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Martha Plimpton, la estrella de la Generación X que acabó arruinada y que ahora salvan los Z

Nació en una dinastía de actores, fue modelo de Calvin Klein y se convirtió en un icono generacional con su novio River Phoenix. Dice que tuvo que dejar de hacer cine por su "cara extraña", y se volcó en el teatro hasta que la televisión le dio un nuevo impulso con la serie 'Genera+ion'.

Actriz desde la cuna. Martha Plimpton (Nueva York, 50 años) creció entre bambalinas: sus padres, Shelley Plimpton y Keith Carradine, se conocieron cuando estaban haciendo la producción original del musical Hair en Nueva York. Él, además, formaba parte de una dinastía de actores: su padre había trabajado con directores como Fritz Lang, John Ford y Otto Preminger, y su hermanastro, David Carradine, fue el famoso protagonista de la serie Kung Fu (y de Kill Bill, con ella en la imagen de la izquierda). "Pasé mis primeros años en camerinos, eran mi casa, un sitio normal para mí. Podrías decir que he pasado la mayor parte de mi vida en teatros", explicó en una entrevista a The Guardian en 2019. Su madre la crio sola –no tuvo relación con su padre hasta los 4 años– y, gracias a ella, obtuvo su primer papel, con solo 8 años. Como no tenía dinero para una canguro, Shelley se llevaba a Martha al club Village Gate, donde hacía el espectáculo Nightclub Cantata, y allí la directora de Broadway Elizabeth Swados descubrió a la niña y la presentó a una audición. En 1981, con 11 años, participó en su primera película, Una mujer de negocios, protagonizada por Jane Fonda y Kris Kristofferson.
Un nuevo rostro. En 1983, con 13 años, fue una de las protagonistas de la rompedora campaña de vaqueros de Calvin Klein fotografiada por Richard Avedon. Otra joven estrella, Brooke Shields, había protagonizado el primer polémico anuncio de esta serie y Plimpton fue elegida, junto con Shari Belafonte y Andie MacDowell, para unas entrevistas que filmó Avedon y luego se pudieron ver en televisión y centros comerciales como Macy's. En el anuncio, Plimpton afirmaba que quería comerse el mundo: "Cuando compito siempre quiero ganar (...) Soy una ganadora excelente, de verdad". Gracias a ese anuncio logró su primer gran papel, en 1984, como hija de su admirado Tommy Lee Jones en La barca del infierno.
Fenómeno adolescente. Con 15 años estrenó Los Goonies. En esta película de aventuras de 1985 que ha acabado convertida en un referente del cine de los ochenta Plimpton era Stef, la amiga de Andy. Ha reconocido que esa fue una gran época para ella: "Fue estupendo hacer películas entonces, porque había papeles para chicazos, y yo los solía conseguir". Había despuntado como actriz infantil, pero no acabó como un juguete roto; ella misma explicó que podía deberse a que se crio con una madre que conocía bien la profesión y a que vivía en Nueva York, lejos de la industria de Los Ángeles. "No estaba en la escena de Hollywood. No salía con esa gente. Uno de mis mejores amigos del mundo es Ethan Hawke, nos conocemos desde que tenía 15 o 16 años. Entonces él tenía una compañía teatral llamada Malaparte que era el epicentro de la gente guay del teatro. Hice una obra con ellos y yo era la persona menos guay del lugar. No me sentí parte de la panda", explicó en 2013 a The Believer.Cordon
Una pareja de póster. En 1986 Plimpton estrenó La costa de los mosquitos, película inspirada en la novela de Paul Theroux y protagonizada por Harrison Ford en la que coincidió con otro joven actor que prometía: River Phoenix. Su relación traspasó la pantalla, durante unos años fueron la pareja más molona de Hollywood y volvieron a trabajar juntos en 1988, en Un lugar en ninguna parte, de Sidney Lumet. Ella solía llevar el pelo corto; él, melena. Gafas de sol, sombreros y chaquetas de lana eran parte de su estética de aires grunge. En 1989 asistieron juntos a la ceremonia de los Oscar (en la imagen) y sus estilismos ya son historia de la alfombra roja de la gala. Cuando Phoenix murió de sobredosis en The Viper Room en 1993 ya no eran pareja, pero sí buenos amigos. Después de su muerte Plimpton lo recordó con cariño: "Era como un niño, un niño de muy buen corazón que estaba muy hecho polvo y no tenía idea de cómo hacer realidad sus buenas intenciones".
