechen de ella”. Yolanda Cuevas afirma que en estas personas se repiten patrones comunes: “En las discusiones se alejan o explotan, no muestran claramente sus intenciones y les cuesta hablar de lo que hay entre la pareja, tanto a su pareja,como a los demás”.
2. El/la idealista
El problema de un fracasado sentimental no es que evite comprometerse, tanto como que tiende a hacerse expectativas poco realistas, afirma Judith Viudes. Simplificando, no son capaces de ser felices si la vida real no se parece a un cuento. “Por ejemplo, muchas parejas llegan con la idea preconcebida de la ‘media naranja’, vienen con unas carencias propias que han ido desarrollando por la educación recibida a lo largo de su vida y esperan que la otra persona las cubra”, cosa que nunca genera una relación sana. Además, cuando se espera que todo suceda por arte de magia, no se suele aplicar la idea que de las relaciones hay que currárselas. Según Viudes: “Estas distorsiones cognitivas crean infinidad de dilemas repetitivos: problemas de convivencia, reproches, celos, altas expectativas, dependencia emocional, idealización, problemas sexuales, etc. Y además, todo ello suele ir ligado a problemas con la propia autoestima”.
3. El/la ansioso/a
Si el perfil del ‘evitador’ es el que no se compromete demasiado, el otro extremo, es el perfil ‘ansioso’ que, de hecho, choca especialmente con el primero. Como expone Cuevas: “Los ansiosos buscan mucha intimidad, temen al rechazo y expresan inseguridad”. Esto lleva a que “se sientan infelices y desgraciados cuando no tienen pareja”. La psicóloga añade que las personas con este tipo de apego caen en errores como “realizar conductas desproporcionadas para llamar la atención, tomarse las reacciones como algo personal, preocuparse en exceso del futuro en pareja o temer constantemente que se produzca una infidelidad”.
4. El/la poco comunicativo/a
Es uno de los principales errores en pareja. Pero es que hay personas a las que,de hecho, les cuesta más comunicarse que a otras. Para Judith Viudes “no sólo se trata de hablar, sino de hablar para transmitir de forma correcta, empática y asertiva, un mensaje. Si la comunicación falla, surgirán problemas en todos los ámbitos en los que existan disonancias”. Sin ir más lejos, en el sexo, donde según Viudes suele haber dificultades “para expresar qué gusta y cómo. Esta problemática suele desencadenar en problemas de inapetencia sexual”, que también acaba por minar la relación. La falta de empatía y comunicación, además, suele generar conflictos cuando no se saben transmitir los mensajes correctamente, lo que generan mucha frustración.
5. El/la protestón/a
O caer en lo que Yolanda Cuevas denomina “conductas protesta”, con la esperanza de afianzar un vínculo que, de forma contraria, se acaba rompiendo. “Llamar varias veces, bombardear el WhatsApp, provocar celos, merodear por el trabajo para forzar un encuentro, castigar con el silencio, ignorarle, hablar con otras personas en su presencia…”. Un rasgo en común de todos estos errores: “Son conductas de protesta que se realizan con la intención de restablecer el contacto y llamar la atención. Y todos son perjudiciales para uno mismo y para la relación”.
6. El/la crítico/a o defensivo/a
Se trata del perfil más difícil de combatir, según Viudes, ya que se basa en “creer que el ‘error’ siempre recae sobre la otra persona. De modo que nos cuesta autocuestionarnos e indagar qué cosas podríamos no estar haciendo bien nosotros”. Este tipo de personas no solo son excesivamente críticas con el otro, sino que no soportan las críticas a la inversa, ya que “en vez de reflexionar y escuchar la posición del otro, están pensando en defenderse a toda costa, porque creen firmemente que les están atacando”. Por suerte, hay un modo de frenar este comportamiento: “En lugar de pensar que nos dicen las cosas para herirnos o atacarnos, reflexionar sobre el problema que nos están transmitiendo y no sobre la persona que nos lo transmite”.