Adiós al cine. Durante unos años encadenó papeles en películas de éxito: Woody Allen la dirigió en Otra mujer (1988), compartió escenas con Keanu Reeves en la taquillera Dulce hogar... ¡a veces! (1989) y protagonizó Los líos de Samantha (1991). Pero no llegó a dar el salto al que parecía estar predestinada. "Por naturaleza, tengo una cara extraña. Se mueve y hace cosas raras cuando me expreso (...) En aquella época fue frustrante para mí, porque quería interpretar a protagonistas y personajes más complicados, pero en los noventa ese trabajo del carácter para mujeres de mi edad no existía. Estaba destinada a ser siempre la mejor amiga. Y eso me aburría. Mi ego no lo permitía. Así que dije que les den", explicó en The Believer. De esa forma se apartó del cine para centrarse en el teatro, estaba harta de que le pidieran ser la amiga de Winona Ryder, la gran estrella de la Generación X.
En la ruina. Plimpton (en la imagen junto a Glenn Close en el teatro Golden de Broadway en 2014) se había criado entre bambalinas y ahí regresó cuando su carrera en el cine empezó a decaer. Entre 2007 y 2009 fue nominada cada año a los premios Tony de Broadway, pero el prestigio sobre las tablas no la ayudó a mantenerse a flote económicamente. Ha reconocido en varias ocasiones que sus ahorros duraron poco y pasó apuros financieros. Eso la llevó a prestar su voz para un anuncio de una marca de comida de mascotas y a aceptar pequeños papeles en televisión para generar ingresos (actuó en series como Urgencias, Ley y orden, Fringe o Anatomía de Grey). Incluso llegó a ofrecerse como niñera en Facebook. "Estuve en quiebra en la década de los 2000. En el teatro me pagaban 350 dólares a la semana  y vivía del crédito", llegó a admitir.
El resurgir. En 2009 la carrera de Plimpton comenzó a estabilizarse. Consiguió un papel ocasional en The Good Wife y en 2010 le ofrecieron ser la protagonista de Hope (en la imagen, en su tercera temporada), donde interpretaba a Virginia Chance, papel por el que fue nominada al Emmy. Luego, en 2016, llegó Eileen O'Neal, la madre de familia en The Real O'Neals. De hecho, reivindica que los mejores papeles femeninos hoy en día se ven en la televisión. "Las películas de Hollywood no me resultan atractivas. Pocas veces voy a ver una, porque hay como cinco mujeres en todo Hollywood que hacen películas, por un periodo de unos tres años. Y entonces tienes una nueva cosecha de otras cinco mujeres a las que se les permite hacer películas otros tres años, y así siempre. Y los hombres pueden envejecer, pero las mujeres no. La televisión es más diversa e interesante, como las películas independientes o el cine que se hace en Europa", dijo a The Guardian en 2019, cuando se estableció en Londres para trabajar en la obra Sweat en el teatro Gielgud del West End.
Una nueva generación. Cuando Zelda y Daniel Barnz decidieron rodar su serie Genera+ion, un retrato de los adolescentes de hoy en día, no dudaron en recurrir a Plimpton, icono juvenil de la Generación X, para ser una de las adultas de su serie sobre la Generación Z. Plimpton interpreta a Megan, una madre ultrarreligiosa y tradicional que trata de comprender a sus gemelos (en la imagen, con Chloe East, su hija Naomi en la ficción). El personaje al que da vida no puede ser más diferente de la Plimpton real: aunque ahora ha dejado esa red social, Plimpton tuvo una gran presencia en Twitter y se enfrentó públicamente con Donald Trump. Y vive volcada en causas como la despenalización del aborto: activista convencida, en 2017 llegó a contar su experiencia personal para desestigmatizarlo y es la fundadora de As I For, un grupo en defensa del derecho al aborto creado en 2012.HBO

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